La visita
Adolfo Rivero Caro
Ha sido una semana triste. Irán
ha estado celebrando el 30 aniversario de su revolución islámica,
una de las más trágicas herencias de ese presidente increíblemente
inepto que fue Jimmy Carter. El sha era un dictador totalmente
dedicado a la modernización de su país. En ese sentido, su modelo
era Estados Unidos. Lo que le criticaban sus enemigos no era su
desprecio por la democracia sino su pasión por un Irán secular y
moderno. Y la teocracia iraní lo ha demostrado. En ese sentido me
recuerda a Pinochet, un sangriento represor comprometido con la
modernización de su país. ¿Por qué lo abominan los socialistas
chilenos y la izquierda internacional? ¿Por represor? ¿Por
antidemocrático? Mentira. Si realmente así fuera, esos feroces
críticos tendrían que ser igualmente hostiles a la dictadura de
Fidel Castro que ha sido infinitamente más represiva y
antidemocrática. Y jamás lo han sido.
Ahí tenemos el bochornoso espectáculo de Michelle Bachelet
intercambiando abrazos y besos con el matarife de Raúl Castro. Y
probablemente implorando una fotografía con Fidel Castro. No. Lo que
los socialistas chilenos realmente detestan es que Pinochet haya
estimulado la empresa privada y que eso haya convertido a Chile en
el país más desarrollado de América Latina. Lo que les duele es que
haya demostrado que las ideas socialistas estaban radicalmente
equivocadas. ¿La represión? ¿La falta de juicios legales? Mentira.
No les importaba. No la denunciaron por una cuestión de principios,
estaban más que dispuestos a hacerlo ellos mismos, la denunciaron
porque estuvo dirigido contra ellos. Y si estas expresiones parecen
excesivamente duras, ahí está la visita de Bachelet para comprobar
su veracidad.
Al no estar justificada por ninguna necesidad política, la amorosa
visita de Bachelet legitima la dictadura cubana. Nos está diciendo
que lo único importante es controlar el gobierno. No importa que
esos carniceros nunca hayan sido electos en elecciones libres, lo
importante es que tienen el mando. A los socialistas chilenos no les
interesa la democracia. Han mantenido una política económica de
libre mercado porque cambiarla hubiera hundido al país. Es muy
probable que lo que realmente quisieran es eliminar la empresa
privada y controlar toda la economía de la nación. Muchos tenían
dudas pero el viaje de Michelle Bachelet a Cuba lo ha dicho todo.
Por favor, ¡se ha negado a reunirse con la disidencia cubana! ¿Qué
le debe esta mujer a los Castro? Nada, es un acto gratuito, un
bochorno. Aquí en Miami, por lo menos, esos cubanoamericanos tan
criticados por la izquierda, tan ''irracionalmente'' hostiles al
comunismo, festejaríamos que el pueblo chileno sacara a toda esa
canalla a patadas del poder. Y que me digan fascista. Lo dicen como
un insulto pero, en realidad, no saben de lo que están hablando.
Maldicen a Hitler pero justifican a Stalin.
Las diferencias entre fascismo y comunismo siempre han sido más
aparentes que reales. Voy a hacer una cita y quisiera saber si mis
lectores la consideran de actualidad: ``El movimiento... en este
estado busca su objetivo usando medios constitucionales. La
constitución determina nuestros métodos pero no nuestro objetivo.
Vamos a usar formas constitucionales para conseguir las mayorías
relevantes en los cuerpos legislativos. Sin embargo, en el momento
en que alcancemos nuestro objetivo, vamos a modelar el estado en la
forma que consideramos adecuada.''
El movimiento en cuestión era el Nacional Socialista (nazi) y la
cita es de un discurso de Adolfo Hitler antes de su llegada al poder
en 1933. Chávez no ha inventado nada, está copiando los métodos de
Hitler, es un fascista. Su única aspiración es acabar de destruir
las instituciones democráticas venezolanas y entronizar su dictadura.
De conseguirlo, no va a tener que preocuparse de la situación
económica. Va a poder hundir impunemente al pueblo venezolano en la
mayor de las miserias. ¿Qué va a poder importarle si nadie va a
poder protestar?
Eso es lo que todos esos demagogos le envidian a Castro. Un gobierno
eterno e irresponsable. ¿Las consecuencias para el pueblo? ¿A quién
le importa? Que nadie se equivoque, la única razón por la que los
políticos prestan atención a los intereses de la gente es porque esa
gente puede sacarlos del poder. En el fondo, ninguna otra
consideración es importante. En cuanto el pueblo pierda ese poder,
sus intereses no valen nada.
Esa ha sido la gran ventaja histórica de la democracia americana:
una radical desconfianza en todos los políticos. Nadie puede tener
demasiado poder. No importa si simpatizamos o no con sus ideas. Hay
que dividir el poder lo más posible. Nadie, nunca, puede ser
considerado absolutamente confiable. En consecuencia, los americanos
han elegido mal muchas veces pero siempre han podido rectificar y
sacar a los ineptos del gobierno pacíficamente.
Uno se pregunta, ¿qué ha sido eso sino la libertad de elegir su
gobierno? En realidad, todo el sistema americano se fundamenta en
garantizar las libertades de la gente: la libertad de religión, de
expresión, de organización, de entrar y salir de su país, de crear
empresas, de comerciar con todo el mundo. No es nada banal. Es
enormemente importante. Ha permitido liberar sus inmensas
capacidades potenciales. Los americanos han garantizado la libertad
de su pueblo y han creado el país más libre, y más próspero, del
mundo. ¿Que ocasionalmente la gente se equivoca? Por supuesto, son
los ciclos económicos, es el precio que hay que pagar por la
libertad. Pero ese es el camino. Tenemos que quitarnos de arriba la
pesada herencia estatista de la colonia española. El estatismo no es
la modernidad, todo lo contrario, es la reacción contra la
modernidad. Los únicos realmente reaccionarios entre nosotros son
los socialistas. ¡Hay que derrotar al reaccionario de Chávez en las
elecciones del domingo! ¡Tenemos que impedir su dictadura! ¡El
pueblo venezolano no puede entregarle su destino! ¡Estamos a tiempo!
Febrero,
2009 |
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