En defensa del neoliberalismo

El peligro ecologista

Adolfo Rivero Caro

Hace pocos años, Michael Crichton escribió un sensacional best seller, State of Fear (Estado de miedo), denunciando el peligro que significaba el inmenso poder de los cabilderos ecologistas. El libro estaba calzado por una impresionante bibliografía. Este es un tema que necesita la urgente atención de un público crítico, que no se deje simplemente pastorear por una prensa partidista. La idea de que la presencia humana y, sobre todo, su actividad industrial, es una fuerza contaminadora que altera el sabio equilibrio de la naturaleza, es, en el mejor de los casos, una idiotez. Los microbios más letales son completamente naturales. La erupción de cualquier volcán es más contaminadora que décadas de actividad industrial. Por favor. ¿De qué equilibrio natural estamos hablando? ¿El de Marte? ¿El de nuestro planeta en otra era geológica? Las condiciones de la Tierra han sido hostiles a la vida durante la mayor parte de su existencia.

En realidad, buena parte del movimiento ecologista se ha convertido en uno de los herederos del movimiento comunista. Que nadie se irrite. El movimiento comunista internacional nunca hubiera podido sobrevivir tanto tiempo, y no pudiera tener tantos simpatizantes actuales, si no hubiera reflejado y todavía refleje angustiosos problemas reales. Que el remedio fuera peor que la enfermedad es otro problema. Es probable, sin embargo, que la presión comunista ayudó a promover una legislación social que muchos hubieran considerado imposible. Evaluar en qué medida esto ayudó, o no, al desarrollo del país es tarea de futuros historiadores. ¿Se hubieran podido conseguir reformas importantes sin la presión, y la amenaza, de los revolucionarios? Que cada cual llegue a sus propias conclusiones.

El problema de las demandas comunistas era que, en última instancia, la supervivencia de las empresas capitalistas no les importaba porque eran esencialmente hostiles a las mismas. En la actualidad, el ecologismo vuelve a esgrimir numerosas demandas, más o menos defendibles, sobre la misma base de hostilidad a la gran industria capitalista y de indiferencia a su supervivencia. Y subrayo ''capitalista'' porque, que yo sepa, los ecologistas nunca protestaron contra los masivos desastres ecológicos que se producían en los países comunistas.

La gran bandera de los ecologistas es el calentamiento global. Es decir, que la emisión de dióxido de carbono y otros gases de invernadero --característica de la moderna sociedad industrial-- está provocando un calentamiento global que amenaza con la existencia del planeta, tal como lo conocemos, y posiblemente con la supervivencia misma de la especie humana. En síntesis, el capitalismo está destruyendo el planeta. Los comunistas nunca se atrevieron a tanto. Por otra parte, el calentamiento global le ofrece a muchos gobernantes del tercer mundo la posibilidad de atacar y criticar a las grandes potencias industriales que tanto envidian. No es por gusto que sea una causa popular en Naciones Unidas.

Aunque los medios de comunicación den el calentamiento global como un hecho indiscutible, esto es simplemente falso. Hace sólo unos días, a iniciativa del Instituto de Ciencia y Medicina de Oregón (OISM), nada menos que 31,000 científicos de EEUU --incluyendo más de 9,000 Ph.D.s en climatología, ciencia atmosférica y docenas de otras especialidades-- presentaron una petición rechazando tajantemente el ''calentamiento global'', la suposición de que la producción de gases de invernadero está perjudicando el clima de la Tierra (ver: <http://en.wikipedia.org/wiki/Oregon_petition>). Según la petición, ''no hay pruebas científicas convincentes de que las emisiones humanas de dióxido de carbono, metano y otros gases de invernadero esté causando o vaya a causar, en el futuro previsible, un catastrófico calentamiento de la atmósfera de la Tierra y una disrupción del clima'', afirma la declaración. ``Lo que es más, hay substanciales pruebas científicas de que el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera produce muchos efectos beneficiosos en los ambientes de los animales y las plantas de la Tierra''.

Según la junta de científicos del Instituto, ''una revisión de la literatura concerniente a las consecuencias del aumento de los niveles de dióxido de carbono lleva a la conclusión de que los aumentos durante el siglo XX no han producido efectos dañinos en el tiempo, el clima o la temperatura del planeta''. Sobre esta base, el OISM concluye que ``los pronósticos de efectos dañinos debido a futuros aumentos en gases de invernadero menores como el dióxido de carbono son un error y no se conforman con el conocimiento experimental actual''.

Art Robinson, organizador de la petición, insiste en que ``durante las dos últimas generaciones, en EEUU se ha desarrollado un el sistema de altos impuestos, extensas regulaciones y constantes litigios que impide la acumulación de suficiente capital y la suficiente libertad para construir y preservar la tecnología que nos hace falta. Estas tendencias han perjudicado gravemente nuestra producción de energía. La falta de progreso industrial ha dejado a nuestro país dependiente de fuentes extranjeras para mantener nuestro actual nivel de prosperidad''.

Actualmente, en vez de estar discutiendo como aumentar nuestra producción nacional de petróleo y gas natural, el Congreso, controlado por los demócratas, está discutiendo proyectos de leyes que reducirían aún más la producción de energía y subirían considerablemente su precio. Esto es suicida. Es necesario que el público tome conciencia de esta desastrosa política y obligue a los legisladores a cambiarla.

Junio, 2008