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Editorial: Cómo se transita por el “camino del pueblo” Un grupo de opositores dentro y fuera de Cuba firmaron una declaración política, que aborda diversas irregularidades sociales. Por supuesto, que esas irregularidades tienen implicaciones políticas, implícitas en las condiciones naturales totalitarias del régimen cubano. El documento plagado de retoricas y frases halagüeñas ha despertado algún interés mediático, y llama la atención como alrededor del mismo se juntan personas de tan diferentes caracteres e intereses. Aunque tal vez haya intereses que los unan, que no sean de conocimiento público. Lo que sí se puede asegurar, que la gran mayoría tienen la mejor voluntad, de que los deseos plasmados en ese documento, aunque fuese por arte de magia se hicieran realidad. Muchos de ellos han aportado sacrificios y sufrimientos bien conocidos, como parte de los presos de la primavera negra. Pero a pesar de la primavera negra, nuestra causa, en el mejor de los casos, atraviesa una primavera ártica. Lo que caracteriza la situación cubana es su glacial inmovilismo. En algunos medios, muchos catalogados como analistas políticos o “cubanólogos” consideraron este llamamiento como un proyecto de nación, con base popular. No es menos cierto que un proyecto de nación hace una gran falta en el proceso cubano. Pero un proyecto es algo mas allá de la enumeración de una gran cantidad de buenos deseos. Este documento, muy similar a sus predecesores, no dice como se transita por “el camino del pueblo”. Es un absurdo considerarlo como un proyecto político y mucho menos con base popular, si ni siquiera sus firmantes son conocidos por la población cubana, y reconocidos como líderes sociales. Es una ilusión política pedirle al gobierno cubano que comparta el poder con sus adversarios políticos. Incluso muchos les ofrecen a Raúl Castro y sus allegados un juicio justo y con todas las garantías procesales. Semejante propuesta no sé si será parte del camino del pueblo, pero lo que si estamos seguro que nada tiene que ver con los caminos de la nomenclatura. Y no es que no haya propuestas serias y proyectos realistas de vinculación con las masas, pero los intereses grupales y personales no los aúpan. Los recursos muy limitados y en manos de los menos expertos, y de dice menos expertos, porque los cuantiosos millones de dólares otorgados por las Agencias norteamericanas no han tenido impacto alguno en la sociedad cubana en su proceso democratizador. Los mecanismos y proyectos para incorporar a la sociedad cubana en la rueda de la democracia participativa están en ejecución. Sin embargo, sin presupuesto es imposible esperar resultados positivos algunos. Si no se cambia la estrategia, los cambios en Cuba vendrán por la vía biológica de sus líderes actuales. Y si no formamos los líderes democráticos con reconocimiento social, los nuevos líderes serán los que se regeneren a partir del régimen actual. Líderes sociales que están en contacto directo con la población cubana reconocen que hay un gran descontento popular, pero no hay quien canalice ese descontento y lo convierta en una energía de protesta. La ausencia de liderazgo está dada por varias razones: la discriminación ideológica es la principal causa, que impide que un líder social puede mantenerse económicamente. Hay una gran cantidad de profesionales que disienten del sistema y muchos por su actitud han sido expulsados de su actividad profesional, pero en la oposición no pueden sostenerse por falta de apoyo económico. Lo más que pueden hacer es resistir contra vientos y mareas y esperar la salida del país, por cualquier vía, aunque la más codiciada es como refugiados hacia los Estados Unidos. Ante este triste panorama, da lástima patriótica ver cómo nos conformamos y depositamos todas nuestras esperanzas a un simple papel, que más que un camino nos lleva a un laberinto político. Un empantanamiento que parece nunca terminar y cuando esperamos que surjan propuestas inteligentes, vemos como nuestros principales representantes se tienden y caen en sus propias trampas políticas. En Cuba hay crisis de todo tipo, menos crisis de poder. La jerarquía cubana tiene todo bajo control, y no hay una oposición en estos momentos que ejerza presión sobre el régimen para llevarlo a negociaciones. Incluso, si se produjera un vacío de poder la oposición no tiene estructuras para elegir entre sí y formar gobierno. Si los verdaderos líderes de la oposición, los que de una forma u otra han alcanzado alguna base social, se ven obligados debido a su necesidad personal y familiar de abandonar el país, seguiremos dejando el campo de batalla al enemigo y luego venir al exilio para cambiar de escenarios y adversarios. Aquí la lucha es entre los que van y los que no van, entre los que hacen y entre los que no hacen y siempre compulsados y manipulados por los agentes de inteligencia castristas. En realidad, el camino del pueblo sigue sin construir.
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