Desastre a la vista
Adolfo Rivero Caro
Distraer al público es lo que le permite crear sus ilusiones a los magos. De la misma forma, las falsas alarmas y las campañas contra supuestas injusticias son las que les permiten a los gobiernos aumentar su poder sobre la gente y disponer de sus bienes. La mayoría del pueblo americano está satisfecha con su atención a la salud, aunque considere necesarias ciertas reformas. En los próximos días, sin embargo, alegando una crisis inexistente, el gobierno de Obama y el Congreso demócrata están decididos a imponer una desastrosa reforma que prácticamente nacionalizará la salud pública. Increíblemente, no parece importarles que la mayoría del pueblo americano se oponga a la misma, según muestran todas las encuestas. ¿Por qué lo hacen? La calidad de la atención médica no es el problema. Ningún país del mundo puede competir con los Estados Unidos en cuanto al entrenamiento médico, la tecnología o el desarrollo de nuevas medicinas. Ningún país del mundo, ni siquiera se acerca a la rapidez con un americano puede recibir tratamiento médico y, en particular, tratamiento de los especialistas.
En realidad, el principal problema de nuestro sistema de atención a la salud es la forma en que pagamos por el mismo. La mayor parte de los tratamientos médicos en Estados Unidos son pagados por las compañías de seguros o por el gobierno. Esto garantiza que la mayoría de las personas van demandar más tratamiento médico que si lo tuvieran que pagar de su propio bolsillo, en vez de tenerlo que pagar indirectamente a través de impuestos o pólizas. Cuidar de nuestra salud y confrontar económicamente nuestras enfermedades es una responsabilidad individual. La responsabilidad del gobierno se debía limitar a ayudar a la minoría necesitada y, quizás, reducir los impuestos a la clase media que haya incurrido en gastos médicos extraordinarios o que quiere ahorrar para futuros gastos.
Si los seguros médicos sólo cubrieran los riesgos – que es lo que hacen los seguros – serían mucho menos costosos que cuando cubren infinidad de cosas, como los chequeos anuales. Cubrir sólo lo riesgos los haría mucho más accesibles a más personas, reduciendo el número de los que no tienen seguro. Por cierto, la verdadera cifra de personas que quisieran tener seguro médico pero no pueden pagarlo no pasa de 15 millones. Los 50 millones frecuentemente citados incluyen entre 10-15 millones de personas que están ilegalmente en nuestro país, otros 10-20 millones que pudieran adquirir seguros pero que no quieren hacerlo porque son jóvenes y/o saludables y otros, elegibles para los programas de Medicare/Medicaid, que no lo solicitan.
Sin embargo, todos los incentivos políticos son para que los políticos sigan obligando a las compañías de seguros a cubrir cada vez más tratamientos. Esto los hace lucir bien, pero obliga a las compañías a subir sus pólizas. Una de las maneras más simples de abaratar los costos de los seguros médicos sería eliminando las regulaciones estatales de las compañías de seguros, esto liquidaría miles de mandatos estales y promovería la competencia entre las compañías de seguros, haciendo bajar los precios.
La mejor forma de bajar drásticamente los precios, sin embargo, sería reformar la actual legislación sobre las demandas (tort reform) que obliga a los médicos a practicar una “medicina defensiva”, ordenando una larga serie de exámenes y pruebas innecesarias para protegerse contra absurdas demandas por negligencia médica. Infortunadamente, los abogados han donado más dinero que ninguna otra industria para las campañas políticas federales y estatales. Esto incluye $780 millones para campañas políticas federales y $725 millones para elecciones estatales, sólo en los últimos diez años. El 90 por ciento o más va a los candidatos demócratas. Nancy Pelosi y Harry Reid le deben mucho a esos grupos de abogados. El mismo Howard Dean lo confesó públicamente. Es por esto que un Congreso demócrata jamás afectará los intereses de los abogados y seguirá haciendo imposible la vida de los médicos. Y por lo que todos nosotros tendremos que seguir pagando demasiado por la atención médica.
El proyecto de reforma de la salud pública que el Gobierno de Obama y los demócratas nos quieren imponer es ruinoso. Va a garantizar un inmediato y fuerte aumento de los impuestos que afectará duramente a los pequeños negocios y, por consiguiente, frenará la recuperación económica. Por otra parte, significará una drástica rebaja en los servicios de Medicare que afectará, fundamentalmente, a nuestra vasta población de personas mayores.
Estados Unidos es la nación más endeudada del mundo. Nuestra deuda nacional está a niveles estratosféricos y este gobierno sólo hace aumentarla de una manera sin precedentes en la historia de nuestro país. Los gastos de Medicare, Medicaid y la Seguridad Social son insostenibles y, sin embargo, este gobierno pretende cargarnos con billonarios gastos adicionales. Todo esto habrá que pagarlo. Los impuestos para hacerlo van a recaer sobre nosotros y sobre las generaciones futuras. Los demócratas hacen esto porque aspiran a una sociedad donde el estado y no los individuos jueguen el papel fundamental. Esto terminará con el excepcionalismo americano, liquidará nuestra competitividad, desvalorizará nuestra moneda y empobrecerá definitivamente a nuestro país. Esto es lo que significa la izquierda en el poder, y un ideólogo de la misma como presidente de Estados Unidos.