En defensa del neoliberalismo
 

El feminismo. ¿Cuántos sexos hay?

 

Adolfo Rivero


La izquierda americana tiene en el feminismo uno de sus más importantes y exitosos frentes de lucha. "El feminismo", ha dicho Carol Ivonne, "no es sólo sobre derechos iguales para las mujeres... el feminismo  aspira a ser mucho más que eso. Aspira a ser un esquema totalizador basado en una gran teoría tan amplia como el marxismo, tan confiada en su capacidad  de desenmascarar significados ocultos como la psicología freudiana y tan fervorosa en su condena de los apóstatas como la Inquisición medieval. La teoría feminista nos suministra una nueva doctrina del pecado original: todos los males del mundo tienen su origen en la supremacía masculina". En efecto, añade, "Al igual que el marxismo, el feminismo puede explicarlo todo desde los anuncios hasta la religión siguiendo un hilo conductor único: la opresión de las mujeres".

Lo que comenzó en los años 60 como algunos cursos de mujeres y sobre mujeres en los departamentos de humanidades tiene ahora más de 600 programas universitarios y varias docenas de cursos de postgrado en las universidades de todo el país.

El objetivo original de estos estudios era rescatar trabajos poco conocidos de mujeres a través de los tiempos. En la realidad, se han convertido en una perenne diatriba contra todos los hombres (particularmente contra los que son blancos, europeos y muertos, inclusive hay una sigla para ellos: DWM (dead white males) y los problemas sociales que ellos han originado. Esta ideología ha sido protegida por una práctica singularmente parecida a la de los estados totalitarios. Todo debate ha quedado silenciado. Se ha creado una enorme brecha entre la obligación universitaria de educar y los objetivos políticos del movimiento feminista.

Para las feministas radicales, todo lo que se considera como parte de nuestro fondo de conocimientos es una creación masculina y por consiguiente debe ser cambiado por un enfoque femenino supuestamente superior. Según Patai y Koertge, el credo de estas feministas es que ‘Nuestra cultura, incluyendo todo lo que se enseña en las escuelas y universidades está tan embebido en el pensamiento patriarcal que todo tiene que ser arrancado de raíz si se quiere posibilitar un verdadero cambio. Todo tiene que desaparecer, hasta las supuestamente universales disciplinas de la lógica, las matemáticas y la ciencia en general, así como los valores intelectuales de objetividad, claridad y precisión de la que estas últimas dependen. Quienes crean que esto es una franca exageración deberían leer...

Para estas ideólogas, la lógica ha sido el instrumento utilizado por el patriarcado a través de la historia para oprimir, subyugar y marginalizar a las mujeres. En relación con la ciencia, a los estudiantes se les enseña que `las impresiones intuitivas se acercan más a la verdad que los argumentos elaborados, y que los estudios anecdóticos cualitativos son más humanos y, por consiguiente, superiores a los rigurosamente estadísticos... porque estos últimos ignoran la rica peculiaridad de los casos individuales.

  Todo el movimiento feminista está animado por el mismo sentimiento profundamente anti-intelectual. Para estas militantes, Shakespeare sólo es un DWM (dead white male) elitista cuya obra refuerza la opresión del patriarcado y condona la actual jerarquización de la sociedad. La realidad, es que casi ninguna de las "especialistas" en "estudios femeninos" tienen ningún entrenamiento científico en materias como matemáticas, física, química o biología y ni siquiera en economía, historia, filosofía o literatura. Esto les imposibilita abarcar los temas que pretenden explicar. Pero cuando los estudiantes quieren abandonar esas asignaturas su actitud es considerada como un "prejuicio", supuestamente similar al racismo o al antisemitismo y pueden ver rebajados sus promedios académicos.

  En las universidades, protestar contra este terrorismo intelectual es prácticamente suicida. El primer desvelo de las feministas es asegurar posiciones administrativas claves desde las que puedan influir en la política universitaria de contratación. Y, nuevamente, oponerse a estas designaciones es considerado por ellas como "sexista", "prejuiciado" o algo peor. Las comisiones que seleccionan los profesores de las facultades han sido intimidadas hasta el punto de preguntar a los potenciales candidatos sobre su actitud hacia los estudios feministas, cómo piensan incorporar esos nuevos estudios feministas en sus trabajo de curso y en sus investigaciones, y como piensan afrontar "el rechazo" y "el resentimiento" que va a provocar su correcta actitud. Si dan las respuestas correctas son aceptados como miembros de las facultades porque han demostrado conocer los principios del pensamiento políticamente correcto.

Increíblemente, esa política de chantaje y terrorismo intelectual se ha impuesto en el mundo académico norteamericano, disminuyendo de manera catastrófica su nivel intelectual. En la mayoría de las universidades americanas ya puede conseguirse una licenciatura en literatura inglesa sin haber leído a Shakespeare. Después de todo, Shakespeare no es mas que un DWM, elitista y misógino.

Seguramente usted se habrá dado cuenta de que la prensa utiliza cada vez más la palabra "género" en lugar de "sexo". En efecto, a las feministas no les gusta hablar de "sexo". Utilizan "género". ¿Por qué? Como dijo Bella Abzug, la dirigente de una importante organización no lucrativa presente: "Los actuales intentos por varios estados miembros de expurgar la palabra "género" de la Plataforma para la Acción y sustituirlo con la palabra "sexo" es un intento insultante de revertir las ganancias hechas por las mujeres, de intimidarnos y bloquear ulteriores progresos. No nos obligaran al concepto de "la biología es un destino" que trata de definir, confinar y reducir las mujeres y las niñas a sus características sexuales físicas".

Por supuesto, es delirante afirmar que referirse a sexo masculino y femenino sea "reducir" a las personas a sus características sexuales físicas. Lo que sucede es que, en la jerga feminista, "sexo" es puramente biológico mientras que "género" se refiere a "papeles culturales". Las feministas afirman que las diferencia de comportamiento entre hombres y mujeres son "socialmente construidas", constituyen un producto social. Por consiguiente, bastarían ciertas alteraciones en el ambiente social y cultural para eliminar esas diferencias, con excepción, obviamente, de las físicas.

Esto, por supuesto, no es nada nuevo. En realidad, no es sino un refrito del viejo concepto marxista del carácter derivado de la superestructura. Puesto que los hombres son una arcilla infinitamente maleable, distintas relaciones de producción producen distintas formas de conciencia social. De aquí, según Marx, que la aniquilación de la burguesía acabaría con la explotación del hombre por el hombre y esto, a su vez, acabaría con los vicios y las miserias humanas. Aniquilar las relaciones de producción capitalistas y acabar con la burguesía posibilitaría el surgimiento del ‘hombre nuevo’, elemento indispensable para la construcción de la nueva Arcadia puesto que el hombre ‘viejo’ (es decir, todos nosotros) demostraba ser una materia prima excesivamente reacia.  La necesidad de destruir lo existente, y de recurrir a los métodos más implacables,  está justificada por la suprema belleza de los objetivos a conquistar. Recordemos las palabras de Trotsky en Literatura y Revolución: "El hombre medio llegará a igualarse a un Aristóteles, a un Goethe o a un Marx. Y, por encima de tales cumbres, se alzarán picos aun mayores." En realidad, lo que hemos visto en la práctica, han sido nuevas generaciones de hipócritas, proxenetas, jineteras y expertos en la bolsa negra.

Desgraciadamente para estos teóricos, hay algunos inconvenientes. Pensando que nuevas relaciones de producción producirían nuevas formas de explicar el mundo, los soviéticos estuvieron tratando de cambiar los hábitos culturales del pueblo ruso durante más de 70 años. No lo consiguieron. La Unión Soviética desapareció antes de que el pueblo cubano llegara a preferir las películas rusas a las de Holywood. Colapsada la Unión Soviética y el campo socialista, el mayor experimento utópico de la historia, los nuevos utopistas ya tienen lista su nueva agenda. Pero ahora no se trata de destruir el dominio de la burguesía sino el de los hombres.

Según las feministas, no hay que hablar de 'sexos', excesivamente identificada con 'hombres y mujeres' sino de 'géneros'. Y hay …¡cinco de ellos!: hombres, mujeres, lesbianas, homosexuales (gays) y bisexuales. La heterosexualidad es una construcción social, un producto de la cultura y, por consiguiente, no es ni más ni menos natural o deseable que la homosexualidad. Uno de los grupos más activos en la preparación de la última conferencia internacional sobre los problemas de las mujeres en Pekín fueron las lesbianas.

En una entrevista con la dirigente feminista Betty Friedan, Simon de Beauvoir dijo: "No se debería autorizar a ninguna mujer a quedarse en la casa y criar hijos. La sociedad debería ser totalmente diferente. Las mujeres no deberían tener esa opción porque demasiadas mujeres la tomarían". El feminismo no significa mayor libertad para las mujeres, significa negarles las libertades que las feministas desaprueben.

Prueba de lo anterior es que las feministas son implacables críticas de las mujeres que han brillado aunque rechazando la ideología feminista como Margaret Thatcher, Jeane Kirpatrick o Condaleeza Rice.

En el Informe Hite sobre la Familia, Sheren Hite pide una "revolución democrática en la familia". La misma implicaría, entre otras cosas, "niños criados con la opción de si aceptar o no el poder de sus padres". Según Hite, el origen de la agresión está en la estructura familiar donde "para recibir amor, la mayoría de los niños tiene que humillarse una otra vez ante el poder".

El oscurantismo feminista no tiene nada que ver con la ciencia. Las investigaciones sobre el cerebro han demostrado que hombres y mujeres piensan de manera diferente. Los hombres piensan con una parte mucho más localizada de su cerebro que las mujeres. Es bien conocido que las hembras de los mamíferos son más resistentes a los riesgos del medio ambientes que los varones. La prolongada infancia de los mamíferos y, en particular, del hombre, ha convertido en una gran ventaja genética que las hembras puedan funcionar continuamente.

El papel de los padres y las madres nunca ha sido igual, excepto en las utópicas fantasías de algunas intelectuales. El papel de los machos en la perpetuación de la especie es limitado y relativamente sencillo. Las actividades más difíciles, comenzado con la preñez y el parto, recaen en la mujer. Los infantes se aferran a ella como la primera y mas importante figura de sus  vidas.

Constantemente en la prensa norteamericana se hacen comparaciones entre hombres y mujeres en cuanto a su número respectivo en las diversas ocupaciones, industrias, cargos o nivel de ingresos. Pero esas comparaciones carecen de sentido porque se están comparando manzanas con naranjas, entidades completamente diferentes. Todos los aspectos de la vida de las mujeres están decisivamente influidos por la maternidad, actual o potencial. Desde hace mucho tiempo las mujeres se han concentrado en ocupaciones donde se pueda interrumpir la carrera y recuperarla años después, tras haber tenido hijos y haberlos criados hasta que puedan ser dejados en centros de atención infantil. Las ocupaciones con índices de cambio tecnológico muy rápido --computadoras o aeroespacial, por ejemplo-- tienden a ser fundamentalmente masculinas, así como todas aquellas en que las largas horas de trabajo eliminen la posibilidad de ocuparse del hogar y la familia.

Ser abogado de un gran bufete o dirigente de gran corporación no son trabajos de 9 a.m. a 5 p.m. Hay que tener una disponibilidad ilimitada, independientemente de otras necesidades. Es perfectamente comprensible que la mayoría de las mujeres no haya querido y no quiera seguir ese camino. Esta realidad disgusta profundamente a las feministas. Para ellas, dondequiera que haya más hombres que mujeres tiene que ser resultado de una maligna y deliberada discriminación. Desde su perspectiva, hombres y mujeres son especies en competencia más bien que personas cuyos vínculos mutuos son los más estrechos e íntimos imaginables: madre, padre, hijos, novios, marido, mujer.

La investigación cerebral ha revelado otros aspectos que también son importantes a la hora de tratar de producir paridad estadística entre hombres y mujeres. Se ha demostrado que la cantidad de atención que los infantes reciben afecta el desarrollo físico de sus cerebros. El bebito al que se le habla y que recibe  atención desarrolla más redes neuronales que al que dejan vegetando en una guardería, o al que no recibe atención de la madre. Las feministas, al denigrar constantemente la función de las madres y amas de casa, han hecho sentir a muchas mujeres que no hacen gran cosa si simplemente perpetúan la especie y socializan a sus hijos. Pero estamos pagando un alto precio por esos hijos no adecuadamente socializados.

En su libro 'Professing Feminism, the Strange World of Women's Studies', Daphne Patai y Norettta Koertge afirman que los estudios feministas se han desenfrenado. Lo que se ha desarrollado, dicen, ha sido una activa campaña de adoctrinamiento sobre la base de una ideología intolerante y dogmática que ha tratado de proteger su influencia mediante una 'policía ideológica' no sólo dentro del campo de los estudios femeninos sino dentro de la vida universitaria en general. Los objetivos académicos han quedado completamente subordinados al activismo político de las feministas radicales. Según éstas, el patriarcado ha mantenido y sigue manteniendo a las mujeres (y a los estudios femeninos) débiles, aisladas y marginalizadas. De aquí que su ideología tome la forma de 'separatismo', es decir, de la exclusión de las aulas de todo lo que tenga un origen masculino. Esto ha resultado en la exclusión de cualquier autor de programas, listas de libros o citas en documentos académicos por el solo hecho de ser hombre. Además de los numerosos cursos de Estudios Femeninos (Women's Studies). También hay estudios Afro‑americanos, Estudios Hispanos, Estudios Homosexuales y mucho más (3).

Las ideas tienen consecuencias y el activismo político derivado de este activismo académico esté dejando sus huellas por todo el paisaje social. Esto incluye la legislación a favor de programas de supuesta equidad sexual; los programas de acción afirmativa y los códigos obligatorios sobre hostigamiento sexual en los centros de trabajo, hostigamiento  definido como todo comportamiento que no sea del agrado de las feministas.

La pastilla anticonceptiva, disponible en Europa desde los años 50, fue aprobada por la Agencia de alimentos y Drogas en los años 60. La última prohibición estatal en los contraceptivos fue revocada por el Tribunal Supremo en 1965. La píldora parecería haber resuelto la causa histórica del movimiento de emancipación femenino que había sido la lucha contra la constante reproducción. Con todo, la píldora fue uno de estos logros técnicos, como la imprenta o la pólvora, cuyos efectos se hacen sentir sobre toda la sociedad. Uno de esos efectos no deseados fue alterar el concepto de responsabilidad paterna, laboriosamente formado a través de milenios.

La 'libertad reproductiva' significa aborto sin limitaciones para los heterosexuales e inseminación artificial para las lesbianas que quieren tener hijos y criarlos.

Y el feminismo ha hecho un tremendo daño en las Fuerzas Armadas que comentaremos en una próxima ocasión.