Obama y la inmigración
Adolfo Rivero Caro
El fenómeno de la inmigración se ha convertido a nivel mundial en un
problema político. En Estados Unidos, ya es un problema de seguridad
nacional. Y lo peor es que abordarlo desde una perspectiva realista
puede representar una afrenta, principalmente para la comunidad
hispana, que ya empieza a tener peso en el electorado americano.
El presidente Barack Obama aseguró el martes que su gobierno ha
respondido a las preocupaciones de los legisladores republicanos,
quienes quieren que se refuerce la seguridad en la frontera con
México antes de mostrarse dispuestos a analizar una reforma amplia
de inmigración.
Habría que preguntarse qué contemplaría una reforma a las leyes
migratorias. Una política seria sobre la inmigración ilegal debe
comenzar por realizar un censo nacional que identifique a las
personas que se encuentran ilegalmente en el país y se les otorgue
un documento que acredite su registración. Solo así se podrá
determinar la fecha de entrada de unos 12 millones de ilegales y se
pudiera trabajar en un programa de trabajadores temporales. Sin
embargo, la inmigración ilegal podría seguir entrando de todas
formas.
La utilización de un fenómeno tan complejo como la inmigración para
campañas políticas es lamentable. Pero siendo realista, se sabe que
a partir de las perspectivas de los que lucran con este fenómeno
social, nunca tendrá solución. Solo una crisis nacional obligará a
tomar medidas drásticas, que deben partir por militarizar las
fronteras, emplazar a las autoridades mexicanas, para que asuman
parte de su responsabilidad, e imponer un régimen de identificación
nacional con autoridad para todos los funcionarios, incluyendo todos
los cuerpos policiales para solicitarlo.
No se puede hablar de seguridad fronteriza, cuando la propia cadena
televisiva Univisión dio a conocer recientemente un informe de que
en el 2010 entraron alrededor de 500 mil “indocumentados”, de los
cuales se considera que cerca del 90 por ciento eran mujeres. Eso
significa que en un periodo de un año el número de niños nacidos en
Estados Unidos estaría en el orden de los miles, y todos con
ciudadanía norteamericana automática. Esto es inadmisible.
Estados Unidos ejerce algún tipo de control sobre el 44% de la
frontera sur, pero el resto apenas puede ser monitoreado o no se
cuenta con capacidad inmediata de respuesta en caso de que se
detecte algún hecho ilícito.
Los niveles de control pueden variar dependiendo de la presencia de
elementos de la Patrulla Fronteriza,
o por tecnología de alto nivel
para detectar el paso ilegal de migrantes, tráfico de drogas y armas,
según la Oficina de Supervisión General del Congreso (GAO).
En su último reporte sobre el manejo de los 3,326 kilómetros de
frontera con México, esa organización indicó que sólo en el 6.45%
hay control absoluto. En su comparecencia ante la Cámara de
Representantes, el titular de la GAO, Richard Stana, dijo que desde
2005 la Patrulla Fronteriza ha ampliado de manera sostenida su área
de control operacional, entendido como la habilidad de responder a
actividades ilícitas en territorio estadounidense, tras haber
cruzado la frontera con México.
El reporte de la GAO indica que se prevé que para 2012 se logrará
tener control operacional en toda la franja,
con el apoyo de la
Patrulla Fronteriza y con más tecnología.
Aunque en años recientes el gobierno de EEUU ha destinado miles de
millones de dólares para desplegar más agentes y tecnología en su
frontera sur, más de la mitad se mantiene sin control operacional.
En el año fiscal 2010, el monto asignado para la seguridad
fronteriza fue superior a los $15,792 millones. Obama ha dicho que
Estados Unidos tiene derecho de controlar su frontera y establecer
normas para que nadie ingrese a su territorio de manera ilegal. Sin
embargo, en la práctica se demuestra que la frontera sigue siendo
insegura. El número de deportados por delitos criminales es altísimo,
sin contar los que se encuentran en centros de detención.
Obama en su discurso en El Paso, Texas, dijo que había que presionar
al Congreso para que se trabaje en un plan para dar a millones de
indocumentados una vía que les permita obtener la ciudadanía. Señaló
también que los indocumentados deben acatar la ley, pues sus
acciones hasta ahora han constituido una "burla" de todos aquellos
que tratan de inmigrar legalmente. La burla es para todo el pueblo
americano al que se le quiere pasar una amnistía, o si no utilizar
nuevamente el drama de la inmigración para manipular los votos
hispanos con vista a la reelección presidencial.
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