En defensa del neoliberalismo


Un país en quiebra

Adolfo Rivero Caro

El gobierno del presidente Obama está llevando el país a la bancarrota económica. Según observa la Heritage Foundation, el nivel promedio de los gastos gubernamentales como porcentaje del Producto Nacional Bruto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el presente ha sido de 19.6 por ciento. Pero en los dos últimos años esos niveles han explotado, llegando a 24.5 por ciento en 2009 y a un estimado de 25.4 en 2010. Sin medidas urgentes, EEUU está en camino de la bancarrota.

Al final del año fiscal 1989, que terminó ocho meses después de la salida de Reagan, el total de la deuda federal del público era de $2.1907 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Eso significa que todos los presidentes americanos habían acumulado esa deuda pública. En los primeros 19 meses del gobierno de Obama, sin embargo, la deuda federal del público aumentó en $2.5260 billones, lo que es más que el total acumulado de la deuda nacional del público acumulado por todos los presidentes americanos desde George Washington hasta Ronald Reagan.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, declaró recientemente estar preocupada por los efectos negativos del déficit sobre la seguridad nacional.

“Me preocupa mucho que socave nuestra capacidad de actuar en nuestro propio interés y envíe un mensaje de debilidad internacional. Es muy preocupante que estemos perdiendo no sólo la capacidad de trazar nuestro propio destino sino también del poder que viene de tener este motor económico enormemente efectivo, que ha impulsado los valores e intereses americanos desde hace tantos años. No tenemos opciones. Tenemos que ver cómo tratar con esta deuda y con este déficit. No hay almuerzo gratis. No podemos pretender que lo hay sin perjudicar gravemente a nuestro país y a las futuras generaciones''.

No se trata sólo del desmesurado volumen de los gastos. Obviamente, el aumento de los gastos federales significa un aumento en las tareas y funciones del Estado, algo que en última instancia parece ser el objetivo fundamental de Obama. Es decir, que lo que estamos viendo es una arremetida sin precedentes contra nuestro tradicional sistema económico, el más exitoso de la historia. Y un esfuerzo por transformarlo radicalmente.

Es esto lo que ha provocado el surgimiento de ese movimiento espontáneo de masas que son los activistas del té. Es un gran movimiento popular contra la avasallante intervención estatal, exacerbado por la política general y los extraordinarios gastos deficitarios del gobierno de Obama. Sus miembros se ven como revolucionarios, como hombres y mujeres sin previa participación política, ansiosos por rescatar los valores tradicionales de la nación.

La semana pasada, los republicanos de la Cámara plantearon una serie de proposiciones en su Compromiso con América. Entre las mismas, retrotraer los gastos del gobierno a los niveles anteriores al estímulo, lo que pudiera ahorrar $100,000 millones en el primer año, así como revocar y reemplazar Obamacare, que pone 17% de la economía nacional bajo el control y la administración del gobierno federal. De enorme importancia será mantener las reducciones de impuestos de Bush. Un aumento general de impuestos echaría abajo los débiles intentos de recuperación económica.

El crecimiento en cualquier categoría de la deuda generará presión para elevar el límite de la deuda. Al final del último año fiscal, el Departamento del Tesoro reportó que el total de la deuda había aumentado $1,471 billones desde el año fiscal 2009.

Según la Fundación Heritage: “Esta semana, algunos analistas, entre ellos el ex presidente de la Shell Oil, John Hofmeister, dijeron que los norteamericanos podrían llegar a pagar $5 por galón de gasolina en el 2012. Los bancos de inversiones están pronosticando un regreso a los $100 por barril de petróleo, mientras que la OPEP se niega a aumentar la producción. Todas estas noticias podrían ser menos alarmantes si la Casa Blanca se concentrara en los posibles modos de reducir los precios de la energía. En vez de hacerlo, el presidente Obama está obsesionado con aumentarlos''.

La enormidad de la deuda está desvalorizando el dólar y amenaza con eliminarlo como moneda de cambio internacional. En ese sentido se han hecho varias proposiciones. Actualmente, EEUU sólo tiene que imprimir un dinero que se acepta internacionalmente. Pero si el dólar perdiera su carácter de moneda internacional, EEUU tendría que comprar esa nueva moneda y todos los precios aumentarían sustancialmente, con el consiguiente descenso del nivel de vida de la nación. Esto sería catastrófico para EEUU

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