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Eloy, Kerry y Madame Ketchup |
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Adolfo Rivero Caro
Hay que reconocer que Eloy Gutiérrez Menoyo no tiene pelos en la lengua.
No sólo ha criticado duramente a los disidentes cubanos en el XXVI
Congreso del Partido Socialista Obrero Español, sino que, desde la misma
Habana, ha tenido la audacia de censurar las últimas medidas del
presidente Bush. Eloy me ha hecho recordar un viejo cuento de la guerra
fría. Un americano y un soviético se encuentran y el americano dice: ''Yo
vivo en un país verdaderamente libre, yo puedo ir frente a la Casa
Blanca y gritar: ``¡Abajo el presidente de Estados Unidos!''. ''¿Y qué?'',
le responde el soviético, ``eso no es nada extraordinario. Yo también
puedo ir frente al Kremlin y gritar: ``¡Abajo el presidente de Estados
Unidos!''
Eloy es tan audaz como el soviético. ''Comparezco ante la prensa'', ha
dicho, ''no sólo para denunciar la insensatez de estas medidas de
provocación... sino también para apelar a la sensibilidad de los
cubanoamericanos que viven en los Estados Unidos para que, a partir de
hoy, apoyen al candidato presidencial demócrata John Kerry. Sobra decir
que este pedido de apoyo para el senador Kerry no responde
específicamente al disgusto que ha provocado en nosotros, en Cambio
Cubano, la emisión de estas medidas específicas'', ha explicado Menoyo,
``le conocimos en Washington en un viaje de activismo y encontramos en
él suficientes coincidencias para entender que su ascenso a la
presidencia sería beneficioso para la democratización de Cuba y la
instauración de una política de buena vecindad entre ambos países. Es
notable también su posición progresista en materia social y su afán de
ubicarse de una manera prudente y respetuosa de otros países en
cuestiones de política exterior. Todo ello le hace un candidato
estimablemente superior para la región latinoamericana, Europa y el
resto del mundo''.
Con amigos como Gutiérrez Menoyo, Kerry no necesita enemigos en la
comunidad cubanoamericana. Por otra parte, que Eloy simpatice tanto con
el senador de Massachusetts es muy natural. Kerry tiene el expediente de
votación más izquierdista (''liberal'') del Senado americano. Está a la
izquierda de Ted Kenedy, Charles Rangel y Joe Serrano. Y esa orientación
política no es nada nuevo. Hizo sus primeras armas en la época de la
Guerra de Vietnam cuando, en un acto moralmente repugnante, denunció en
el Congreso supuestos crímenes de sus propios compañeros de armas.
Crímenes, por supuesto, que nunca pudo probar porque no eran más que
desinformación soviética. Kerry militaba en el mismo grupo que Jane
Fonda, la que se hizo retratar en una batería antiaérea en Hanoi cuyo
único objetivo era matar pilotos norteamericanos, junto a sonrientes
artilleros vietnamitas. Ninguno de estos admiradores de Ho Chi Minh ha
hecho nunca un análisis crítico de aquellas posiciones. Nunca han
lamentado que el triunfo de los comunistas del Vietcong haya significado
un genocidio para el pueblo camboyano, una inmensa tragedia para los
balseros (boatpeople) vietnamitas y un formidable estímulo para los
revolucionarios y terroristas del mundo entero, cuya ofensiva
internacional sólo vino a ser contenida por Ronald Reagan.
Es lógico, por consiguiente, que, para Kerry, la lucha contra el
terrorismo no sea una verdadera guerra, sino un problema menor, un
simple ''asunto de policía'' (a law enforcement issue). En febrero,
cuando le preguntaron en el debate demócrata en Minnesota si se
consideraba ''un presidente de guerra'', como se considera Bush, Kerry
respondió: ''Yo me veo como un presidente de los empleos, como un
presidente de la salud pública, como un presidente de la educación y
también como un presidente de la ecología. Así que yo me consideraría
como un líder mundial muy diferente a George W. Bush''. En eso, al menos,
estamos totalmente de acuerdo. Aunque Bush no se consideraba un
presidente de guerra antes del 11 de septiembre del 2001. No buscó esa
terrible responsabilidad, la asumió cuando tuvo que enfrentar el salvaje
ataque de los terroristas. Que no haya habido más ataques contra Estados
Unidos no se debe a que Al Qaida haya renunciado a los mismos. Muy por
el contrario, constantemente están amenazando con repetirlos. Se debe a
que no han podido hacerlos pese a que todo el mundo los considera
inevitables. Quizás haya sido el mayor triunfo del Presidente. Más que
la liberación de 50 millones de afganos e iraquíes y que la pujante
expansión económica. Y quizás también el menos apreciado.
Bush y Kerry se diferencian radicalmente hasta en sus esposas. Laura
Bush es una mujer que ama el magisterio, reticente al partidismo
político. Teresa Heinz Kerry es una de las principales patrocinadoras de
causas izquierdistas de Estados Unidos. Lo hace apoyándose en la fortuna
que heredó de su esposo --H.J. Heinz II, heredero de la famosa empresa
de salsa de tomate-- estimada conservadoramente en más de $500 millones.
Según un boletín de inteligencia del WorldNetDaily, entre los años de
1995 y 2001, Madame Ketchup donó más de $4 millones a una organización
llamada la Tides Foundation. ¿Y qué hace la Tides Foundation con ese
dinero? Pues apoya el Democratic Justice Fund, una empresa conjunta con
la Tides Foundation y el multimillonario George Soros. El Democratic
Justice Fund lucha por relajar las restricciones a la inmigración
musulmana de los estados terroristas. Apoya a numerosos grupos contra la
guerra, incluyendo el tristemente célebre International Action Center de
Ramsey Clark, el fervoroso admirador de Pol Pot que se ha ofrecido para
defender a Saddam Hussein. Apoya el Consejo para las Relaciones
Americano-Islámicas, cuyos líderes tiene relaciones bien conocidas con
Hamas, la organización terrorista. Apoya el National Lawyers Guild, un
frente comunista durante la guerra fría, uno de cuyos abogados, Lynne
Stewart, fue arrestado por ayudar a su cliente, sheikh Omar Abdel Rahman,
el autor intelectual del atentado al World Trade Center de 1993, a
comunicarse con células terroristas en Egipto. Estas sólo son algunas de
las organizaciones favoritas de Madame Ketchup. En comparación con ella,
Madame Mitterand es una especie de Margaret Thatcher.
Esta es la pareja que Fidel Castro, Eloy, los izquierdistas de todo el
mundo y las innumerables legiones de los tontos útiles quisieran tener
en la Casa Blanca. Kerry y Madame Ketchup.
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