ADOLFO RIVERO CARO
Es obligado referirme
al despido de los periodistas de
El Nuevo Herald. La dirección del
Miami Herald plantea que cobrar de
una agencia del gobierno entra en
contradicción con la independencia
periodística. Independientemente
de cuál sea nuestra opinión sobre
el tema, se trata de una política
corporativa. Por consiguiente, hay
que aceptarla. Sin embargo, la
dirección del Miami Herald yerra
por no tomar con consideración dos
aspectos esenciales. El primero
tiene que ver con lo que
significan Radio y TV Martí para
la comunidad cubanoamericana. A la
dirección del Miami Herald le
encanta hablar de ''percepción'',
es una lástima que no hayan tenido
en cuenta nuestra percepción de
Radio y TV Martí. Su 'percepción'
es que son simples emisoras de
propaganda. Para mi sorpresa,
piensan lo mismo de Radio
Free Europe, la emisora que
trasmitía información a los países
comunistas de la Europa del Este.
Para los pueblos de esos países,
sin embargo, Radio Free Europe era
como una brisa de aire fresco: la
única fuente alternativa de
información en el mundo asfixiante
de la propaganda comunista. El
agradecimiento de esos pueblos a
Radio Free Europe siempre ha sido
cálido y fervoroso. Es lo mismo
que siente el pueblo cubano por
Radio Martí. Para nosotros,
colaborar con Radio y TV Martí es
un honor, un privilegio. Es la
oportunidad de hablarle
directamente al pueblo de Cuba.
El papel de Radio Martí, como
el de Radio Free Europe, no es
trasmitir propaganda. La función
de Radio y TV Martí, como la que
tuvo Radio Free Europe, es
trasmitir información. La
información que en Cuba, al igual
que en las otras dictaduras
comunistas, se veta o se mutila.
Si eso socava al régimen, como
decía Ernesto Betancourt, eso no
es un problema de la emisora, sino
de de la dictadura. La política
oficial de Radio y TV Martí es
trasmitir una diversidad de
opiniones puesto que eso es lo que
caracteriza a una sociedad libre.
Todos están de acuerdo, por
supuesto, con una sociedad
democrática y de libre mercado. Es
por ello que, para la dictadura,
todas sean equivalentes y
trasmisoras del mismo mensaje. Es
por eso que lo consideran
propaganda. Ahora bien, este es
el punto de vista de los enemigos
de la democracia. Es el punto
de vista de los que desprecian el
estado de derecho, la democracia
parlamentaria y el libre mercado.
¿Cómo es posible que también sea
el punto de vista del Miami Herald?
Es completamente legítimo ser
objetivo y rechazar a los enemigos
de la democracia. Es más, sólo
así se puede ser objetivo.
¿Por qué? Porque la objetividad
es un valor liberal, es un
valor para los que priorizan la
libertad, es decir, el no estar
sujeto a la voluntad arbitraria de
otros hombres. La objetividad no
es más que el respeto al ejercicio
de esa libertad, el respeto a
tener una opinión diferente. Ahora
bien, no puede haber respeto para
los que quieren privarnos de
nuestra libertad, es decir, para
los que quieren privarnos de
ejercitar esa libertad de tener
opiniones diversas. Eso es lo que
hacen los plumíferos castristas.
Es por eso que hacen propaganda y
no periodismo. Esa es la gran
razón que asiste a Radio Martí
frente al monopolio castrista de
la información. Esa es la
diferencia entre la información y
la propaganda.
Sin Radio Martí no hubiera
podido haber una disidencia
nacional en Cuba. ¿Cómo
conseguirlo en medio de una
constante represión y sin acceso a
ningún medio de comunicación de
masas? ¿Cómo es posible que la
dirección del Miami Herald no
comprenda eso? Es natural que
cause una profunda irritación en
la comunidad cubanoamericana.
Y eso nos lleva al segundo gran
error de la dirección del Miami
Herald. ¿Cómo es posible darle un
tratamiento tan brutal a
compañeros tan queridos y
respetados? ¿Acaso no tenían otras
opciones? Pablo Alfonso estaba en
la cárcel defendiendo el derecho
de los cubanos a la libertad, es
decir, su posibilidad de ser
objetivos, cuando los dirigentes
del Miami Herald estaban en
pañales. Para nosotros, Pablo
Alfonso es una gran figura del
mejor periodismo latinoamericano.
¿Qué este lamentable incidente nos
lleva a cuestionamientos? Sin
duda, pero no sobre Pablo Alfonso
ni sobre Wilfredo Cancio, uno de
los más brillantes de nuestros
jóvenes periodistas, ni sobre esa
espléndida profesional que es Olga
Connor. Por no hablar del
inexplicable acoso contra Carlos
Alberto Montaner. No. Lo que nos
lleva a cuestionar es a la
dirección del Miami Herald. No su
integridad personal, que no está
en discusión, sino su relativismo
moral y su asombrosa falta de
sensibilidad.
¿Le preocupa al Miami Herald la
percepción de un conflicto de
intereses? Pues también debió
preocuparle la percepción de la
comunidad cubanoamericana. La
percepción de que el Miami Herald,
por ejemplo, es un periódico
''liberal'', en el sentido
americano. La percepción de que,
por eso, su dirección detesta
a una comunidad étnica como la
cubanoamericana que no se
considera discriminada, que no es
antiamericana, que ama
profundamente a este país y que,
mayoritariamente, vota
republicano. Y la percepción de
que, por esas razones, se
apresuraron a humillar a nuestros
mejores periodistas
cubanoamericanos, sirviéndole en
bandeja de plata a la dictadura
castrista su mejor triunfo desde
Bahía de Cochinos. Seguramente
nada de esto es así. Pero es
cuestión de percepciones.