ADOLFO RIVERO CARO
En esta semana se
celebró el Día de la Recordación (Memorial Day) y, aunque un
poco atrasado, quisiera hacer algunas observaciones sobre la
fecha. El mundo entero debía recordar las causas por la que
han entregado sus vidas los soldados americanos. Estados
Unidos intervino en la Primera Guerra Mundial para impedir que
Europa fuera avasallada por el imperialismo prusiano. La
guerra, como es conveniente recordar, fue prácticamente
forzada por el gobierno del káiser Guillermo II, que impidió
cualquier tipo de acuerdo negociado con Serbia, pese a que
este país había prácticamente aceptado todas las condiciones
del imperio Austro-Húngaro. La horrible matanza de aquel
conflicto, sin paralelo en la historia, provocó una natural
repulsa a todo tipo de guerra. El libro más famoso sobre esa
contienda fue Sin novedad en el frente, de Erich María
Remarque, escrito desde el desilusionado punto de vista de los
soldados alemanes. Este, sin embargo, no reflejaba la opinión
de millones de soldados que estaban seguros de haber luchado
por una causa justa.
En la Segunda Guerra Mundial, nuevamente los soldados
americanos dieron sus vidas por salvar a Europa, Asia y el
mundo de la tiranía nazi y el feroz imperialismo japonés. Era
una gran causa. Sin embargo, en esa excelente película que es
Saving Private Ryan, de Steven Spielberg, se le hace
decir al personaje principal que los soldados americanos sólo
luchaban por sus compañeros de armas. Esto, sin duda,
reflejaba superficialmente la actitud diaria del soldado
americano, que no había sentido en carne propia los
sufrimientos infligidos por los nazis a otros pueblos, pero es
una enorme falsificación histórica plantear que los soldados
americanos ignoraran o les fuera indiferente estar luchando
contra el nazismo. La lucha contra el nazismo fue una gran
causa nacional, como lo fue, tras el ataque a Pearl Harbor, la
lucha contra el imperialismo japonés. Y muy justa, por cierto.
Lo mismo sucedió con la Guerra de Corea. La izquierda decía
que ¡EEUU había sido el agresor! ¡Que el responsable era John
Foster Dulles! Ahora, con la apertura de los archivos
soviéticos, sabemos que Stalin, personalmente, le dio
el visto bueno al ataque de Corea del Norte. ¿Qué estaba
haciendo Estados Unidos? Defendiendo a Corea del Sur contra el
imperialismo comunista. ¿Cuál fue el resultado? Que una Corea
del Sur libre e independiente pudo convertirse en una gran
potencia industrial que rivalizaba con EEUU. ¿O acaso es
mentira?
Luego vino la Guerra de Vietnam. Esa fue una guerra que
Estados Unidos perdió por razones complejas, pero,
fundamentalmente, porque la izquierda logró restarle apoyo
nacional. La izquierda nos decía que el Tío Ho era sólo un
benévolo nacionalista que luchaba por la independencia
nacional. Tras el fin de la guerra, nunca más volvieron a
hablar de Vietnam. ¿Por qué? Porque todo lo que había dicho la
derecha resultó cierto. Porque Vietnam fue víctima de una
represión espantosa que, a su vez, provocó una emigración
masiva. Hasta el día de hoy, y a diferencia de los llamados ''tigres
asiáticos'', ha seguido siendo un país miserable y atrasado.
Los mismos dirigentes vietnamitas admitieron públicamente ''que
habían perdido la paz''. Sólo en los últimos años han empezado
a recuperarse económicamente debido (¿a qué otra cosa?) a
reformas de tipo capitalista. Y no sólo eso. Kampuchea y Laos
también cayeron. El genocidio de Pol Pot fue un resultado
directo del ''triunfo'' de la izquierda americana. Ni la
revista Time ni el New York Times van a hablar
de eso, pero ¿acaso es mentira?
La realidad es que los socialistas de todo el mundo (incluyendo
por supuesto a los ''liberales'' americanos) están en contra
de todas las guerras. Incluyendo las defensivas. ¿Por qué?
Porque consideran, siguiendo a Marx, y sobre todo a Lenin,
que en el mundo moderno todas las guerras se hacen para
defender los intereses económicos de las corporaciones
capitalistas. Y es por eso que los proletarios tienen que
estar en contra de todas las guerras. La historia ha
demostrado que todo esto es un solemne disparate. ¿Qué grandes
intereses económicos podía tener EEUU en las costosísimos
guerras de Corea o de Vietnam? ¿Qué intereses económicos puede
haber en las suicidas guerras tribales de los Balcanes, Africa
o el Medio Oriente, donde todas las partes pierden?
Llamo la atención
de mis lectores sobre el hecho de que, apoyándose en esas
mismas razones, los socialistas han tratado de restarle
legitimidad al derrocamiento de la dictadura fascista de
Saddam Hussein y, alegando que se había hecho por el petróleo.
Pero ¿de qué intereses petroleros en la guerra de Irak puede
hablarse cuando el alto precio de la gasolina está afectando
duramente la popularidad del presidente Bush? El único dueño
de los vastos recursos petroleros de Irak es el propio
gobierno iraquí. Estados Unidos no se ha apoderado
absolutamente de nada. Como no lo hizo cuando intervino en
Kuwait tras la invasión de Saddam Hussein. Estos presuntos
argumentos no son más que rezagos de la ideología
marxista-leninista que, hasta el día de hoy, es la única que
tiene la izquierda.