Obama, ¿es un
pragmático?
Las rotundas victorias
republicanas en Virginia y New Jersey son malas noticias para el
presidente Obama. New Jersey, particularmente, es un estado
sólidamente demócrata, los demócratas gastaron cinco veces más que
los republicanos en las elecciones y el presidente Obama fue varias
veces para tratar de ayudar a su gobernador John Corzine. Todo en
vano. Aunque no se debe exagerar la importancia de este fenómeno,
parece evidente que el aura de arrolladora popularidad e
invencibilidad política de Obama ha desaparecido. Por el contrario,
estar a su lado parece ser cada vez más políticamente peligroso. Es
difícil encontrar otro ejemplo de un presidente que haya perdido
tanto apoyo en su primer año de gobierno. Quizás no sea de extrañar.
El pueblo americano ha puesto en el poder al gobierno más radical en
generaciones y ahora está empezando a darse cuenta.
Los demócratas han
tratado de eludir estas acusaciones diciendo que a Obama lo critican
porque es negro. Es un argumento típico de los liberales americanos.
Ya no está de moda decir que la burguesía explota al proletariado.
¿Cómo podría serlo con el espectacular hundimiento del llamado campo
socialista y luego de la misma Unión Soviética? Ha habido que buscar
otros estereotipos de opresión y los teóricos izquierdistas (a
riesgo de quedar desempleados) los encontraron rápidamente. El mundo
industrial, desarrollado, se enriquece explotando las materias
primas del mundo subdesarrollado; o los llamados blancos americanos
explotan a todo el mundo, o los hombres explotan a las mujeres. La
lista se puede ampliar indefinidamente.
El movimiento feminista,
por cierto, ha sido increíblemente positivo no sólo para los hombres
en general, sino para los machistas en particular. ¿Llamar a las
mujeres a menospreciar el matrimonio? ¿A considerar que no necesitan
a los hombres como un elemento esencial de sus vidas como futuras
madres? Por favor. Toda la lucha de la civilización ha sido tratar
de llevar a los hombres a la monogamia. Avanzar en ese sentido ha
costado miles de años. Y las feministas han venido a pedir,
alegremente, que se eliminen esos obstáculos culturales y que todos
los hombres del mundo puedan tener relaciones sexuales
(anteriormente consideradas privilegiadas) con todas las mujeres.
Sin duda, han avanzado mucho en conseguir ese objetivo. ¿Un gran
triunfo de las mujeres? ¿Qué creen mis lectores?
En fin, me desvío. Tras
estas elecciones está claro que aunque la gente siga simpatizando
con Obama el repudio de su agenda es evidente. Las elecciones no
tenían nada que ver, directamente, con Obama, pero ¿quién si no el
presidente está determinando el camino a seguir? ¿Y acaso no
muestran estas elecciones que ese camino es profundamente impopular?
En las elecciones del martes, los electores votaron a favor de los
candidatos que prometieron menos impuestos y menos regulaciones
gubernamentales. Votaron a favor de republicanos en estados
controlados por los demócratas. ¿No está claro el mensaje? ¿Sacará
Obama algunas lecciones de estas elecciones? ¿Se mostrará como el
pragmático que afirmó ser y modificará su agenda en consecuencia? No
lo creo. En lo fundamental, Obama no es un pragmático, sino un
ideólogo. Va a seguir presionando su impopular reforma de la salud
pública y su no menos impopular esfuerzo por gravar las emisiones de
carbono, que elevarían sustancialmente el costo de la producción de
electricidad en todo el país. ¿Son estas sformas de aumentar el
empleo y tratar de salir de la recesión o, por el contrario, son
formas de obstaculizarlo? A Obama no le importa.
El proyecto de ley que
Nancy Pelosi quiere aprobar en la Cámara, por ejemplo, requeriría
$572,000 millones en nuevos impuestos y $426,000 millones en rebajas
al Medicare y al Medicaid que perjudicaría seriamente a las
personas mayores. Los pequeños negocios que no pudieran dar
cobertura de salud a sus trabajadores tendrían que pagar 8% en
nuevos impuestos de nómina. Esto pudiera costarles $135,000 millones
más en la próxima dada, frenando radicalmente su capacidad de crear
nuevos empleos. Y, puesto que las compañías de seguro perderían su
flexibilidad para cobrar pólizas diferentes, los jóvenes terminarían
subsidiando a los americanos más viejos y enfermos. Es difícil que
el plan sea popular entre los jóvenes cuando estos se den cuenta de
esa realidad.
Entonces, ¿podrán Nancy
Pelosi en la Cámara y Harry Reid en el Senado presionar a sus
legisladores para que voten a favor de estas impopulares medidas, en
cualquiera de sus variantes? Hay docenas de demócratas que ganaron
antiguos distritos legislativos republicanos en 2006 y 2008 y que
ahora están para reelección en 2010. Las elecciones de esta semana
les han mandado un mensaje claro y enfático. ¿Estarán dispuestos a
sacrificar sus posibilidades de reelección para satisfacer la agenda
de Obama? No parece probable.
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