En defensa del neoliberalismo

Al borde del abismo
Adolfo Rivero Caro

Mañana son las elecciones en Colombia, un evento de enorme trascendencia para el futuro de nuestro continente. Fundamentalmente, lo que se va a decidir en ellas es si Colombia va a seguir siendo el adalid de la libertad, como lo ha sido bajo la presidencia de Alvaro Uribe, o si se va a sumar a la legión de los admiradores del colectivismo y de Fidel Castro, encabezada por Hugo Chávez.

El pueblo colombiano apoya y admira a Uribe, y ciertamente hubiera sido reelecto si se hubiera podido postular. Por otra parte, no hay duda de que el continuador de la obra de Uribe y de la victoriosa guerra contra las FARC es Juan Manuel Santos, su ministro de Defensa. Tan obvio es, que Chávez ha llegado al extremo de plantear la posibilidad de una guerra y la suspensión de las relaciones comerciales con Colombia en caso de que fuera electo. No se puede concebir mayor interés ni mayor injerencia en los asuntos internos de otro país. Es un argumento claro y decisivo a favor de Santos.

La política del presidente Uribe y el trabajo de las fuerzas armadas de Colombia ha podido arrinconar y casi poner en agonía a las FARC. Juan Manuel Santos ha sido una figura clave en este proceso. Sin embargo, ha sido el extraordinario éxito de Uribe y de Santos el que ahora parece volverse contra ellos porque, en gran medida, la relativa normalidad subraya las molestias e inconvenientes de una situación de guerra. La gente olvida que es el precio que el pueblo tiene que pagar por vivir en guerra. La total normalidad sólo puede conseguirse mediante el total aplastamiento de las FARC y no tratando de eliminar de las necesarias molestias que significa la guerra. Negarse a pagar ese precio sólo puede ayudar a las FARC a recuperarse, una posibilidad siempre presente gracias a Chávez, cuya máxima ambición es apoderarse de Colombia. Es por eso que su verdadero candidato es Mockus, un hombre débil e irresoluto, ideal para presionar. No hay que olvidar que dentro de Colombia existen poderosas fuerzas amigas de Castro y encubiertas aliadas a Chávez. Con Mockus en el poder podrían conseguir una influencia decisiva.

Mockus podrá haber tratado de distanciarse de Chávez (tras haber dicho que lo admiraba) y que ``le tiene afecto a Estados Unidos'' pero no puede haber dudas hacia donde se inclina. Por favor. Ha dicho que estaría dispuesto ¡a extraditar a Uribe! ¿Cómo es posible que el pueblo colombiano, que admira y respeta a Uribe, pueda elegir a Mockus para sucederlo? Sería una contradicción fatal para Colombia.

En medio de una guerra contra una poderosa insurgencia financiada por el narcotráfico y respaldada por Fidel Castro y Hugo Chávez, este hombre dice soñar con una Colombia sin ejército, ``como una Costa Rica''. Por favor. ¿En qué país vive? Una presidencia suya entregaría Colombia a sus enemigos. Nada de esto hubiera sido imaginable si no hubiera sido por las deficiencias de la campaña de Santos, un hombre tan brillante como gobernante como opaco y deslucido como candidato político. Santos ha sido extraordinariamente enérgico como ministro de Defensa, como lo demuestra la famosa operación en que murió Raúl Reyes, el comandante de las FARC. Sin embargo, se muestra débil y tímido como candidato político. Es un león que no sabe rugir. Recientemente, escuché una entrevista de Jorge Ramos a dos comentaristas políticos colombianos. Cuando les preguntó sobre el papel de Chávez, ambos dijeron que tanto Mockus como Santos habían eliminado a Chávez de su discurso, lo que consideraban muy positivo porque las elecciones eran un asunto interno de Colombia. Por favor. Claro que esto es muy positivo pero no para Santos sino para Mockus. Que Santos haya sacado de su discurso la violenta oposición de Chávez, el más obvio y contundente de los argumentos a su favor, es desconcertante y casi suicida.

El movimiento Visionarios por Colombia, creado por Antanas Mockus, hoy lo tiene como el candidato del Partido Verde, fundado en el 2005, por cierto, por los reinsertados y amnistiados del M-19 Carlos Ramón González Merchán y Héctor Elías Pineda. Es mucho lo que hay detrás de Mockus, y nada es bueno. Lo primero que haría, de llegar al gobierno, sería tratar de reformar la Constitución (como hacen todos los simpatizantes del socialismo del siglo XXI) para eternizarse en el poder. Colombia está al borde del abismo. Ojalá la mayoría de los colombianos lo comprenda a tiempo.

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