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Venezuela: Diálogo no, negociación Hay un error conceptual sobre lo que se necesita en Venezuela. No se trata de que cada cual ponga su punto de vista, sino que se llegue a negociaciones, que resuelvan el problema de fondo. No se puede confundir el concepto de diálogo, que no es más que la exposición de las partes, con negociación. La negociación conlleva compromiso, que las partes acuerdan cumplir, para beneficio de ambos. Solo se negocia, cuando algo se tiene en riesgo, desde posición de fuerza no se negocia. En caso del poder solo se negocia cuando se tiene la posibilidad de perderlo, aunque sea parcialmente. A esa posición hay que llevar al Gobierno de Venezuela, si acaso aún no lo está. Si realmente hay voluntad del gobierno de Nicolás Maduro, de llegar a acuerdos democráticos, tiene que empezar por aceptar y llegar a acuerdos, que estén directamente relacionados con la situación existente en el país.
La situación del país tiene factores políticos, económicos y
sociales, que se derivan de la condición de ilegitimidad del
proceso electoral, incluido el presidencial. Por tanto, el primer
punto de negociación y toma de acuerdos, debe ser la realización de
elecciones anticipadas, en el menor tiempo posible y la elección de
un Consejo Electoral, por votación popular directa y eliminación de
las máquinas de votar. No es que la oposición está fragmentada, sino que es multifactorial y hay diferentes actores. Lo principal es reconocer, qué factor llevó a la negociación. El factor de quiebre para el gobierno han sido las protestas públicas, con desobediencia civil y rebeldía popular, protagonizadas por los estudiantes.
Si este factor llevó a la intención de unas negociaciones, entonces
para lograr acuerdos positivos apegados a los principios
democráticos, la resistencia cívica debe redoblar sus esfuerzos y
escalar posiciones durante el período de negociación. Durante el proceso de preparación electoral, si ese fuese el acuerdo, se debe eliminar la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (RESORTE) y la restitución de todas las emisoras de radio y canales de televisión sacados del aire por el gobierno. El convenio de colaboración con el Gobierno cubano debe suspenderse, y todo el personal de salud que desee trabajar en Venezuela, debe hacerlo por contratación directa.
Con estas premisas se puede determinar la voluntad e intención de
negociar del Gobierno venezolano. Hay que tener presente, que en
alusión a lo planteado por Luiz Inácio Lula da Silva, sobre un
gobierno de coalición, Nicolás Maduro dijo textualmente: “lo que no
hay en Venezuela es una negociación” y que “nunca” participará en
una negociación. Entonces, para hacerlo cambiar de criterio hay que
llevar las barricadas y ‘guarimbas’ a todo el territorio nacional. Toda esta situación internacional puede ser muy aprovechada contra Nicolás Maduro y sumarse a la presión para que entre en una negociación. Solo cuando Maduro se vea acorralado negociará el poder, por eso hay que cerrarle el cerco. Y el cerco es un ‘guarimbazo’ nacional. El ‘guarimbaso’ nacional forma parte de la resistencia nacional, que contempla todo tipo de lucha. Aunque como estrategia diplomática, dentro de lo políticamente correcto se siga llamando a la lucha cívica no violenta. Pero los represores, como los ‘colectivos’ deben sentir el peso de la justicia ciudadana y que no pueden operar impunemente. Toda acción provoca reacción y la defensa propia es legítima defensa. Puerto Rico, 10 de abril del 2014
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