La retórica del desempleo y los impuestos
Thomas Sowell
Seamos realistas, la política es, en gran medida, el arte del
engaño, y buena parte de la retórica política es el arte de plantear
mal los problemas. Un ejemplo clásico es el debate actual sobre si
se paga a los desempleados extendiendo durante cierto tiempo los
beneficios por desempleo o si se “recortan los impuestos a los
ricos”
En primer término, en una sesión del Congreso donde los legisladores
electos no han tomado posesión no se van a recortar los impuestos de
nadie, trátese de los ricos o de los pobres. El único problema real
es si nuestras actuales tasas de impuestos aumentarán en enero y a
cuántos.
Lo mejor que podemos esperar es que no aumenten las tasas fiscales.
De modo tal que la próxima vez que uno escuche a algún político o
medio de prensa diciendo “recortes de impuestos a los ricos” ello se
limitará a expresar si son serios en cuanto a los hechos o si no son
más que adictos a las habladurías.
No solo los llamados “recortes de impuestos” no lo son en realidad,
pues la mayoría de los individuos catalogados de “ricos” ciertamente
no lo son. Ser rico significa poseer grandes caudales. Pero los
impuestos sobre la renta no tocan la riqueza. No es una casualidad
que algunos multimillonarios anden diciendo que aprueban el aumento
de los impuestos sobre la renta, pues seguirían siendo
multimillonarios aunque los impuestos gravaran el 100 por ciento de
sus ingresos actuales.
Los liberales americanos quieren elevar las tasas fiscales de las
familias que ganan $250,000 y más al año. Ahora bien, no son ricos
el esposo y la esposa que perciben $125,000 anuales. Si tienen un
hijo en una de las muchas de las universidades que cobran $30,000 al
año (en dinero después de pagar impuestos) solo por la matrícula, es
improbable que se sientan cerca de ser ricos.
Muchas personas que tienen un ingreso anual de $125,000 lo han
conseguido después de estar ganando mucho menos que esa suma durante
varios años. Pero a los políticos que quieren tomar cartas en el
asunto y confiscar lo que a esas personas les ha costado años
conseguir les parece excesivo.
Hay que tener la cara muy dura para hablar de gravar a “millonarios
y multimillonarios” cuando la mayoría de la gente cuyos impuestos
quieren aumentar los liberales no son ni una cosa ni la otra. ¿Por
qué hace falta mentir tanto si las intenciones de quien lo hace son
tan buenas?
Los propietarios de negocios pequeños por lo general obtienen sus
mayores ganancias muchos años después de haberlos iniciado y, en la
mayoría de los casos, después de estar operando con ingresos muy
bajos o incluso con pérdidas durante el periodo inicial.
También es un descaro que los políticos propongan aumentos de
impuestos en momentos en que los ingresos comienzan a compensar los
sacrificios anteriores, sobre todo cuando los millonarios y
multimillonarios reales tienen sus riquezas a buen recaudo en los
paraísos fiscales.
Otro engaño de moda entre políticos y periodistas estriba en
contrastar el dar dinero al desempleado y darlo al “rico”. Pero lo
cierto es que cuando uno se abstiene de elevar los impuestos de
algunos no les está “dando” nada. Incluso si en realidad uno está
recortando la tasa fiscal de ellos –algo inconcebible hoy- tampoco
les está “dando” nada, pues en realidad solo les está permitiendo
quedarse con más de lo que han ganado.
¿Nos hace un gran favor el Gobierno cuando no nos quita aún más de
lo que hemos trabajado para conseguir? ¿No constituye acaso un
insulto a nuestra inteligencia decir que el Gobierno nos está
“dando” algo cuando no nos lo grava?
Sin embargo, cuando se paga compensación por desempleo de hecho se
le está dando algo a alguien. “Extender los beneficios por
desempleo” siempre suena políticamente bien, sobre todo si uno no
hace la pregunta de rigor: “¿Durante cuánto tiempo deben extenderse?
¿Durante un año? ¿Durante dos? ¿Ilimitadamente?
Los estudios muestran lo que el sentido común debió habernos dicho
sin necesidad de ellos: Mientras más tiempo dura el pago de
beneficios por desempleo mayor será el tiempo durante el cual la
gente permanecerá desempleada.
Si mañana perdiera mi trabajo, ¿podré vivir del Gobierno hasta tanto
consiga otro trabajo exactamente igual al que perdí, con el mismo
salario u otro mayor? ¿Y si me ofrecen otro empleo que utilice
algunas de mis habilidades pero que no paga tanto como el anterior?
¿Deberá permitírseme seguir viviendo a costa del Gobierno?
Cuando el gobierno encarece la contratación de trabajadores por los
empleadores y al mismo tiempo subsidia durante períodos cada vez más
largos a los trabajadores desempleados, habrá tantos desempleados
mientras se esté dispuesto a pagarles y durante tanto tiempo como se
esté dispuesto a hacerlo.
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