La batalla del
petróleo
Adolfo Rivero Caro
Es increíble que el Congreso controlado por los
demócratas se haya ido a sus cinco semanas de vacaciones sin haber
querido enfrentar nuestra grave crisis energética. Nancy Pelosi, la
presidenta de la Cámara, no quiere que los representantes demócratas
tengan que votar en contra de levantar la prohibición de buscar
petróleo y gas en la plataforma continental de EEUU y el Refugio de
la Vida Silvestre en Alaska. Sabe que la mayoría del pueblo
americano quiere aumentar la producción nacional y que impedirlo una
vez más perjudicaría políticamente a un Congreso ya muy impopular.
Todo por no disgustar el poderoso grupo cabildero de los
ecologistas, uno de sus principales contribuyentes y, quizás
también, pensando en que, mientras peor la situación, mejor para los
demócratas en las próximas elecciones. Es muy probable que sea un
grave error político. La terca negativa demócrata a desarrollar la
producción petrolera nacional, se está volviendo cada vez más contra
ellos.
Los representantes republicanos han protestado vigorosamente e
inclusive han permanecido en Washington exigiendo una sesión del
Congreso para, entre otras medidas, levantar la prohibición de
buscar petróleo y gas en la plataforma continental y el Refugio de
la Vida Silvestre en Alaska. El presidente Bush se lo ha pedido al
Congreso una y otra vez. Todo ha sido inútil. Los demócratas
insisten en argumentos absurdos. Dicen, por ejemplo, que la
perforación no va a tener ningún impacto a corto plazo porque la
producción demoraría años. Pero ese mismo argumento se ha estado
utilizando desde hace décadas, lo que nos ha traído a la situación
actual. La realidad es que, aunque el nuevo petróleo se demora años
en llegar a los consumidores, la simple perspectiva futura tendría
un impacto inmediato sobre el precio del petróleo y la gasolina. Las
preocupaciones sobre posibles problemas futuros en el Medio Oriente
y América del Sur se verían compensadas por la perspectiva de un
incremento en la producción nacional.
Se dice que la perforación en las aguas territoriales llevaría a
peligrosos derrames que perjudicarían nuestras playas así como la
flora y la fauna. Es un argumento muy débil. Noruega, que es un gran
exportador de petróleo y busca todo su petróleo en el mar, nunca ha
tenido ningún problema de derrames. No hay ninguna razón por la que
EEUU no pudiera tomar las mismas precauciones ecológicas de Noruega.
Ciertamente que nuestra tecnología no es inferior. La realidad es
que prácticamente todos los derrames han venido de tanqueros que
transportaban el petróleo. Por consiguiente, buscar petróleo
americano reduciría el riesgo de contaminación al reducir el número
de tanqueros que ahora tienen que venir a nuestros puertos. China,
entre otros países, piensa asociarse con Cuba para buscar petróleo
en el Golfo de México. ¿Cómo es posible que todos los países estén
luchando desesperadamente por aumentar su producción de petróleo y
el Congreso de Estados Unidos se niegue a ha! cerlo?< /P>
Todo el mundo apoya el desarrollo de energías alternativas. En
realidad, el país debería tener un gran programa de emergencia para
desarrollar el hidrógeno como combustible. El desarrollo de la
energía nuclear, tan importante en Europa, también debería recibir
un enérgico impulso aunque, aquí también, los ecologistas han sido
un enorme obstáculo. Aprovecharon el incidente de Three Mile Island
en 1979 para crear una histeria nacional sobre el asunto (¿recuerdan
The China Syndrome de Jane Fonda en ese mismo año?) y eliminar la
energía nuclear como una opción válida para Estados Unidos. Desde
entonces no se fabrica una planta nuclear en nuestro país.
Con el barril de petróleo a precios sin precedentes y el galón de
gasolina a $4, con el negativo impacto que esto tiene sobre toda la
economía y el enorme disgusto popular que ello significa, es bueno
recordar que hasta muy recientemente los liberales americanos han
estado clamando que Estados Unidos había ido a la guerra de Irak por
el petróleo, ¡para poder disponer de petróleo abundante y barato! La
realidad, sin embargo, es que en marzo del 2003, el barril de
petróleo estaba a $40, que ahora está alrededor de los $120 y,
obviamente, las consecuencias han sido muy negativas para el
gobierno de Bush. De haber sido así, ciertamente que el tiro le
habría salido por la culata. Nunca lo fue, por supuesto. Su objetivo
era establecer un gobierno democrático y próspero en el mismo centro
del mundo árabe, algo que cambiaría favorablemente el mapa
geopolítico del mundo entero. Un triunfo en Irak pasaría a la
historia como un gran logro histórico de su gobierno
Ahora, por supuesto, no es conveniente hablar de Irak.
Lamentablemente para los demócratas, estamos ganando la guerra. Es
probable, inclusive, que el clérigo chiita Moqtada al-Sadr anuncie
próximamente que piensa desarmar su ejército Mahdi, el mismo que
hace unos meses estaba bombardeando diariamente la Zona Verde de
Bagdad. De ser así, junto con la casi total derrota de Al Qaida en
Irak, Estados Unidos ya no afrontaría ninguna fuerza militar
organizada en el país. También significaría una grave derrota para
Irán, que utilizaba el ejército Mahdi como uno de sus principales
instrumentos. El progreso en Irak, aunque todavía frágil, es
sustancial e indiscutible. Seguramente van a seguir habiendo ataque
suicidas pero otros países --como Israel, por ejemplo-- han vivido
así durante muchos años y nadie duda de su estabilidad.
En todo caso, es imperativo aumentar nuestra producción petrolera y
hay que seguir presionando a los demócratas que renuncien a su
obstruccionismo. Conseguirlo no sólo haría bajar el precio de la
gasolina, sino que fortalecería toda la economía nacional.
Agosto,
2008 |
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