En defensa del neoliberalismo

El socialismo del siglo XXI
Adolfo Rivero Caro

El llamado socialismo del siglo XXI es un fenómeno sobre el que la comunidad cubano americana debería de reflexionar.  Es un intento por destruir el sistema democrático desde dentro. Su principal característica es conseguir el poder pacíficamente, mediante métodos democráticos, y  luego transformar el aparato estatal para garantizar el dominio de un solo partido, la esencia del totalitarismo.

Los Padres Fundadores de EE. UU. sabían que el poder de las mayorías podía llevar a la anarquía y eventualmente al despotismo. Nosotros insistimos en el carácter democrático de EEUU para diferenciarnos de las dictaduras donde se ignora la voluntad popular pero la democracia es un sólo un aspecto limitado y parcial de nuestro sistema de gobierno. Los Fundadores nos dieron una Constitución llena de mecanismos antidemocráticos, como el Colegio Electoral, por ejemplo, concebido para que en las elecciones presidenciales los estados grandes y populosos no puedan avasallar a los estados pequeños y de menor peso demográfico.

Estados Unidos es una república donde el poder gubernamental está limitado y descentralizado a través de un sistema de frenos y contrapesos. El gobierno interviene en la sociedad civil para proteger a los ciudadanos contra fuerza o fraude, pero no interviene en casos de intercambio pacífico y voluntario. Si EEUU sólo fuera una democracia, un gobierno que represente a la mayoría podría cambiar las leyes a su arbitrio y los derechos serían contemplados como privilegios que son otorgados por el gobierno y que pudieran ser rescindidos por el mismo.

El socialismo del siglo XXI aprovecha una momentánea mayoría, conseguida en elecciones democráticas, para cambiar los principios republicanos y, una vez conseguido esto, establecer su dictadura. Increíblemente, los Fundadores previeron esos peligros hace más de dos siglos. Es por esto que trataron de hacer muy difíciles cambiar los principios básicos de la Constitución.

La misma Declaración de Independencia plantea claramente que todos los hombres son creados iguales, que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad...

Desde sus inicios, el énfasis de la nueva sociedad ha estado en el individuo, en que todos tenemos un derecho inalienable a ser libres y buscar nuestra felicidad. La propiedad privada y el libre mercado no son más que extensiones naturales de esa libertad individual. No es de extrañar que los Fundadores creyeran en que en la sociedad existe una armonía de intereses, es decir una cooperación desarrollada a través de la experiencia de incontables generaciones. Esta es una idea radicalmente opuesta a la concepción marxista de la lucha de clases.

Lo Fundadores comprendieron que la mayor amenaza a la libertad es la de un gobierno central todopoderoso, donde unos pocos deciden por todo el mundo. En Estados Unidos, la gran diferencia política se encuentre entre los que creen en estas ideas, los llamados ¨conservadores'', y la minoría de estatistas, los llamados "liberales', que defienden el papel hegemónico del Estado. Los estatistas reclaman cada vez más autoridad para eliminar las imperfecciones de la humanidad. En la práctica sostienen la concepción marxista de la lucha de clases, claman contra las desigualdades, productos de la vida misma, y reclaman la intervención gubernamental en defensa de un infinito número de víctimas. Esto les garantiza  constantes nuevos simpatizantes.

Para los estatistas, la libertad no es una ventaja sino un inconveniente: no es posible alcanzar la Utopía si los individuos son libres de escoger su propio camino. Como dijera James Madison en El Federalista 51, "Al organizar un gobierno... la gran dificultad reside en esto: primero hay que hacer que el gobierno pueda controlar a los gobernados, y luego hay que obligarlo a controlarse a sí mismo''.

No es casual que Estados Unidos sea el país más desarrollado del mundo. Desde sus inicios, el énfasis de la nueva sociedad ha estado en el individuo, en que todos tenemos un derecho inalienable a ser libres y buscar nuestra felicidad. La propiedad privada y el libre mercado no son más que extensiones naturales de esa libertad individual, fundamento mismo de la prosperidad de nuestro país. Sn embargo, inclusive en Estados Unidos se está pretendiendo socavar estos principios básicos. Tenemos que rechazar tajantemente las arremetidas socialistas contra los principios fundadores de la república.

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