En defensa del neoliberalismo

 

La perversa política exterior
de los “liberales” americanos

 

Charles Krauthammer

Fue la izquierda la que dirigió la oposición a la guerra de Irak. Ahora es la izquierda la que esta luchando porque intervengamos en Liberia. Curioso.

Parece que no queremos sangre por petróleo pero sí sangre por Liberia. Y no supongamos automáticamente que Liberia será una intervención incruenta. Seguro, podemos tener suerte y no sufrir bajas. Pero Liberia tiene tres partidos en guerra, toneladas de fusiles y legiones de combatientes desesperados. Sin embargo, a pesar de todo, la presión sigue aumentando inexorablemente para mandar tropas americanas a imponer una paz.

Están los sospechosos habituales, Jesse Jackson y el New York Times, pero el más abierto defensor de Irak-no, Liberia-si,  es Howard Dean, el demócrata del mes. "Yo me opuse la guerra en Irak porque era una guerra equivocada en un momento equivocado," dice Dean, pero "la intervención militar en Liberia representa un uso apropiado del poderío americano."

¿Por qué? En términos de la brutalidad, la represión sistemática, el número de matanzas, el gusto por la tortura y la suma de la miseria humana causada, Charles Taylor es un pigmeo al lado de Saddam Hussein. Esto no es decir que Taylor sea mejor. Sólo quiere decir que en su pequeño rincón  del mundo sin recursos petroleros y sin ninguna infraestructura científica para desarrollar instrumentos de destrucción masiva, Taylor no tiene el alcance ni el poder de devastación de Hussein. ¿Qué es lo que hace a liberales (americanos) como Dean, quitando su humanitarismo, hacerlos tan contrarios a la guerra en Irak y tan favorables a la intervención en Liberia?

La misma pregunta se le podría hacer al Partido Demócrata, que en los años 90s se opuso la Guerra de Golfo Pérsico pero apoyó las intervenciones humanitarias en lugares como Haití y Kosovo.

Todas podían interpretarse como un llamamiento a la conciencia americana. ¿Cuál entonces era la verdadera diferencia entre, digamos, Haití y la Guerra del Golfo II, y entre Liberia y la Guerra de Golfo II?  La Guerra del Golfo II tenía una profunda significación estratégica para Estados Unidos; Haití y Liberia no. En ambas guerras del Golfo, se defendían críticos intereses nacionales americanos. Y, sin embargo, esas intervenciones eran, precisamente, las que los liberales rechazaban. 

La única conclusión que uno puede sacar es que para los demócratas liberales, los intereses estratégicos de Estados Unidos no solo son irrelevantes sino que inclusive son un obstáculo para la intervención. Esto es una perversidad nacida de la vanidad moral. Para los liberales, la política exterior es trabajo social. El interés nacional -- en otras palabras, el egoísmo nacional -- es un baldón. Las únicas intervenciones justificadas, por lo tanto, son las moralmente impolutas, a saber, las que no están maculadas por ninguna sugerencia de interés nacional.

De aquí en adelante el axioma central de la política exterior liberal de la izquierda es que el uso de la fuerza americana es siempre injusto, a menos que se despliegue en una región sin ningún significado estratégico para Estados Unidos. La guerra en Afganistán fue una excepción, pero no cuenta porque era la venganza contra un ataque abierto, y ni siquiera los liberales pueden oponerse a contraatacar en una guerra que ha comenzado el otro lado. Estos casos son raros, sin embargo. Se producen cada medio siglo, el último fue Pearl Harbor. En el medio uno tiene que tomar decisiones acerca de si ir a la guerra en condiciones menos axiomáticas. Y es entonces cuando los liberales demócratas caen en su solipsismo de probidad.

Esta es la demencia de la política exterior demócrata. O no tiene criterios para intervenir militarmente – en fin de cuentas, si entramos Liberia ¿por que no hacerlo en el Congo? -- o tiene un criterio, y su lógica es que el ejercito americano es un servicio misionero más bien que un defensor de los intereses de EE.UU.

¿Cuales debían ser nuestros criterios para la intervención militar? La respuesta es sencilla: la necesidad estratégica y moral. La política exterior no es trabajo social. Actuar por razones puramente humanitarias es perverso y egoísta. Usted no manda a los soldados americanos a morir para tranquilizar algunas conciencias angustiadas entre nosotros. Su vidas solo deben arriesgarse para defender a su país.

¿Entonces no debemos hacer nada en otras partes? En principio, debemos ayudar a los demás por medios económicos y diplomáticos y a través de las apropiadas agencies de ayuda. Con respecto a Liberia, es bastante extraño que los europeos, que desbarran contra la arrogancia de EE.UU., estén alegando que los ejércitos de la Francia y Alemania, de Europa y África, son impotentes frente a Charles Taylor -- a menos que los americanos vengan al rescate.

Debíamos estarles diciendo que lo hagan ellos, con una oferta de de ayuda  logística americana. Bastante tenemos con Irak y Afganistán, y cazando al Qaeda alrededor del mundo.

En todo caso, si el presidente encuentra irresistible la presión para intervenir en Liberia,  solo debe mandar tropas bajo condiciones muy claras: Estados Unidos compartirá la carga con ellos si ellos comparten la carga con nosotros, donde nosotros la necesitamos. Y eso significa mantenedores de la paz en Irak. El mundo no puede estar cruzado de brazos mientras sangramos en Irak, y luego esperar que nosotros sangremos por el en Liberia.

Publicado en The Washington Post

Traducido por AR