En defensa del neoliberalismo

 

Cambios necesarios

 

Adolfo Rivero Caro

Si nos guiamos por las quejas, llantos y lamentos de los liberales americanos, los cambios en el gabinete de Bush parecer ser muy positivos. Empecemos por el Departamento de Estado. Todo el mundo admira y respeta a Colin Powell, y con sobrada razón. No sólo es un hombre excepcionalmente talentoso, sino también decente y leal. El problema es que estamos en guerra y el Departamento de Estado, como casi todo el aparato estatal, está totalmente copado por los liberales americanos. Ahora bien, los liberales americanos se han convertido en los guardianes del status quo. Ese status quo, sin embargo, se ha visto radicalmente alterado tras los ataques del 11 de septiembre del 2001.

La comisión Rudman-Hart, una entidad bipartidista comisionada por el gobierno de Clinton, había advertido, mucho antes del 11 de septiembre, que con el fin de la guerra fría era imperativo transformar el aparato estatal para adaptarse a las realidades de la nueva época. Powell utilizó el Departamento de Estado, pero nunca trató de transformarlo. Ha tenido grandes éxitos, pero ha dejado intacto un vasto aparato diplomático esencialmente incapaz de promover una nueva y necesaria visión del mundo. Es un aparato que ha dejado prosperar el antiamericanismo en el mundo entero porque, como es típico de los liberales americanos, considera que EEUU es el problema y no la solución. La gran mayoría del pueblo americano ha rechazado esa visión. Donald Rumsfeld, por ejemplo, pese a ciertos errores, ha hecho una labor titánica rehaciendo el Departamento de Defensa. Al parecer, algo por el estilo está empezando a suceder en la Agencia Central de Inteligencia. En una entrevista con Charles McCarry, un antiguo espía autor de varios excelentes libros, éste dijo: ``Nunca conocí a un estúpido en la agencia. Ni a un asesino. Ni a un republicano. Al menos en la sección de operaciones donde yo trabajaba, todos eran liberales''.

El pasado fin de semana, Michael Scheuer, que había encabezado la unidad de la CIA especializada en Bin Laden, tuvo que abandonar la agencia. Cuando concedió entrevistas tras la publicación de su último libro, Imperial Hubris, donde criticaba ácidamente a sus jefes, éstos decidieron silenciarlo. ''Mientras el libro fuera para atacar a Bush, me daban carta blanca para hablar con la prensa'', comentó Scheuer. No es ningún secreto que las famosas filtraciones de la CIA han estado dirigidas a sabotear la política del Presidente. Esta es la situación que ha entrado a resolver Porter Goss, el nuevo director de la agencia. En los últimos días, disgustados por la nueva orientación, varios veteranos han decidido presentar su renuncia. Que nadie sufra demasiado por su partida. No se trata precisamente de los grandes maestros del espionaje. ¿Cómo podrían serlo? ¿La gente que decía que Alemania Oriental era la séptima potencia industrial del mundo? ¿La agencia cuyos presuntos espías en Cuba siempre resultaban agentes de Castro? ¿La agencia cuya gran estrella de la contrainteligencia resultó ser un agente soviético? ¿La organización de inteligencia que no tenía ni un solo agente confiable en Irak? Por favor.

Condolezza Rice, estrechamente vinculada al Presidente, pudiera ser una figura idónea para sacudir el Departamento de Estado. Por otra parte, tuvo estrechas relaciones con Otto Reich durante la permanencia de éste en la Casa Blanca. Es probable que se sintiera más cerca de él que de muchos fríos y aristocráticos anglos. No creo que Condoleezza sea de los que tienen que buscar a Cuba en el mapa ni de los que crean que Castro es un problema insignificante. A muchos americanos de origen cubano su nombramiento nos parece una excelente y prometedora noticia.