En defensa del neoliberalismo |
Frente al abismo Adolfo Rivero Caro Un estallido popular que generó las manifestaciones más monstruosas que hayan habido nunca en Caracas estuvo a punto de derrocar al presidente Chávez. Infortunadamente, Carmona no supo crear el necesario gobierno provisional de amplia coalición nacional y eso permitió que el general Raúl Baduell, que controlaba la formidable IV División Blindada, salvara al gobierno chavista. Que nadie se haga ilusiones. En Venezuela se está preparando la dictadura. Muchas han empezado con triunfos en elecciones democráticas. Tal fue el caso de Adolfo Hitler en 1933. Aprovechando una momentánea popularidad, los aspirantes a dictadores aprovechan esa coyuntura para desmantelar la institucionalidad democrática que debe impedir su perpetuación en el poder. No son conspiraciones ocultas. Hitler anunció su programa de gobierno, incluyendo el exterminio de los judíos, en un famoso libro Mi lucha publicado antes de llegar al gobierno. En los países democráticos, e inclusive en Alemania, la gente insistió en no tomarlo en serio. Hugo Chávez, por su parte, se ha declarado públicamente, una y otra vez, admirador de Fidel Castro. Ahora bien, Fidel Castro es un dictador que lleva 43 años en el poder. Y el máximo representante de una de las ideologías más populares del mundo: el odio de clases. Es la ideología de que la sociedad está dividida entre explotadores y explotados, y de que los ricos se han hecho ricos explotando a los pobres. Es la ideología de que el mundo también está dividido entre naciones explotadoras (imperialistas) y naciones explotadas. Y que las naciones industrializadas se han enriquecido robando a los países pobres, al llamado tercer mundo. ¿Nunca han oído mis lectores hablar de estas ideas? ¿No han visto ninguna película donde las fuerzas armadas de Estados Unidos sean presentadas como agresivas, brutales, inhumanas y corrompidas? ¿O que las grandes corporaciones americanas son pulpos inescrupulosos y malévolos? ¿No han leído nunca El Correo de la UNESCO? No, no son ideas extrañas. Muy por el contrario, todos nosotros estamos siendo bombardeados con ellas constantemente. Esas son las ideas que se enseñan en las universidades americanas y las que defiende la prensa ''liberal'' (ver La guerra ideológica en Estados Unidos en www.neoliberalismo.com). Son enormemente populares en América Latina, en Europa, en todo el mundo. Nosotros hablamos de la dictadura castrista. Pero Castro afirma que Cuba es una democracia, una democracia socialista. No es ningún chiste. Concederles democracia a los explotadores sería antidemocrático porque el pueblo, como cuestión de principio, no puede querer ser explotado. Esta argumentación ha fascinado al grueso de la intelectualidad mundial durante casi un siglo. Muchas personas cultivadas no comprenden que esas ideas constituyen una formidable justificación teórica para el establecimiento de dictaduras populistas. Es por eso que tantos gangsters y tantos ambiciosos sin escrúpulos las han abrazado, no es porque sean intelectuales. Y Chávez ha repetido esas ideas una y otra vez. Ahora todavía se siente débil. Ahora anda con un crucifijo en la mano y diciendo que todos somos venezolanos. Pero sería suicida confundir sus maniobras tácticas con sus verdaderas intenciones. Esa endeblez ideológica, esa incapacidad para afrontar el reto populista, producto de la penetración de las ideas socialistas, es lo que socava la fuerza del movimiento democrático en América Latina y el mundo. Los políticos tradicionales no comprenden que los revolucionarios sólo utilizan la democracia para tratar de destruirla. Que no consideran válido ningún tipo de acuerdo con los explotadores. Y esto no es ningún secreto: está explicado en todos los manuales marxistas. Pero nadie quiere preocuparse por la batalla de las ideas. Esa fue la atroz miopía del Grupo de Río ante la explosión popular en Venezuela. Apresurarse a quitarle legitimidad al gobierno provisional antichavista en aras de una legalidad que los chavistas están dedicados a destruir. Sin duda, otro éxito de Jorge Castañeda. ¿Creerán el Grupo de Río o la OEA tener alguna influencia real dentro de Venezuela? ¿Qué harán si Chávez se afianza en el poder? ¿Qué han podido hacer contra Castro? Ahora la principal preocupación de Chávez es purgar a todos los militares demócratas y conseguir el control absoluto de las fuerzas armadas. ¿Qué sucederá cuando lo consiga? Recuerden que ya intentó controlar el movimiento sindical y que sus sicarios afirman que la dirección de la CTV es ilegítima. Y que FEDECAMARAS representa a la oligarquía. Recuerden que no vaciló en suspender la libertad de expresión. Recuerden que les ofrece a los militares el poder eterno, y que ahí está Castro para demostrar que es posible. Y Castro no tiene petróleo. Los venezolanos tienen que reorganizarse. El movimiento democrático es indiscutiblemente mayoritario en todo el país. Es por eso que Chávez no puede permitir que la oposición convoque una concentración de masas en Caracas. O que se convoque a un referendo. La prensa está aterrada pero los venezolanos tienen que explicar la legalidad jurídica y moral de su rebelión. Tienen que mantenerse unidos y activos. Tienen que aprovechar lo que les queda de democracia para impedir el establecimiento de la dictadura. Sólo ellos pueden evitarlo. Que nadie se engañe. Venezuela está frente al abismo.
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