En defensa del neoliberalismo |
ADOLFO RIVERO CAROLas grandes manifestaciones del pasado fin de semana han sido un espectáculo sin precedentes en Estados Unidos e invitan a la reflexión. Las manifestaciones de cientos de miles de inmigrantes ilegales (a los que la izquierda exige llamar ''indocumentados'') sólo demuestran que EEUU ha perdido totalmente el control de sus fronteras. La mayoría de los argumentos para justificar otra amnistía y que no se apliquen las leyes de inmigración son frívolos y superficiales. Por ejemplo, eso de que los inmigrantes hacen trabajos que los americanos no hacen. Por favor, eso depende de los salarios que se paguen. Hay empresarios ávidos que se aprovechan de una mano de obra dispuesta a trabajar por salarios muy bajos. Si esa mano de obra no existiera, tendrían que pagar mayores salarios, y no faltarían americanos para hacerlos. Tan sencillo como eso. ¿Que es imposible hacerlo mientras la economía mexicana esté tan atrasada en relación con la americana? Las economías de todo el mundo están atrasadas en relación con Estados Unidos. ¿Vamos por eso a abrir las fronteras? ¿Que es muy difícil dada la gran frontera entre los dos países? También es difícil la lucha contra el crimen y a nadie se le ocurre dejar de aplicar el código penal. Cuando se detiene a un inmigrante ilegal, simplemente se le devuelve a su país. No es de extrañar que el problema sólo haga crecer. ¿Qué pasaría con los que manejan a exceso de velocidad si la policía simplemente los detuviera y les dijera que no debían volver a hacerlo? Las leyes sobre inmigración no se están haciendo cumplir pese a que la gran mayoría del pueblo americano lo está exigiendo desde hace mucho tiempo. Entre los empresarios que quieren mano de obra barata y los políticos que quieren hacerse simpáticos a los electores latinos, el problema sólo ha hecho agravarse. Tarde o temprano, el electorado va a castigar a los legisladores irresponsables. Participaron en las manifestaciones cientos de miles de personas que han entrado ilegalmente en este país. Al hacerlo, han violado las leyes de la nación, lo que conlleva sanciones legales y los convierte en delincuentes. No se puede violar la ley. Esa es la esencia misma del estado de derecho. ¿Qué es lo que ha hecho grande a Estados Unidos? ¿Por qué este país, tan ferozmente criticado por los intelectuales de todo el mundo, tan vituperado por la poderosa izquierda internacional, es el lugar donde incontables millones de personas pobres de todo el planeta quisieran vivir? Lo que ha hecho grande a este país, por supuesto, es su culto a la libertad. Y, entre otras muchas libertades, la libre empresa lo ha hecho rico. Sin embargo, a muchos latinos, herederos culturales del absolutismo español, les cuesta trabajo comprender que la libertad está indisolublemente vinculada al respeto a la ley. Muchos creen que la libertad es hacer lo que a uno le da la gana. De aquí que vean la ley como una limitación, como un obstáculo a su libertad. Esto es un gran error. La libertad no puede ser que todo el mundo haga lo que le dé la gana porque, si así fuera, los más fuertes se apoderarían de todo y el mundo sería de ellos. Lo único que garantiza los derechos de todos, las libertades de todos, es que todos estemos sujetos a las mismas leyes. Esto es precisamente lo que caracteriza a la sociedad americana. En Estados Unidos usted puede hacer todo lo que no esté prohibido por la ley. Pero, por muy rico que usted sea o muy alto el cargo político de que disfrute, si viola la ley va a ser sancionado. Esto es lo que hace a EEUU radicalmente diferente a otros países. Porque ¿quién puede creer que un amigo de Fidel Castro va a ir a la cárcel en Cuba porque violó la ley? Y yo invito a mis amigos latinoamericanos a reflexionar sobre la fuerza que tiene el estado de derecho en sus respetivos países. Hoy el problema de la inmigración se plantea de manera muy distinta a otras épocas. En otros tiempos, en EEUU imperaba la cultura del patriotismo y de la asimilación. Hoy la izquierda, que nunca ha simpatizado con el modelo cultural del capitalismo, desacredita el patriotismo americano, rechaza la asimilación y trata de popularizar el multiculturalismo. Rechaza hasta un idioma común. Quiere que la nación se fragmente en una serie de tribus hostiles. En ese medio ambiente cultural, resignarse a una inmigración desenfrenada, que se proclama antiamericana y no quiera integrarse, es equivalente a un suicidio nacional. Y ningún pueblo quiere suicidarse. |