|
|||
Editorial: La mitología de los cambios en Cuba El proceso político y social en Cuba, impuesto por el régimen castrista, escapa de lo real a lo ficticio. Todo análisis, por más de 50 años, siempre ha conducido a la especulación. Se han manejado un sinnúmero de variables y escenarios, pero en la práctica, el resultado siempre ha sido el mismo: los Castro se mantienen en el poder. Sin embargo, cuando la nomenclatura ya pasa de 80 años, como dice Alfredo Guevara, los cambios no vienen por capricho, sino por la biología. El momento se acerca, pero ya nadie cree en él, han sido tantos los momentos ilusorios y la capacidad del régimen, de convertir según ellos, el revés en victoria, que desde Bahía de Cochinos, o Playa Girón como se conoce en Cuba, el aniquilamiento del movimiento insurreccional en el Escambray y Baracoa y las presuntas enfermedades terminales de Fidel Castro –fenómenos - que de todos ha tenido la posibilidad de burlarse, ha convertido la narrativa de los hechos cubanos, en una ficción. Es que en cada momento convulso, que en más de 50 años son varios, siempre ha aparecido una mano salvadora, junto a una astuta estrategia de Fidel Castro y los intereses hegemónicos de alguien. Pero ahora la estrategia es contra el tiempo, si no quieren que se repita el fenómeno de la Unión Soviética, un vacío de poder por la muerte sucesiva de su dirigencia histórica. Ya en Cuba comenzó, pero el proceso puede acelerarse, y tendrá su mayor impacto con la muerte, aunque sea de uno de los patriarcas, Fidel o Raúl. No es menos cierto que Fidel Castro creó en Cuba un laboratorio de manipulación política. Incluso perfeccionando métodos del totalitarismo, como los de Stalin y convirtiendo en práctica, métodos contenidos en obras literarias como las de Nicolás Maquiavelo y Gerge Orwell.
Así, en un momento dado jugó con los intereses de sus propios
aliados. De los soviéticos y los chinos sacó de cada uno la mejor
parte, aprovechando las diferencias e intereses de cada uno. Tras el
colapso de la Unión Soviética y el derrumbe del campo socialista,
muchos se ilusionaron de nuevo, pero los países árabes,
principalmente Iraq y Libia salieron a su rescate y algunos países
latinoamericanos también, incluida Venezuela. No la de Chávez, pero
dio tiempo a que Chávez entrara en el juego. Al concluir la guerra
fría Fidel Castro pasó a ser el icono de la izquierda internacional.
De ahí, también vino dinero y relaciones de orden mundial
importantes.
Mientras la izquierda se recicla y aprovecha las virtudes de la
democracia para insertarse en ella, los prodemocráticos empiezan a
mirar y copiar los viejos métodos de los totalitarios, añorando sus
viejos éxitos. Lamentablemente, muchos congresistas norteamericanos,
que debían influir coherentemente en la política hacia Cuba, son los
que menos evolucionan y arrastran a los presidentes de ambos
partidos a políticas fracasadas. Los líderes de la oposición tienen que entender, que cada uno de los tipos de oposición es importante, pero tienen un perfil diferente, propósitos diferentes y participantes diferentes. En la actualidad los dos tipos de oposición marchan juntos, eso justifica que la oposición no logre su interacción con el pueblo y que la población hulla de ella, “como de un monstruo de crímenes cargado” como bien hubiera dicho nuestro apóstol José Martí. La oposición en Cuba tiene que dejar de estudiar los métodos y femémonos políticos como los de Martin Luther King Jr, Mahatma Gandhi y los de Europa oriental, y concentrarse en estudiar como personajes como Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Mauricio Funes, Rafael Correa, Ollanta Humala y la propia Cristina Fernández, con el uso de grandes sumas de dinero en efectivo han manejado las masas y una democracia de origen la han convertido en dictadura en funciones. Incluso, la democracia ya no está garantizada y avalada solamente por elecciones libres. ¡Ojo con eso! Lo otro, que muchos ingenuos añoran es el fenómeno árabe. Solo ven la caída del dictador y piensan que si eso sucede en Cuba la dictadura le va a caer en sus manos. No se dan cuenta que en Egipto y Libia, los que retomaron el poder eran los cuadros superiores e intermedios que a tiempo se cambiaron de bando y ahora vienen, interpretando el pensamiento de José Martí, con unos regímenes de despotismo vergonzosos y funestos, muy difíciles de desarraigar, porque vienen excusados por algunas virtudes, establecidos por la idea encarnada en la democracia y legitimados por el triunfo. En Cuba eso pudiera pasar si se sigue alimentando como única salida la rebelión popular y la nomenclatura se empecina en el poder. Sin embargo, todo parece indicar que la apertura va a venir por conveniencia y forma de los de arriba, y no por razón y fuerza política de los de abajo. Una acción conjunta de la Iglesia Católica, como muro de contención al revanchismo y con una propuesta de perdón nacional, los herederos políticos y económicos de la dirigencia actual y una influyente casta de empresarios de la diáspora, avalados todos por el Gobierno norteamericano y la aceptación de la comunidad internacional podrían definir los cambios en Cuba, ¡Qué desilusión!Diciembre, 18 del 2011
|