En defensa del neoliberalismo |
Al Gore: La conexión petrolera Adolfo Rivero Caro Los altos precios de la gasolina no son una mala noticia para todo el mundo. Al Gore controla entre $500,00O y $1,000,000 en acciones de Occidental Petroleum, la gran transnacional petrolera. Es una historia interesante. El gobierno Clinton-Gore ha tenido como política la compra de vastos terrenos con el objetivo de impedir su explotación privada. No es que haga mucha falta. El gobierno federal ya posee una cantidad de territorio equivalente a varios grandes estados. Esa política, sin embargo, ha tenido una curiosa excepción. Entre 1995 y 1997, Al Gore cabildeó para la privatización de 74 millas cuadradas de terrenos petroleros en Elk Hills, California. Ha sido la mayor privatización de terrenos estatales en la historia de Estados Unidos. Yo, personalmente, no tengo nada en contra de las privatizaciones, todo lo contrario. Sin embargo, me parece curioso que la empresa que comprara los terrenos de Elk Hills haya sido Occidental Petroleum. Es posible que el nombre de Occidental Petroleum le sea vagamente familiar a muchos cubanos que hayan vivido bajo el socialismo. Lo conocerán, fundamentalmente, gracias a los artículos publicados en la revista soviética Sputnik (una especie de versión rusa de Selecciones), en los que se hablaba frecuentemente de Armand Hammer. Este magnate petrolero norteamericano había conocido a Lenin y siempre había defendido la amistad con la Unión Soviética. Breznev lo condecoró con la Orden de la Amistad con los Pueblos. Armand Hammer, el presidente de Occidental Petroleum, nació en Nueva York en 1898, hijo de una familia de imigrantes judíos proveniente de Odessa. Su padre, Julius Hammer, fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Estados Unidos. En 1921, recién graduado de médico, Hammer partió para Rusia con un vagón de ferrocarril cargado de medicinas. Allí conoció a Lenin, el que, a su vez, se lo recomendó a Stalin como ``una pequeña vía hacia el mundo de los negocios de Estados Unidos que deberíamos usar de todas las formas posibles''. Hammer vivió unos diez años en la Unión Soviética, pero luego regresó a Estados Unidos. Era hábil para los negocios y se hizo millonario. No tenía nada que ver con el petróleo. En 1954, sin embargo, compró una pequeña compañía, prácticamente en quiebra, llamada Occidental y, en 1961, la empresa hizo sus primeros hallazgos de petróleo en California. Hammer compró otras empresas petroleras y en 1966 las ventas anuales de Occidental llegaban a los $600 millones. Hammer renovó sus contactos con los rusos en la época de Nikita Jruschov y terminó como un intermediario entre los dirigentes del PCUS y siete presidentes norteamericanos. Investigaciones publicadas recientemente parecen confirmar que hizo trabajo de espionaje para los soviéticos. La fortuna política y económica de la familia Gore se estableció, en gran medida, gracias al dinero de Armand Hammer. El padre de Al Gore empezó su carrera como un maestro de escuela rural en Tennessee. Hammer lo conoció y, por alguna razón, decidió apadrinarlo. Lo ayudó económica y políticamente. Con el tiempo, el padre de Gore llegó al Senado y, desde allí, reciprocó esos favores con entusiasmo. A principio de los años 60, defendió apasionadamente a Hammer contra las acusaciones de J. Edgar Hoover, el director del FBI, tan odiado por los liberales-fascistas americanos, porque éste quería investigar los vínculos del magnate petrolero con los soviéticos. No estaba muy despistado Hoover, como no lo estuvo McCarthy. Gore padre también ayudó a Hammer a obtener una visa para Libia, donde éste abrió nuevos campos petroleros que convirtieron a Occidental Petroleum en una poderosa multinacional. Y cuando el padre de Gore perdió su reelección en 1970, Hammer lo colocó como jefe de una subsidiaria de Occidental con un salario anual de $500,000. Nada mal para un ex maestro de escuela rural. Pero Gore hijo también se benefició de la generosidad de Hammer. El magnate petrolero amigo de Lenin, de Andropov y de Breznev ayudó a Al Gore durante toda su carrera política. La familia y las corporaciones Hammer dieron el máximo de las contribuciones legales posibles a todas sus campañas, según señalara recientemente el antiguo secretario personal de Hammer, Neil Lyndon, en el London's Daily Telegraph. Y Al Gore recibió cientos de miles de dólares en pagos anuales de $20,000 por los derechos a los minerales de unos terrenos cerca de la casa de su familia en Tennessee que Occidental nunca se molestó en explotar. ``El profundo y prolongado vínculo entre Hammer y Gore nunca ha sido revelado o investigado'', observó Lyndon. Juntos o separados, Al Gore y su esposa Tipper, utilizaban ocasionalmente el Boeing 727 privado de Hammer. Estuvieron cerca de él hasta su muerte en 1990. En 1992, cuando Bill Clinton estaba considerando a Gore para la vicepresidencia, Gore padre redactó un memo explicando los vínculos de su hijo con Armand Hammer. Era conveniente que Clinton tuviera listas sus respuestas en caso de cualquier curiosidad períodistica. No la hubo. El sucesor de Hammer en Occidental, Ray Irani, ha seguido bombeando cientos de miles de dólares en las campañas de Al Gore. Dos días después de dormir en el cuarto de Lincoln (ese recurso favorito de Bill Clinton para conseguir dinero) Irani le hizo un cheque de $100,000 al Partido Demócrata. Mientras tanto, el vicepresidente ha reciprocado en forma muy parecida a como hacía su padre. En 1995, recomendó la venta de los campos petroleros de Elk Hills, que habían sido celosamente guardados por la Marina de Estados Unidos desde 1912 como una reserva estratégica. En 1995, cuando se aprobó la venta por $3,500 millones, el Departamento de Energía no realizó su habitual valoración sobre el impacto ecológico de la operación. En vez de eso, la hizo una firma privada. En esa firma, casualmente, jugaba un papel importante Tony Coelho, el mismo que estuvo al frente de la campaña presidencial de Al Gore hasta hace pocas semanas. Renunció, según dijo, ``por razones de salud''. En realidad, varias acusaciones de corrupción lo habían convertido en un lastre para la campaña. Hay que cuidar las apariencias. Y, claro, las acciones de Occidental no son de Al Gore. Sólo las admnistra. Son de su madre. Hay que cuidar las apariencias. |