En defensa del neoliberalismo

                                         

 

 

Ovejas y militares

 

 

Los militares venezolanos están condenados a muerte. Y lo curioso es que van como ovejas al matadero. Recientemente, un periodista venezolano reportaba sobre el descontento en las fuerzas armadas. Las conclusiones que yo derivo de su reportaje, sin embargo, son radicalmente diferentes a las que parecen inferirse del mismo. Lo increíble no es que haya descontento en las fuerzas armadas venezolanas sino que éste sea tan mínimo e ineficiente. Tengo entendido que el nivel cultural de sus mandos es elevado. Y esto me hace preguntarme, con amargura, ¿para qué sirve la cultura?

La experiencia política más importante del siglo XX ha sido el fracaso del modelo comunista como alternativa de la sociedad capitalista y democrática. El modelo se ha ensayado y ha fracasado en sociedades tan diferentes como Checoslovaquia y Mongolia. Se ha contrastado de manera tan explícita como en Alemania Oriental y Alemania Occidental, o en Corea del Norte y Corea del Sur. Ha puesto a Cuba, uno de los países más prósperos y desarrollados de América Latina hace 50 años, al nivel de Haití. Cualquiera que visite La Habana, una ciudad literalmente en ruinas, tiene que preguntarse: ¿quién puede querer esta dictadura asfixiante para su país? ¿Para conseguir qué? Inevitablemente, uno tiene que llegar a la conclusión de que el modelo comunista sólo tiene un inmenso atractivo, el de la dictadura eterna. Son esos 50 años de Fidel Castro en el poder los que ejercen un atractivo hipnótico sobre los Chávez, Evo Morales, Ortega y Correa.

Y, sin embargo, no se puede concebir nada más reaccionario que esa pretensión al poder total. Toda la modernidad que arranca con la revolución americana de 1776 y la francesa de 1789 fue una gran rebelión contra ese poder total. Políticamente, todo el mundo moderno se caracteriza por ese repudio. De él se derivan la división de poderes, el imperio de la ley, la prensa libre como implacable crítica de los gobernantes. Políticamente, lo que caracteriza la modernidad es la voluntad de darle el mayor poder posible al individuo. Esa ha sido y sigue siendo la gran batalla política de nuestro tiempo. Los verdaderos reaccionarios son los que pretenden regresar a ese pasado donde el Estado lo decidía todo y el individuo nada. Fue lo normal desde Nínive y los faraones. ¿Cómo pueden ser ''progresistas'' los que quieren regresar a ese milenario pasado?

Pero volvamos a los militares venezolanos. ¿Cómo es posible que ese sector educado, culto y poderoso se deje llevar pasivamente al matadero? Algunos se preguntarán por qué digo eso. ¿Acaso Chávez no es un militar? ¿Cómo puedo sugerir que se va a volver contra sus camaradas? No lo digo por gusto. Es la experiencia histórica. Chávez ha elegido el modelo comunista. Pero, ¿qué tipificó la primera revolución comunista triunfante en el mundo? Nadie recuerda ningún salto positivo en el nivel de vida de las masas populares. Lo que se recuerda es el Terror. El 11 de junio de 1937, la prensa soviética anunciaba que la flor y nata del ejército soviético, los mismos que se habían distinguido en la guerra civil, habían sido acusados de traición ,juzgados y ejecutados. Invito a mis lectores venezolanos a leer el capítulo 7 de The Great Terror, de Robert Conquest.

En una sociedad muy distinta, la China de los años 70, Lin Piao, el ministro de Defensa y heredero designado de Mao Tse Tung, cayó en desgracia y trató de escapar con algunos de sus compañeros, altos mandos del ejército. Su avión fue derribado en la frontera. Cientos de sus seguidores fueron ejecutados.

Nadie está fuera de peligro. El general Arnaldo Ochoa era uno de los pocos Héroes de la República de Cuba pero eso no impidió que fuera detenido, sumariamente juzgado y fusilado. De los gemelos La Guardia, íntimos amigos de Fidel Castro, uno, Antonio, un coronel, fue fusilado y el otro, Patricio, un general, sobrevive, bajo libertad vigilada, gracias a la solidaridad internacional.

Y si estamos hablando de ejércitos comunistas, formados desde la base por hombres absolutamente leales y probados en la lucha, ¿qué destino les puede esperar a los integrantes de un ejército republicano formado en la defensa de los valores democráticos tradicionales? Hay que estar ciego para no ver la realidad. Están condenados. Las fuerzas armadas son, y seguirán siendo, el gran obstáculo a la dictadura de Hugo Chávez. Y ese obstáculo tiene que ser eliminado.

En una democracia, las fuerzas armadas son el fundamento mismo de las libertades civiles. Son ellas las que las garantizan. ¿Qué impide que cualquier grupo terrorista armado (como las FARC de Colombia) se adueñe del poder del estado? Lo impiden las fuerzas armadas, a un alto costo de sangre y sacrificios que una cierta prensa menosprecia y desdeña. Honor y gloria a todos esos jóvenes soldados que dan la vida, todos los días, en esa terrible batalla.

Aplastar las libertades civiles va en contra de la esencia misma de las fuerzas armadas. Las fuerzas armadas no deben ser políticas, no deben ser partidarias, porque su misión esencial es proteger la libertad de todos. Y, en primer lugar, la libertad de discrepar de los que están en el poder. Esa es la maravilla de la democracia.

¿Establecer una dictadura a nombre de la justicia social? Por favor. No hay nada más precioso que la libertad. Esa fue la verdadera herencia de Bolívar. Aceptar una dictadura sería traicionar la causa de nuestros libertadores. Defender la libertad es el gran papel de las fuerzas armadas en una democracia moderna. Y traicionar esa causa es condenarse a muerte.

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