ADOLFO
RIVERO
CARO
El
ensayo
nuclear de
Corea del
Norte abre
un nuevo
capítulo
en la
situación
internacional.
Ahora hay
un país
delincuente
o, como
dicen los
americanos,
a rogue
nation,
que tiene
armas
nucleares.
Un país
delincuente
es, en
primer
lugar, una
tiranía,
un país
donde el
gobierno
no depende
de la
opinión
del
pueblo.
Ahora
bien, la
tiranía es
una
condición
necesaria
pero no
suficiente
para
constituir
un estado
delincuente.
En los
estados
delincuentes
la clase
dirigente,
incapaz de
mantener
una
sociedad
creadora
de
riqueza,
busca
ingresos
mediante
actividades
delictivas.
Eso es lo
que hace
Corea del
Norte.
Todo el
mundo sabe
que su
gobierno
falsifica
moneda y
organiza
tráfico de
drogas.
Hay
numerosas
denuncias
internacionales
sobre
estas
actividades.
Esto
obliga a
preguntarse:
¿por qué
no
vendería
entonces
su
tecnología
nuclear al
mejor
postor?
En los
últimos 10
años, más
de dos
millones
de
personas
han muerto
de hambre
en Corea
del Norte.
Más del 50
por ciento
de los que
escapan
del país
dicen
hacerlo
huyendo de
la
hambruna.
Las
imágenes
nocturnas
de la
península
coreana
que
trasmiten
los
satélites
son
alucinantes.
Mientras
el sur
está
brillantemente
iluminado,
todo el
norte está
en
tinieblas.
Y, sin
embargo,
al final
de la
Segunda
Guerra
Mundial el
norte era
la parte
más
desarrollada.
Cincuenta
años
después lo
único que
explica el
pasmoso
contraste
es la
diferencia
entre sus
sistemas
económico
sociales.
Sin
embargo,
la
dictadura
consigue
mantenerse.
El más
mínimo
gesto de
disidencia
hace que
no sólo el
acusado,
sino toda
su
familia,
incluyendo
a los
niños,
sean
enviados a
campos de
concentración.
Se calcula
que hay
unas
200,000
personas
en los
mismos.
Corea
del Norte
depende,
para su
supervivencia
física, de
una masiva
ayuda
internacional
en
alimentos.
Este es el
país, sin
embargo,
que
invierte
cuantiosos
recursos
en un
programa
de
desarrollo
de armas
nucleares.
¿Cómo
explicarlo?
Muy
sencillo.
Temeroso
de que una
sociedad
de
individuos
creadores
de riqueza
se haga
independiente
del
gobierno,
prefiere
mantener
al país en
la
opresión y
la
miseria.
Pero, para
sobrevivir,
recurre al
chantaje y
a los
servicios
que presta
a otras
potencias.
El
gobierno
chino le
presta una
masiva
ayuda
económica
con tal de
no tener
una Corea
unificada
y
capitalista
en su
frontera.
El
gobierno
del
presidente
de Corea
del Sur,
Roh Moo-Hyn,
como buen
socialdemócrata,
creyó que
la fuente
de la
actitud
agresiva
de los
norcoreanos
no estaba
en su
propia
ideología,
sino que
era una
reacción
a la
política
anticomunista
de
anteriores
gobiernos
surcoreanos.
Bastaba
con
mostrarles
buenas
intenciones
a los
norcoreanos
para que
éstos
cambiaran
de
actitud.
De ahí su
insistencia
en la
construcción
conjunta,
entre
otros
proyectos,
de un gran
parque
industrial
en Corea
del Norte.
Es la
política
de ''la
luz del
sol''. El
gobierno
de Clinton,
por su
parte,
sostuvo
conversaciones
bilaterales
y le dio
$5,000
millones
en
petróleo,
dos
reactores
nucleares
y alta
tecnología
con tal de
que
renunciara
a su
programa
de armas
nucleares.
Y, para
demostrar
su
confianza
en los
norcoreanos,
estuvo de
acuerdo en
que ningún
inspector
de armas
visitara
Corea del
Norte
durante
cinco
años. Los
norcoreanos
se
mostraron
complacidos.
Y, a
escondidas,
prosiguieron
su carrera
armamentista,
engañando
descaradamente
al
gobierno
americano.
Tener
un estado
delincuente
equipado
con armas
atómicas
pone en
enorme
peligro a
Estados
Unidos.
Corea del
Norte
puede
vender su
tecnología
nuclear a
los
terroristas.
No hay que
olvidar
que éstos
se sienten
profundamente
frustrados
por no
haber
podido
golpear a
Estados
Unidos
desde el
11 de
septiembre
del 2001.
Para Corea
del Norte
la
tentación
es enorme.
Al no ser
directamente
responsable
del ataque
nuclear,
no se va a
creer
sujeta a
devastadoras
represalias
americanas.
Ahora
bien,
¿cuál
sería la
reacción
americana
a la
obliteración
de una de
sus
grandes
ciudades?
Miami, por
cierto,
pudiera
estar
entre
ellas.
Japón
es clave
en esta
nueva
situación.
¿Qué va a
hacer
frente a
una nación
cercana y
hostil,
que el
pasado 4
de julio
estaba
lanzando
misiles de
alcance
intermedio,
y que
ahora
tiene
bombas
atómicas?
Shinzo Abe,
el nuevo
premier,
ha
declarado
que, a
pesar de
esta
provocación,
su país
mantendrá
la
política
de no
fabricar
armas
nucleares.
Comprende
que una
decisión
japonesa
de
equiparse
con armas
atómicas,
algo que
pudiera
hacer con
relativa
facilidad,
dispararía
el
armamentismo
chino y de
toda el
Asia. Ha
respondido
a esta
crisis con
serenidad
y madurez.
Sin
embargo,
el peligro
de Corea
del Norte
sólo hace
incrementarse.
Naciones
Unidas no
va a hacer
nada
efectivo
por
remediarlo.
Y Corea
del Norte
ha dicho
que tomará
cualquier
tipo de
sanción
como un
acto de
guerra. En
estas
condiciones,
es
imperativo
que Japón
reforme la
Constitución
y se
rearme. En
relación
con Irán,
Estados
Unidos
lleva años
siguiendo
el modelo
de
política
internacional
preconizado
por los
demócratas:
estrictamente
multilateral
y dándole
prioridad
a la Unión
Europea.
De la
misma
forma, en
relación
con Corea
del Norte,
el
gobierno
de Bush ha
sostenido
la
necesidad
de
negociaciones
entre seis
partes:
Corea del
Sur,
China,
Japón,
Rusia,
Estados
Unidos y
Corea del
Norte. Los
resultados
están a la
vista. No
se puede
razonar
con los
gangsters.
Sólo
comprenden
el
lenguaje
de la
fuerza.