Cuba y sus representantes
Adolfo Rivero Caro
El mismo día en que Orlando Zapata Tamayo moría prácticamente asesinado por la “dictadura buena”, Inácio Lula da Silva llegaba a La Habana para reunirse con sus viejos amigos, Fidel y Raúl Castro. Lula nunca va a ayudar a que la dictadura cubana emprenda reformas. No hay absolutamente ningún motivo para suponerlo. Siempre ha tratado de fortalecer política y económicamente al régimen cubano, y jamás se ha reunido con los disidentes. Hasta la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado brasileño tuvo que lamentar la muerte de Zapata Tamayo y criticar el silencio de Lula ante los Castro. El único voto en contra de la declaración, por cierto, fue de Joao Pedro Goncalves, del Partido de los Trabajadores, que dijo que la intención de la declaración no era manifestar “solidaridad'' con la familia de Zapata Tamayo sino ayudar a “profundizar la disidencia en Cuba'' y que por eso no estaba de acuerdo con la misma. ¿Acaso no está suficientemente clara la posición del Partido de los Trabajadores y de Lula?
¿Hasta cuándo se va a estar hablando de que la
revolución cubana fue una revolución de los
trabajadores y, por consiguiente, dirigida
contra la “burguesía”, nacional y extranjera?
Por favor. Hace medio siglo que en Cuba no hay
burguesía. ¿Y quién es Orlando Zapata Tamayo
sino un negro albañil, un simple obrero? La
revolución cubana fue el asalto al poder por una
gavilla de aventureros que luego se llamaron
marxistas porque era una ideología que les
permitía justificar sus crímenes. En definitiva,
tanto el marxismo como el fascismo son
ideologías de aventureros.
Inicialmente, la famosa revolución les robó a
los que tenían propiedades, después ha estado
robándoles a los empobrecidos trabajadores
cubanos. Al principio fue sostenida por la Unión
Soviética, que compró una base militar y
política a las puertas de Estados Unidos. Luego
ha sido mantenida por Chávez. Generalmente, lo
que se oculta tras las simpatías castristas es
una oculta ambición por el poder total, una
secreta envidia por el totalitarismo. Los Castro
han tenido el apoyo político de todos los que
envidian a Estados Unidos y pretenden hacerlos
responsables, de alguna manera, del atraso y
subdesarrollo de sus pueblos. Hay que aprender a
desconfiar profundamente del antiamericanismo.
Cuba se “liberó” de Estados Unidos hace medio
siglo y ¿qué ha conseguido? Pasar de ser uno de
los países más prósperos del continente a estar,
51 años después, casi al nivel de Haití.
Por supuesto, que ningún país democrático puede
desconocer absolutamente los crímenes del
castrismo. Este último de ellos ha provocado
críticas sin precedentes en muchos años. Pero,
hay una esencial diferencia entre las críticas
de Lech Walesa, Vaclav Havel, José María Aznar o
los dirigentes políticos de Estados Unidos,
todos ellos enemigos en principio del
totalitarismo, y las de los simpatizantes, más o
menos abiertos, del régimen cubano, que sólo se
ven obligados a ellas por las circunstancias.
Por favor, hasta Rodríguez Zapatero, el
presidente español, tan defensor de los Castro,
ha tenido que denunciarlo y pedir la liberación
de los presos políticos cubanos.
Es esencial tomar conciencia de la importancia
de la solidaridad internacional. El asesinato de
Zapata
Tamayo se produjo a cámara lenta, se
prolongó durante meses. Una solidaridad
suficientemente vigorosa hubiera podido
detenerlo. El mundo tiene que comprender que
en Cuba existe una oposición de masas que la
dictadura no permite manifestarse. No es nada
nuevo. Con la excepción de Polonia, en ningún
país socialista de la Europa del Este hubo una
oposición significativa y visible. Y, sin
embargo, la oposición a los regímenes comunistas
era masiva. Ninguno sobrevivió la avalancha de
1989.
En Cuba, bajo una dictadura totalitaria, existen
decenas de organizaciones opositoras y hay
centenares de disidentes en las cárceles. De no
ser por la ferocidad de la represión, la
dictadura cubana sería barrida del poder. Fidel
Castro es tan popular en Cuba como lo era
Ceaucescu en Rumanía. La dictadura cubana lo
sabe. Eso es lo único que puede explicar el
pánico gubernamental ante la muerte de Zapata
Tamayo deteniendo a decenas de disidentes,
advirtiendo a otros que no salieran de sus casas
y pidiéndoles a los corresponsales extranjeros
que no fueran a Banes a cubrir el funeral. Se
hizo un increíble despliegue represivo alrededor
del pobre entierro en el que, a pesar de todo,
participaron unas 150 personas dando gritos
contra la dictadura. El evento fue transmitido
en vivo por Radio Martí, una grabación sin duda
histórica. Entre las heroínas que estuvieron
allí se encontraban Melba Santana, Martha Díaz
Rondón, promotora de los municipios de oposición,
y Ana Belkis Ferrer, entre muchos otros
opositores. Gente como ellos son los únicos y
verdaderos representantes del pueblo cubano.
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