En defensa del neoliberalismo

La cumbre de la infamia

Adolfo Rivero Caro

La cumbre de presidentes latinoamericanos en Brasil ha servido para la incorporación oficial de Cuba al Grupo de Río. Por primera vez, ni Estados Unidos ni la Unión Europea estuvieron en la reunión. Deberían alegrarse. Independientemente de su fracaso práctico, la reunión se caracterizó por una emulación en la infamia. No hubo ni la sombra de una crítica a la dictadura más larga y sangrienta del hemisferio. No hubo ni el más mínimo gesto de solidaridad con el pueblo cubano ni con los centenares de presos políticos que se pudren en sus cárceles. Todo lo contrario. Los presidentes compitieron por fotografiarse sonrientes con un miserable, un violador de todos los derechos humanos empapado en sangre de los pies a la cabeza. Todas las críticas se concentraron en EEUU, el único país que se ha mantenido solidario con el pueblo cubano, a pesar de todos ellos.

Lula dijo que no había ''ninguna razón'', económica o política para el bloqueo de EEUU. Por favor. Se podrá no estar de acuerdo con el bloqueo como táctica de lucha contra la dictadura cubana pero lo que no se puede decir es que ''no existe ninguna razón'' para el mismo. Más lamentable, si se quiere, fue la actitud del presidente de México, Felipe Calderón. ''Es un privilegio dar la bienvenida a Cuba como miembro del Grupo de Río'', dijo, añadiendo esta verdadera joya: ''La presencia de este país hermano será muy valiosa para la construcción de un destino común con valores compartidos''. Por favor. Yo quisiera que alguien me explicara los ''valores'' que México comparte con Corea del Norte y con Cuba, las últimas dictaduras comunistas del mundo, ferozmente represivas y hostiles a todo tipo de cambio.

Es muy probable que el 2009 sea un año de conmociones políticas. La recesión mundial lo hace prácticamente inevitable. El descenso en el precio de las materias primas va a tener un duro impacto en los países subdesarrollados. Todos lo saben y Raúl Castro quiere aprovechar su posición anticapitalista en un momento en el que el capitalismo atraviesa una de sus periódicas recesiones. En estos momentos, lo que llama la atención de los dirigentes latinoamericanos no es que ese anticapitalismo haya hundido en la miseria al que, hace 50 años, era uno de los países más prósperos del continente sino que haya sobrevivido. Que haya sido porque una dictadura le ha quitado al pueblo cubano toda posibilidad de expresión y de protesta, no les parece demasiado importante. Y, sin embargo, ésa es su oculta receta contra todas las dificultades.

¿De qué se preocupa Chávez, por ejemplo? ¿De qué sus ingresos vayan a disminuir verticalmente y eso le va a restar apoyo popular? Grave error. En primer lugar, nunca debió haberle dado demasiada importancia a ese apoyo. Nunca debió haber confiado en elecciones. De lo único que realmente tiene que preocuparse Chávez, como se lo ha dicho Fidel Castro una y otra vez, es de no haber conseguido imponer la dictadura en Venezuela. Que nadie se engañe con los acuerdos comerciales, el objetivo principal del viaje de Raúl Castro a Venezuela ha sido el de advertir a Chávez de que corre un peligro mortal. El desplome de los precios de petróleo va a hacer descender en barrena su ya precaria popularidad. Y si no asegura su dictadura a breve plazo, está condenado a perder el poder. Raúl ha ido a Caracas para advertírselo, una vez más, y para garantizarle una ayuda extraordinaria para la represión en los próximos meses. Estamos en vísperas de una ola represiva sin precedentes en Venezuela. Y uno de sus objetivos fundamentales van a ser los dirigentes estudiantiles.

Tenemos que insistir en que para la izquierda marxista-leninista, de América Latina, ganar unas elecciones sólo representa una oportunidad para imponer su dictadura desde el poder y bajo la cobertura de haber llegado al gobierno democráticamente. En este sentido, la incapacidad política de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha sido realmente impresionante. La principal culpa, sin embargo, es de Estados Unidos. Los embajadores de EEUU tienen que defender las posiciones de principios del gobierno americano. No se trata de estar criticando esta o aquella política gubernamental. EEUU no puede intervenir en los asuntos internos de otro país. Se trata de defender los principios ideológicos atacados por esas políticas. Nada les impide promover discusiones intelectuales sobre los mismos. Cuando Chávez se proclama un admirador de Lenin, por ejemplo, ¿manda a traducir al español la embajada americana cartas y telegramas de Lenin como los que aparecen en Lenin el Desconocido, de Richard Pipes? Nunca se les ocurre. (Los amigos venezolanos pueden encontrar la introducción del libro, traducida al español, en www.neoliberalismo.com.) Yo recuerdo el enorme trabajo que hizo la Editorial Progreso para difundir las ideas marxistas en el mundo de habla hispana. Y que nadie me diga que trabajó fue en vano. La URSS habrá desaparecido pero las ideas marxistas siguen siendo hegemónicas en toda América Latina.

La recesión mundial le permite a Raúl Castro justificar el viejo anticapitalismo de la revolución cubana e ignorar que el comunismo, su modelo social, fue violentamente rechazado hace casi veinte años por todos los pueblos de la Europa de Este. Y que, un par de años después, se desplomó en la misma Unión Soviética, ''la patria de Lenin'', un país al que tuvieron que cambiarle hasta el nombre, la bandera y el himno. ¡Por favor! El sistema de la libre empresa y el libre mercado siempre tiene problemas, ocasionalmente graves, pero todas sus alternativas han sido funestas. Es bueno recordarlo.

Diciembre, 2008

 

 

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