En defensa del neoliberalismo |
Entrevista con Fidel Castro Adolfo Rivero
--Comandante, ¿es cierto que usted celebró el Día de los Derechos
Humanos?
--Bueno, mira, la verdad es que después del 11 de septiembre las
condiciones han cambiado mucho. Así que lo hemos celebrado y por todo
lo alto. En realidad, lo venimos haciendo desde mucho antes que Bofill y
ese supuesto Comité Cubano pro Derechos Humanos. Siempre lo hemos
celebrado. Lo que pasa es que El Nuevo Herald lo ha ocultado, todo el
mundo lo ha ocultado. Sin embargo, yo te puedo enseñar copias de
Granma del 10 de diciembre de los últimos 40 años. Verás que el
acto siempre aparece reseñado, y en primera plana. Es más, hay hasta
fotos mías en el Palacio de la Revolución brindando por los derechos
humanos con Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Carlos Manuel de Céspedes
y la madre Teresa de Calcuta. Pero lo han ocultado, chica, lo han
ocultado. Maniobras del imperialismo yanqui.
--Increíble, comandante. Por cierto, ¿usted mandó a detener a un
grupo de disidentes cubanos porque querían celebrar el Día de los
Derechos Humanos?
--Nada de eso, niña, calumnias. Esos cuatro gatos a que tú te
refieres fueron detenidos porque agredieron a varias decenas de nuestros
abnegados combatientes del Ministerio del Interior. Les dieron en los
nudillos con los pómulos, las narices y las mandíbulas. Les rompieron
varios palos y cachiporras con las cabezas, con las espaldas. Palos y
cachiporras que, como tú sabes, son productos de primera necesidad para
nuestro pueblo. Imagínate, con la escasez de recursos que nos impone el
embargo. ¿Qué iban a hacer nuestros compañeros? Detenerlos, no les
quedó más remedio, para que no perturbaran la celebración de ese día
tan hermoso, tan importante.
--Comandante, ¿por qué no se ha puesto en libertad a Vladimiro
Roca, que lleva más de 4 años incomunicado?
--No me digas nada. Es un malagradecido. Ha hecho lo mismo que muchos
hijos de viejos dirigentes bolcheviques, que se convirtieron en
disidentes. Y mira en lo que fue a parar todo eso: se acabó la Unión
Soviética. Tú comprenderás que a mí no me van a hacer lo mismo. Déjame
decirte que muchos compañeros lo querían fusilar. Yo fui el único que
lo defendió. Les expliqué que era un resentido y que bastaba con
dejarlo pudrir en la cárcel. Después, tú sabes, los compañeros me
criticaron. Duro. Que la bondad me cegaba, que era demasiado
humanitario, excesivamente generoso. Pero bueno, los tengo que dejar, ésa
es la democracia socialista.
--Por cierto, ¿participaron sus amigos del Foro de Sao Paulo en la
celebración del Día de los Derechos Humanos?
--Por supuesto. Aunque algunos ya se habían tenido que ir por
cuestiones de trabajo. Tú sabes, secuestros, ajusticiamientos,
voladuras de oleoductos, esas cosas. Hay que comprenderlo. La gente
tiene sus compromisos.
Marulanda no pudo venir pero me mandó un mensaje. Yo,
personalmente, lo he propuesto para premio Nobel de la paz por sus
incansables esfuerzos por pacificar Colombia. Por cierto, sentimos mucho
que no viniera Andrés Pastrana, ese gran incomprendido. Su única
debilidad ha sido ceder a los chantajes de la extrema derecha que no
quiere que amplíe en otros 40,000 kms. cuadrados la zona
desmilitarizada, esa zona de paz. Pero todavía hay esperanzas. Todavía
podemos conversar. Siempre se puede confiar en Pastrana.
--El presidente Chávez no pudo asistir.
--Sí, yo recibí una nota suya. Muy sencilla, muy emotiva. Sabía
que no iba a poder venir porque en ese momento estaba bajo el ataque de
la oligarquía venezolana. Tú sabes, los empresarios, los sindicatos,
los campesinos, la prensa y otros aliados del imperialismo. Nos vimos
después en la reunión del Caribe. Le dije que tenía un problema muy
serio: es demasiado flexible, demasiado conciliador. Dejando que la
FEDECAMARAS esa, el Pedro Carmona ese, y la CTV le hagan huelguitas...
No comprende que la piedad con el pueblo pasa por el fusilamiento de sus
enemigos. ¿Qué otra cosa es el humanismo socialista?
--Pero Lula sí vino.
--Sí. Lástima que se quedó tan poquito tiempo. Estaba muy apurado
por ver al presidente Toledo en Lima... Eso me dijo... La verdad es que
no se sentía bien. Figúrate. Venir al foro después del 11 de
septiembre... y en La Habana..., tú comprendes, estaba nerviosito. Tenía
problemas estomacales. Pero yo se lo agradecí mucho, porque, después
de todo, para un hombre que se está postulando para la presidencia de
Brasil fue un gesto valiente. Breve pero valiente.
--Daniel Ortega vino.
--Danielito, sí. El pobre. Nosotros lo queríamos ingresar. Me dijo
que se iba a volver a postular. Y yo le dije: Danielito, opérate. Aquí
tenemos magníficos médicos, excelentes especialistas. Y yo quería que
lo operaran de la cabeza, que le sacaran esa excrecencia que tiene en el
cerebro. Pero no quiso. Danielito, el pobre, no me hace caso. Por eso
está como está.
--¿Vino gente de los movimientos islámicos?
--Si te refieres a Osama bin Laden, yo no lo invité. No lo conozco.
Es un terrorista y nosotros no tenemos nada que ver con terroristas. ¿A
quién se le ocurre acabar con medio Nueva York? Nos ha puesto a todos
en una posición difícil. ¡Y quería venir para aquí! Yo le mandé a
decir: ``¿Osama, tú estás loco? Cambia de cueva, viejo, cambia de
cueva''.
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