En defensa del neoliberalismo

 Argentina: Elecciones a la vista
        

Los pueblos consiguieron durante su decursar histórico un modelo de organización social, que define políticamente como organizar la sociedad, que se ha denominado democracia. Desde sus inicios surgió una lucha antagónica entre los que querían imponerlo y los que se negaban a seguir sus reglas. Sin embargo, estos últimos conciben que el término “democracia” es políticamente correcto.  Por lo que países como Corea del Norte, Cuba y otros, se autodefinen democráticos y países autoritarios (fase preliminar del totalitarismo) como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, entre otros, también se denominan demócratas.

Todo indica que la democracia tiene una definición filosófica que beneficia a la mayoría.  La democracia real que es de la que hablamos, a pesar de sus imperfecciones es la mejor forma de administrar las naciones y gobernar a los pueblos. Entre esas imperfecciones se encuentran su vulnerabilidad a las manipulaciones, por eso ahora tenemos lo que se llama democracia de origen y democracia en funciones.

La democracia, entre otras cosas define, que debe haber varias opciones para escoger  la dirección política del país, mediante elecciones libres y que la población elija entre varios candidatos y partidos políticos a sus gobernantes.

En el siglo pasado, los países se dividían en democráticos, o sea que seguían las reglas antes descritas  y los de  corte totalitarios, que aunque muchos de ellos diseñaron algún tipo de elecciones, nada tenían que ver con la libertad popular de elegir a sus gobernantes. 

Sin embargo, al final del siglo pasado se produjo un movimiento político que cambió esa correlación de fuerza a favor de la democracia real, solamente perduraron los países de corte religioso fundamentalista, como los países árabes. En los totalitarios, por definición ideológica, solo perduraron Corea del Norte, Cuba, China y Viet Nam, pero estas dos últimas hicieron ciertas reformas económicas con implicación política, que aunque no alcanzaron los estándares de la democracia, se hicieron más flexibles económica y políticamente.

A pesar de toda esta movida ideológica a nivel mundial, América Latina retrocedió, ya que encontró un sistema intermedio, que no es el totalitarismo tradicional, pero si burla preceptos básicos de la democracia. A este engendro político que se ha dado en llamar el Socialismo del siglo XXI países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, pública y abiertamente se han decido y con cierto éxito a implementar. Y a pesar que tiene sus fundamentos en la democracia de origen, luego convertirse en una dictadura en funciones. Otros países como Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina, se han confabulado con el Socialismo XXI y han aplicado en sus países, de forma enmascarada una versión "lite" del modelo.  Pero sin ser menos importante y necesaria, porque es el rostro diplomático del autoritarismo regional.

En este contexto quisiéramos analizar el proceso argentino con mira a las próximas elecciones del 23 de octubre y su impacto en la región. Además como se mueve  el ambiente político argentino, tan dependiente de Venezuela y cómo podrán superar su referente histórico, ahora sin uno de sus pilares, Néstor Kirchner. Sin embargo, hay que tener presente que Argentina siempre fue algo especial y complejo. Por eso es muy difícil recoger en un artículo una gama tan amplia de condicionales, tal vez mereciera un ensayo, “Yo diría que más que un ensayo, requiere un tratado, pero de psicoanálisis o de psiquiatría socio-política posiblemente”. Dice Gabriel Boragina, de Acción Humana.

Aunque en política se produce un fenómeno raro. Los pobres tal vez y faltos de información, pudieran ser manipulados, pero lo que es inconcebible, que la intelectualidad se siga llevando por los cantos de sirenas de una utopía, que ya desde el siglo antes pasado, cuando ni si quiera se tenía conocimiento de los efectos de la ideología socialista, ya José Martí sentenciaba: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas confusas e incompletas, y el de la soberbia y la rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados.”  ¡Y qué a estas alturas tengamos que seguir siendo víctimas de sus engañosas prácticas!. Eso es algo alucinante. Ahí tenemos a Vargas Llosa, apostando por Ollanta Humala. Eso es el colmo de la mediocridad política.

En el caso argentino, retomando al tema, hay dos cosas que llaman poderosamente la atención: la supuesta popularidad de los Kirchner y principalmente de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien a pesar del desgaste del poder se mantiene al frente en las encuestas. Lo otro es la poca capacidad que tienen nuestros pueblos de generar lideres, con nuevas propuestas y consenso popular. Los demás candidatos argentinos no cumplen con estas condiciones, son parte de viejas camadas de políticos, ya gastados que no tienen nada que ofrecer. Tal vez, aquí esté la principal carta de triunfo de la presidenta Cristina Fernández.

Cristina Fernández, quien ha experimentado una turbulenta presidencia la ha sorteado para palear los principales obstáculos y lograr ciertos éxitos en su gestión, gracias al apoyo de Hugo Chávez. Hay que tener presente, que ella viene de suceder a su esposo Néstor Kirchner, quien vendió en el 2003 al gobierno venezolano bonos de deuda argentina por un monto de ,3.100 millones de dólares.

Aunque de forma acumulada Argentina ha venido perdiendo terreno, si tomamos en cuenta que para la década del 20, en el siglo pasado, el PIB de Argentina era el 80 % del PIB de Australia, hoy en día es exactamente al revés. Argentina ocupa el 6to. lugar en la inversión extranjera de la región. Incluso por detrás de Perú.
El problema es que los empresarios están asustados y no invierten. Para salir del pantano ya no quedan más medidas espectaculares.

Si a esto le sumamos los escándalos de la valija, el enriquecimiento de los Kirchner, la relación con Hugo Chávez,  - que por cierto hay que seguir muy de cerca su estado de salud, porque eso puede comprometer el desarrollo del próximo mandato de la Cristina, si logra de nuevo la presidenta - y la corrupción.  Entonces, ¿cómo se puede justificar la popularidad de los Kirchner? Cristina Fernández y su fallecido esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, han creado muchos programas sociales,  que involucran a millones de personas, que reciben dinero sin tener que trabajar o estudiar. Además han subsidiado la electricidad, el gas y el transporte público, entre otras medidas populistas.

Un factor que hay que tener en cuentas es la lástima política, algo que ha sabido manejar muy bien la “Dama de Negro”. Los mecanismos del populismo están funcionando de lo mejor, el pasado 14 de agosto Cristina Fernández obtuvo más del 50 % de los votos en la selección de candidatos, 38 % más que su más cercano contendiente.

Los estudiosos de Ciencias Políticas y Sociales están en una disyuntiva: será mejor incluir el populismo como una asignatura, que prepara al individuo para llegar al poder con mayor posibilidad  o seguir apostando a los métodos tradicionales de formación, donde sus egresados no están alcanzando lugares destacados en la lid de presidenciables de América Latina. Argentina así lo demostrará en las próximas elecciones que ya tiene a la vista.

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