El discurso presidenciable que los
mexicanos quieren y necesitan oír (Número
I)
Lic. Melo Dionisio Alvarez Rodríguez
melodr201051@gmail.com
- Mexicanos y mexicanas. Compatriotas todos.
No es una decisión electoral la que tenemos. Lo que tenemos por
delante es salvar a México. ¿Quién de ustedes no lleva por dentro el
orgullo de ser mexicano?
Y, si somos mexicanos, no nos vamos
a
rajar.
Aunque somos un país noble, nos sobra el valor para no dejarnos
aniquilar por la violencia.
¡Y sepan! Los mexicanos buenos son más que los delincuentes. Pero
no basta con ser más, sino ser más inteligentes y mejor organizados
que ellos.
No podemos seguir permitiendo que los mejores hijos de nuestro
pueblo, mueran cada día, sin hacerse justicia. No se puede seguir
viviendo en la impunidad y siendo víctimas del miedo y de la
corrupción forzosa, que desmoraliza y obliga a nuestros funcionarios
a colaborar con el crimen organizado.
No podemos vivir en un Estado fallido, donde las autoridades no son
capaces de dar a conocer la cifra de los desaparecidos. Un país,
donde los ciudadanos no saben siquiera que ha sucedido con sus seres
queridos, mientras las morgues permanecen llenas de personas sin
identificar. Y sin contar las narco fosas, que cada día siguen
apareciendo, sin capturar a los culpables.
Vivimos atemorizados de un peligro real. No es menos cierto, ya en
México la vida no vale nada, como bien dice la canción. Ya los
familiares no se atreven a denunciar sus casos a las autoridades,
porque han perdido la confianza, no pueden distinguir entre el
policía real y el plagiado. No saben si con su denuncia están
llevando a sus seres queridos a la muere Y eso está pasando aquí
todos los días.
Compatriotas, no podemos seguir viviendo de la mentira, ocultando la
realidad por el miedo político. No, tenemos que asumir de frente la
verdad ante nuestro pueblo. Tenemos que saber cuántos son y dónde
están nuestros desaparecidos. Y capturar a los responsables. Los
criminales no son extraterrestres, viven con nosotros y están entre
nosotros. Hay que identificarlos y ponerlos en las cárceles, pero en
cárceles seguras y con todo el rigor. Las cárceles en México son
centros de operaciones del crimen organizado. Los narcos siguen
operando desde la cárcel, con todos los recursos, logística y
capacidad de fuerza, incluso son arsenales de armas y drogas.
Y de los sistemas de seguridad, ni hablar. Los carteles con sus
sicarios rescatan en las cárceles y otras dependencias a quienes se
les antoja. Eso es una vergüenza para todas nuestras fuerzas
públicas.
Y después dicen que es un problema de recursos. Y ¿dónde va a parar
todo el dinero que se les confisca a los narcotraficantes? Ni
siquiera somos capaces de indemnizar a las víctimas de la violencia.
Hay que asignar un fondo para apoyar a las familias victimas del
secuestro y la extorsión. Hay miles de niños abandonados a su
suerte, por la pérdida de sus padres. Y quiero aclarar. Son tanto,
víctimas los hijos y demás familiares los de un bando como los del
otro, incluyendo las familias de los delincuentes. Ellas también
necesitan de nuestro apoyo. ¡Y no olvidemos nunca! Que ellos
también son mexicanos.
Una respuesta contundente e inteligente a la violencia es nuestra
prioridad. La violencia no se acaba con los tanques en las calles.
Es un insulto a la inteligencia humana utilizar fuerzas y equipos
pesados de combate, en una guerra irregular urbana.
Hay que contratar asesores especializados en control social de las
masas y utilizar la propia estructura social para combatir al crimen
organizado y todas las manifestaciones delictivas desde adentro.
¿Dónde creen ustedes que viven los halcones, los miembros del crimen
organizado y todos los delincuentes de este país, si no es en
nuestras propias colonias? ¿Dónde están las casas de seguridad de
los narcotraficantes? Aquí, en nuestras narices.
Controlar la violencia es el principal proyecto de Nación que debe
asumir el próximo presidente de México. Pero sin retórica, ni
demagogia. Hay que ir a las raíces del problema. Y lo primero que
hay que entender es que el problema es nuestro. No podemos seguir
culpando al vecino. Todos los males de México
son
nuestra
responsabilidad, como nación.
Hace poco oía una lluvia de críticas a un candidato por ahí, para
las próximas elecciones, porque se le olvidó el autor de un libro.
¡En qué pequeñeces centramos nuestra atención! ¿Alguien se ha
preguntado o sabe quién o quiénes son los autores del libro de los
presidentes mexicanos, que se han olvidado por años de su propio
pueblo?
La violencia en México viene acompañada de múltiples factores.
Tenemos, y esa es mi promesa. ir detectando cada uno y buscarle la
solución que necesita. No importa que entre en conflicto de
intereses, ni de prejuicios históricos, que nada tienen que ver con
la realidad de estos tiempos. Lo que se necesita son soluciones.
La inestabilidad social y el reflujo migratorio son la punta de la
gran cadena del crimen y la delincuencia. El gran fracaso de México
es que no se ha podido convertir para su pueblo en una gran nación.
Vivimos de un falso nacionalismo. Un nacionalismo que solo está en
la mente enferma de nuestros políticos. Cuando nuestra gente se ve
forzada por la incapacidad de nuestros políticos para brindarle lo
que se merecen y necesitan, emigran hacia el país vecino, del cual
los gobernantes hablan peste, mientras obligan a sus connacionales a
emigrar para allá, como fuerza de trabajo barata.
¿Dónde está el machismo del pueblo mexicano? Cuando permitimos que
nuestras mujeres abandonen hasta sus hijos, para ir a trabajar al
Norte de sirvientas. Nuestras mujeres son las chachas de los hijos
de los señores. O bien, trabajando en labores agrícolas impropias
para mujeres. Por uno centavos más, arriesgan hasta sus vidas. Y
todo, porque aquí no somos capaces de pagarle un salario justo a
nuestros trabajadores.
Y así que queremos que el vecino del Norte les de los derechos que
nosotros les negamos. ¡Qué
hipocresía! ¿Verdad? Nuestros líderes
políticos se las pasan criticando y acusando a los Estados Unidos de
todos nuestros males, principalmente por el consumo de drogas. Aquí
en México también hay un gran mercado de narcomenudeo. Pero lo que
quiero destacar es que Estados Unidos tiene un mercado mayor de
verduras y hortalizas, que de drogas ¿Por qué no les pagamos bien el
trabajo a nuestros paisanos, para produzcan aquí y no tengan que
irse a los estados Unidos?
Nuestros tomates son más codiciados en los Estados Unidos que la
mariguana. Y hablando de la mariguana, algunos ilusos hablan de
despenalizar las drogas. No quiero hacer conjetura, sobre las
ventajas de una condición sobre la otra, lo legal sobre lo ilegal o
viceversa. Lo que si no es comparable, y se toma mucho como
referencia, su comparación con el alcohol. La despenalización del
alcohol vino acompañado de la producción y distribución masiva como
bebida. Como un efecto lógico de las reglas del mercado, se
derrumbaron los precios y la capacidad limitada del mercado negro
para competir.
La despenalización de las drogas tendría el mismo efecto que la
despenalización del alcohol, si se establecen las mismas reglas del
juego económico:
la
producción
industrializada,
comercialización masiva y regulaciones
mínimas. Sólo por cuestiones de edad u otras evidentemente
razonables. Lo contrario, la conduciría al fracaso.
Compatriotas, permítanme extenderme. Pero tantos problemas, no se
abordan y enfocan en pocas palabras, como acostumbran nuestros
demagogos políticos.
No quiero perder el enfoque de la migración, porque como dije
anteriormente, ahí comienzan nuestros principales problemas.
Problemas que también con nuestras malas políticas hemos traslado
hacia los Estados Unidos, algo que a ellos se les ha ido de las
manos, y ya no pueden resolver.
Ahora bien, el problema de los mexicanos - de todos – es nuestra
responsabilidad. ¿No escuchan en las noticias diariamente la
cantidad de mexicanos que son devueltos a territorio mexicano, desde
los Estados Unidos? Alguien se pregunta, ¿dónde están? Pues yo les
digo. Muchos de ellos, la gran mayoría, que vienen deportados por
delitos cometidos en los Estados Unidos, y que conste, que son
bastantes,
ya están incorporados a las bandas de los carteles de las drogas. Y
sepan, que son muy apetecidos, porque ya los carteles están operando
en los Estados Unidos y estas personas les son de mucha utilidad.
Pero en todo esto hay un grave problema y es la poca atención que
les damos a nuestros nacionales, que no contamos
con
un plan de reinserción social cuando llegan. Todo redunda en algo
mucho más grave: la pérdida de nuestra propia identidad nacional.
Nuestros políticos, nos quieren arrastrar
hacia un falso nacionalismo putrefacto, que solo está en sus mentes,
cargadas de enfermizas
y viejas retóricas nacionalistas. Los mexicanos, principalmente los
que están en los Estados Unidos,
lo que quieren es convertirse en
"gringos",
y la mayaría de los que están aquí, están locos por cruzar la
frontera. ¡Qué ironía! ¿Verdad?
Y para colmo, nuestros políticos acusan a los Estados Unidos de
violar nuestra soberanía cuando intentan proteger la frontera. Sin
embargo, nos somos capaces de reconocer que estamos sometiendo a los
Estados Unidos a una invasión demográfica, muy sutil y simulada,
para quebrar desde adentro, sus propias leyes e instituciones. ¿Qué
pasaría si millones de norteamericanos viniesen a establecerse en
México sin pedirle permiso a nadie? De que seguro que no estaríamos
dispuestos a permitirlos aquí.
Independientemente de las medidas que puedan tomar los
norteamericanos, que no son muchas por cierto, pero nosotros si
tenemos la obligación y podemos hacer leyes que favorezcan a
nuestros connacionales. Incluso, podemos someter propuestas y
trabajar con el Gobierno norteamericano, para legislar leyes
conjuntas que favorezcan a ambas naciones.
Ahora bien, para eso tenemos que quitarnos los falsos prejuicios,
despojarnos del utópico y demagogo nacionalismo y emprender
proyectos serios. Lo primero es desarrollar un programa de seguridad
nacional y lo segundo un programa de reorganización económica, que
conlleve a un crecimiento económico a corto plazo.
El programa de seguridad nacional lo estableceremos a partir del
involucramiento de toda la ciudadanía
en
la lucha organizada contra la delincuencia. Aquí, los Estados Unidos
pudieran jugar un papel importante en la financiación de los
proyectos, por el gran beneficio que para ellos representa y por
nuestra parte poniendo a disposición de esos proyectos, todos los
bienes y recursos confiscados a los narcotraficantes.
México tiene un gran potencial, por su propia situación social y por
una gran fuerza improductiva – los nini – jóvenes que ni estudian ni
trabajan. Muchas veces con buena preparación y con ciertos estudios
concluidos. Por lo que con ellos se pudiera formar una gran red de
inteligencia.
La guerra asimétrica y urbana del narcotráfico no se puede combatir
con la confrontación directa y visible de nuestros cuerpos de
seguridad, pues su capacidad y crueldad sobre pasa los límites de lo
humano. Al extremo, que aquí comienza la corrupción forzosa, cuando
a cambio de su vida o la de su propia familia, obligan a los
funcionarios públicos a colaborar con el crimen organizado. Y no es
cuento, ustedes los saben, miles de policías ya han muerto en esta
lucha fratricida. Y qué decir, de funcionarios y periodistas.
Y decimos que México solo pone los muertos, pero en un período de
cuatro años, 283 estadounidenses han sido asesinados, según datos
del Departamento de Estado. Y eso, sin contar la cifra de
desaparecidos, que como las de los mexicanos, nadie sabe cuál es.
Bueno, qué podemos esperar. Cuando el Sistema Nacional de Seguridad
Pública (SESNSP) se niega a dar los datos de los policías que han
muerto en esta prácticamente guerra civil, y no lo digo
irresponsablemente: un recuento del Semanario Zeta de Tijuana y
otros medios, ya cuantifican unos 60,400 muertos.
Visto así, pudiéramos decir que esta es una guerra perdida. Pero
solo así piensan los cobardes y los ineptos, incapaces de enfrentar
a una caterva de maleantes, que quieren imponer su ley a bese del
miedo y la fuerza, pero la verdadera fuerza está en el pueblo y ahí
es donde vamos a centrar nuestra estrategia.
Los ilusos piden a los Estados Unidos que implante leyes sobre el
control de armas. ¿Y quién desarma y le pone control a la
delincuencia mexicana? ¿Cuándo se ha visto que la delincuencia se
rige por las leyes de ningún país? Y decimos, que les vendemos
drogas, porque ellos nos las compran ¡Hipócritas que somos! Y no
decimos que nos venden armas,
porque los mexicanos se las compramos. Las dos cosas hay que
acabarlas, pero con inteligencia, no siendo más necios que los
propios delincuentes.
El problema de México es de los mexicanos y los mexicanos lo tenemos
que resolver. El problema es tan grande que hasta la prensa la
tienen intimidada y con sobrada razón, cuántos periodistas no han
asesinado o desaparecidos. Lo que no podemos permitir es que se deje
de reportar cada caso, para que la población y el mundo tengan
conciencia de lo que está pasando en México. Si no podemos
garantizar la seguridad de nuestros reporteros y medios, vamos a
implementar la prensa militar, que sean nuestras Fuerzas Armadas las
que se encarguen de cubrir cada caso y si hay que utilizar nuestras
propias instalaciones militares para divulgar todo lo concerniente
al crimen organizado,
lo vamos a hacer. Y que no se piensen que van a seguir como
incognitos.
No,
vamos a poner en cada esquina sus fotos y vamos a poner precios,
buenos precios por sus cabezas, vamos a ver dónde se van a esconder
todos los narcotraficantes.
Les he hablado de los delincuentes, de los narcotraficantes, pero
eso es solo parte del problema. Aquí tenemos que resolverlo todo.
Empezando por el sistema judicial y las cárceles y prisiones.
Ustedes son testigos de la corrupción típica y de la corrupción
forzosa que
se
está viviendo en todos los sectores del país, incluyendo el sistema
judicial y policial. Los narcotraficantes son detenidos, cuando son
detenidos, porque los principales capos se han pasado años sueltos.
Les decía que cuando son capturados, desde las mismas cárceles
siguen operando y dirigiendo sus negocios.
Tenemos que negociar con los Estados Unidos la extradición inmediata
de los capos más importantes a cárceles norteamericanas, que son más
seguras y personal especializado que puede obtener mayor información.
Ustedes ven, aquí que se capturan a esos importantes capos y no pasa
nada. No aportan información que conlleve a la captura de otros
narcotraficantes o se aseguren sus medios y recursos. Pero también,
negociaremos con los Estados Unidos la protección de los ciudadanos
informantes que ayuden a la captura de esos importantes capos.
Tienen que recibir protección, ellos y sus familiares. Solo así
lograremos su verdadera seguridad y la cooperación ciudadana.
Les
hablaba ahorita del sistema judicial, bueno ahí hay que cambiar
desde las leyes hasta muchos funcionarios que ya están quebrados por
los narcos. Y es más, se necesitan leyes más
ágiles
y menos trabas burocráticas. Incluso, empezando por el sistema
legislativo y judicial. Si hay que aplicar leyes habilitantes, las
vamos a aplicar, para que el Ejecutivo pueda ser más ágil en la
implementación de las leyes.
Yo sé que un país no se rige por una situación dada, que hay que
enfrentar simultáneamente varios factores, pero si no garantizamos
la seguridad ciudadana, todos los demás proyectos no tienen valor
alguno. No hay nada que valga más que la vida de cada uno de
nuestros ciudadanos, y de las personas que nos visitan o cohabitan
con nosotros acá.
Un gobierno que se respete, y eso es lo que les
ofrezco, debe frenar de inmediato la matanza que entre los propios
mexicanos se viene realizando. Ya la gente tiene pavor de oír los
noticieros y para más suerte, nos han llenado la televisión de
telenovelas de la vida real.
Nos quejamos de los narcocorridos, pero las telenovelas son peores,
pues llevan un mensaje de violencia, que aunque se diga que es el
reflejo de nuestra sociedad, muy mal favor le están haciendo a
nuestra gente, si nuestra propia desgracia se vende como novela. Y
no es que esté contra las telenovelas, ni siquiera que se regulen,
sino que seamos más creativos y encontremos mejores opciones, que no
sea el masoquismo de lucrar con nuestro propio dolor, la única
opción.
Pero les decía, vamos a llevar
adelante proyectos multidisciplinarios, pero sin descuidar la
seguridad nacional y para ello, hay que cerrar todas las fronteras.
Es una falta de respeto al derecho ajeno, que varios mandatarios
latinoamericanos estén proponiendo leyes para que México brinde
protección a sus emigrantes ilegales que cruzan por nuestro país,
con destino a Estados Unidos. Eso es una inmoralidad. Si, debemos
protegerlos del abuso y cualquier violación de sus derechos como
seres humanos, pero tienen que ser devueltos a sus países de origen,
o al menos, situarlos en la frontera que corresponda.
No podemos seguir mirando con indiferencia ese tren que transporta
de sur a norte miles de emigrantes ilegales rumbo a Estados Unidos.
Donde muchos pierdan la vida, o son mutilados y hasta secuestrados.
Un tren que eufemísticamente han bautizado como la “Bestia” y que
para humillación nuestra, hasta una película
han
rodado a su nombre. ¡Qué barbaridad!
Este año, por suerte, tenemos elecciones presidenciales en los
Estados Unidos y México. Algunos medios y analistas dicen que el
candidato en los Estados Unidos, que no apoye la legalización de la
inmigración ilegal no ganará la presidencia. Ahora, eso puede ser
uno de los factores, pero de lo que estoy seguro
es
que el candidato en México
que
no se preocupe por su propio pueblo, no debe ganar las elecciones
presidenciales. Y les digo, esto no es un problema de izquierda o
derecha, sino de ser mexicano y ahí es donde está la verdadera
solución.
Y como mexicanos haremos cuanto sea necesario para enfrentar y
resolver el problema de nuestra gente, donde quiera que estén.
Coordinaremos con el próximo presidente norteamericano, cuánto sea
necesario, para buscar la mejor solución, sin crearle un problema
más,
que en principio es nuestro. Y les repito, de igual modo. No importa
si es Republicano o Demócrata, siempre que propongamos cosas que
beneficien a los dos países.
Tenemos que estar en campaña permanente, hoy me despido con un
mensaje positivo: Por México y los mexicanos. México para los
mexicanos. No renunciemos a México, para convertirnos en gringos.
Defendamos el honor de ser mexicanos.
¡Qué
viva México!
|