En defensa del neoliberalismo

                                         

 
                                              
                                        

                                             
 La batalla por RCTV
 
 

El brutal cierre de RCTV es, simplemente, una confirmación. El gobierno de Chávez está decidido a suprimir toda oposición en Venezuela. Amparado en su momentánea mayoría, está organizando su dictadura. En realidad, la idea no es nueva. En los años 60 y 70 el Partido Comunista de la URSS, y la mayoría del movimiento comunista internacional, defendía la tesis del tránsito pacífico y la posibilidad de conquistar el poder mediante elecciones. Por aquel entonces criticaban a Fidel Castro y a los revolucionarios cubanos porque llamaban a tomar el poder por la fuerza. De aquí el apoyo soviético al modelo chileno. Allende había demostrado que se podía tomar el poder mediante elecciones. La discusión era qué hacer después. Cuarenta años más tarde, Chávez está mostrando el camino. Suslov estaría orgulloso.

Es importante comprender, sin embargo, que la toma del poder mediante elecciones no se corresponde con ninguna vocación democrática. Los comunistas siempre han considerado que no se puede prescindir de la ''dictadura del proletariado''. Sin esa dictadura, ¿cómo sería posible quitarle sus propiedades a un poderoso e influyente sector de la sociedad? ¿Cómo destruirlo mientras pueda expresar sus ideas, reunirse, organizarse y manifestarse públicamente? Es por eso que la revolución comunista es incompatible con la existencia de un estado de derecho. La dictadura es indispensable para enfrentar la resistencia de toda una clase social primero y de todo un pueblo después.

Es por esta razón que los comunistas nunca han estado de acuerdo con el principio de los derechos humanos. Los comunistas no aceptan la existencia de derechos universales. Eso supondría que todos los hombres son esencialmente iguales y, para ellos, esto es inaceptable porque la sociedad está dividida en clases. Hay una clase explotadora y una clase explotada. Aceptar que los explotadores tienen derechos es esencialmente inmoral porque es permitir la permanencia de la explotación y, por consiguiente, de la pobreza y sus tristes consecuencias. Es la gran coartada para la represión. Afortunadamente, en el mundo moderno ninguna dictadura puede esgrimirla abiertamente.

Por supuesto, una vez destruida la oposición organizada, el grupo que está en el gobierno se convierte en una tiranía. Ahora va a poder meter en la cárcel a todo el que se le oponga. A nombre del ''pueblo'' podrá aplastar a cualquier minoría, primero, y a la gran mayoría después, cuando ésta se vea incapaz de organizarse. Sin medios de comunicación y privada de sus derechos civiles, cualquier mayoría se va a ver impotente ante una camarilla inescrupulosa y represiva. Es la experiencia cubana. Este poder excesivo era, justamente, el que los padres fundadores de la democracia moderna querían evitar. Es por eso que todas las constituciones modernas limitan severamente el poder de las mayorías y tratan de garantizar, por todos los medios, los derechos de las minorías. Y es por eso que una revolución supuestamente ''proletaria'' conduce al retorno de la monarquía absoluta e inclusive hereditaria, como hemos visto en el trágico caso de Corea del Norte.

Ahora bien, aunque los revolucionarios puedan llegar al gobierno mediante elecciones, aprovechando las libertades del estado de derecho, queda el gran problema de cómo mantenerse en el poder. Marx suponía que la dictadura del proletariado sería enormemente popular y, por consiguiente, un expediente temporal. La realidad histórica, sin embargo, ha demostrado que el comunismo empobrece a la sociedad y, por consiguiente, se ve condenado a una vasta impopularidad. Lo estamos viendo en Venezuela. Pese a su fabulosa riqueza petrolera, Chávez está empobreciendo al país. Es por eso que, aunque lleguen al gobierno legalmente, los revolucionarios tienen que aniquilar la democracia para mantenerse en el poder. Chávez lo está haciendo poco a poco. De aquí el cierre de RCTV.

En Caracas y otras siete ciudades de Venezuela, miles de estudiantes se lanzaron valientemente a la calle para protestar por el cierre de Radio Caracas Televisión. Esta resistencia tiene una enorme importancia. Es una causa sumamente popular que obliga al gobierno a mostrar su verdadero rostro, despótico y represivo. No sería de extrañar que estas luchas generen el surgimiento de dirigentes jóvenes salidos de las filas estudiantiles. En cualquier momento empezaremos a oír sus nombres. Hacen mucha falta. La inercia de la dirección política de la oposición ha sido realmente penosa.

El cierre de RCTV ha provocado una fuerte repulsa internacional. La oposición venezolana tiene que exigir la solidaridad de todas las fuerzas democráticas del mundo. Ningún intelectual latinoamericano debe dejar de manifestar su condena. Los venezolanos van a poder constatar quiénes están con ellos y quiénes van a apoyar la dictadura. Sin embargo, es importante comprender que, aunque Chávez pierda popularidad tanto internamente como en el exterior, a la larga saldrá ganador si la situación se normaliza. De aquí que sea imperativo salir a la calle a protestar. Los llamamientos a la solidaridad internacional, aunque necesarios, no van a detener la aplanadora chavista. Sólo las masas, en la calle, pueden conseguirlo. Hay que devolverle RCTV al pueblo. La lucha no es para mañana, hay que salir a la calle hoy, ahora mismo. Mañana quizás sea demasiado tarde.

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