La odisea de los
médicos cubanos que desertan a EE.UU.
Joel Millman
Félix Ramírez entró en un café Internet de Gambia, buscó en Internet
la información de contacto de diplomáticos estadounidenses, y llamó
a la embajada de Estados Unidos en Banjúl, la capital del país
africano.
Ramírez dijo a la recepcionista que era un turista estadounidense
que había perdido el pasaporte, y pidió hablar con la oficina de
visas. Mientras esperaba la conexión, practicó el guión que había
memorizado: "Soy un doctor cubano que quiere ir a Estados Unidos.
¿Cuándo nos podemos ver?".
El médico cuenta que se le indicó que fuera a un concurrido
supermercado de Banjúl y que buscara a una mujer rubia con un
vestido verde, una funcionaria del consulado. Luego de dar unas
cuantas vueltas, comenzaron a hablar.
Ese furtivo encuentro en septiembre de 2008 dio inicio a una
travesía para el cirujano de 37 años que finalizó en mayo de 2009 en
Miami, donde se convirtió en un refugiado con estatus legal y
posibilidades de obtener la ciudadanía.
Ramírez forma parte de una ola de cubanos que han desertado a EE.UU.
desde 2006 bajo un programa poco conocido llamado en inglés Cuban
Medical Professional Parole (CMPP), que permite a los galenos y
algunos otros trabajadores de salud cubanos que trabajan para su
gobierno en el exterior entrar inmediatamente a EE.UU. como
refugiados. Datos divulgados a The Wall Street Journal bajo la Ley
de Libertad de Información de EE.UU. muestran que, hasta el 16 de
diciembre, los consulados de EE.UU. en 65 países han expedido 1.574
visas CMPP.
Cuba ha estado enviando "brigadas" médicas al extranjero desde 1973
para respaldar a regímenes "revolucionarios" en países como Etiopía,
Angola y Nicaragua y, quizás más importante, para ganar dinero. El
diario oficial del Partido Comunista cubano, Granma, informó en
junio que Cuba tenía 37.041 doctores y otros profesionales de la
salud en 77 países. Las estimaciones sobre lo que gana Cuba con sus
equipos médicos —ingresos que el banco central de Cuba considera
"exportaciones de servicios"— difieren ampliamente, llegando hasta
los US$8.000 millones anuales. Muchos cubanos se quejan de que las
brigadas han socavado la capacidad de Cuba para mantener en el país
un alto estándar de calidad médica.
La iniciativa de inmigración a EE.UU. recuerda al tipo de
estrategias típicas de la Guerra Fría, al interferir con el programa
cubano alentando las deserciones de personal médico estacionado en
todo el mundo, un promedio de un profesional al día desde su
creación en 2006. Por lo general, Cuba no incluye a los doctores
entre los al menos 20.000 cubanos que autoriza a inmigrar a EE.UU.
cada año.
Funcionarios del Departamento de Estado afirman que el gobierno
estadounidense no pretende usar el CMPP para realizar tareas de
espionaje o frustrar misiones médicas. A los doctores cubanos, dijo
una portavoz de la institución, "el gobierno cubano les niega a
menudo el permiso de salida para venir a EE.UU. cuando califican
bajo otros canales legales establecidos". Uno de los objetivos del
CMPP es lograr que Cuba modifique estas prácticas. Las relaciones
entre Cuba y EE.UU, en contra de las expectativas de algunos, no han
mejorado mucho bajo la administración Obama, por lo que parece
improbable que Washington cambie su política sobre el CMPP.
El
CMPP fue idea del diplomático cubano Emilio González, director de
los servicios de inmigración y ciudadanía de EE.UU. de 2005 a 2008.
González, ex teniente coronel del Ejército estadounidense, es un
ferviente exiliado anticastrista, y ha llegado a calificar la
política cubana de enviar doctores y a otros profesionales de la
salud al extranjero de "tráfico humano patrocinado por el estado".
Los doctores cubanos, afirma, trabajan directamente para las
autoridades de salud en otros países y no pueden decidir sobre sus
destinos, salarios, horarios o condiciones laborales.
Los propios doctores cubanos tienen otra opinión sobre sus destinos
en el extranjero. Sus salarios en Cuba no superan los US$25 al mes.
Cuando trabajan en otros países, reciben sus salarios cubanos, más
un estipendio de $50 mensuales, ambos pagados a sus dependientes
mientras viven fuera de la isla, según doctores cubanos
entrevistados para este artículo. Además, ganan salarios en el
extranjero de entre US$150 a US$1.000 al mes, dependiendo de la
misión, dicen los doctores.
"En Haití nos pagaron US$300 mensuales en gourdes, la divisa local",
dice una doctora que regresó a Cuba tras trabajar en el extranjero.
"Convertía mi salario, y vivía bien con US$100 al mes". Con sus
ahorros, afirma, se compró un televisor y una computadora portátil,
artículos que no habría podido conseguir en Cuba.
Ramón González, un refugiado que trabajó en misiones médicas en
Ghana y Gambia, afirma que los instintos empresariales de los
cubanos ofrecen oportunidades casi ilimitadas de obtener ganancias.
"Si va a un mercado de pulgas y compra un traje de baño hecho en
EE.UU., cualquier cosa de marca Speedo o Nike, le cuesta 45 centavos
de dólar en África", afirma. "Lo puede vender por US$5 en Cuba".
González menciona un negocio incluso más lucrativo: la práctica de
medicina privada, incluyendo abortos. El médico afirma que realizar
abortos puede ser la gallina de los huevos de oro para los cubanos,
especialmente en países de Medio Oriente que pagan los mejores
salarios.
"La gran mayoría de los doctores cubanos se pelea para entrar en una
misión ya que pueden acumular miles de dólares", dice el doctor
Darsi Ferrer Ramírez, director del grupo antigubernamental Centro de
Salud y Derechos Humanos Juan Bruno Zayas, en La Habana.
El disidente de 41 años afirma que en el programa abunda la
corrupción. "Se sabe que para entrar en los mejores países —estamos
hablando de Sudáfrica, Brasil— hay funcionarios que reciben dinero
bajo la mesa. Cuesta entre US$500 y US$1.000", afirma.
El programa de inmigración estadounidense ofrece a los doctores
cubanos otra razón para trabajar en el extranjero: la posibilidad de
asentarse en EE.UU. Los demás cubanos que solicitan asilo deben
alcanzar las costas estadounidense antes de hacer la solicitud. Bajo
el CMPP, los doctores cubanos pueden hacer el trámite desde las
embajadas estadounidenses en cualquier parte del mundo.
De las casi 1.600 deserciones hasta el 16 de diciembre, más de 800
trabajadores del sector de salud han desertado desde Venezuela, y
casi 300 de Colombia y Curacao, que no tienen brigadas médicas
cubanas pero son de fácil acceso desde Venezuela. Otros 135
procedieron de otros cuatro países: Bolivia, Guatemala, Namibia y
Perú. Algunos se han acogido al programa desde sitios remotos como
Qatar, Fiji, Yibuti e islas Mauricio.
La odisea de Ramírez comenzó al ser elegido para trabajar durante
dos años en Gambia. El médico afirma que su objetivo desde el primer
momento era usar el CMPP para desertar. Dice que mantuvo su plan en
secreto de sus padres y su esposa, quienes se quedaron en la isla
cuando viajó en 2008. Cuando llegó a Banjul como parte de una
delegación cubana de 138 personas, tuvo que entregar su pasaporte a
personal de seguridad en la embajada cubana.
Cuando decidió desertar y contactó a la funcionaria estadounidense
—dice que se llamaba Wendy Kennedy—, Ramírez tuvo que esperar varios
meses para saber si le concedían asilo, información que recibió por
teléfono en mayo de 2009.
El
Departamento de Estado de EE.UU. negó el acceso a Kennedy, pero
confirmó algunos detalles de la historia de Ramírez, incluyendo que
Kennedy trabajó en Gambia en las fechas en las que solicitó asilo.
Conseguir un visado fue una cosa, pero salir de Gambia fue otra
totalmente diferente. Sin pasaporte, la mejor opción para no alertar
a los cubanos era ir por tierra a Senegal, país al que llegó gracias
a su amistad con un paciente, un rico empresario libanés que le
conectó con un contrabandista que aceptó llevarle a la nación vecina
por US$500.
Una vez en Senegal, mostró en el aeropuerto internacional los
documentos de entrada en EE.UU. que le permitieron tomar un vuelo
con destino a España. Al llegar a este país, un diplomático
estadounidense le facilitó los trámites para abordar otro avión con
destino a EE.UU.
No está claro el efecto que tienen las deserciones como la de
Ramírez en el programa de misiones médicas de Cuba. Tan sólo un
pequeño porcentaje de doctores cubanos enviados al extranjero ha
desertado, lo que hace improbable que las acciones de Washington
hayan reducido considerablemente los ingresos recolectados por el
régimen castrista.
También es difícil obtener información que muestre exactamente
cuánto dinero obtiene Cuba con las brigadas médicas. La isla recibe
un pago directo bien del gobierno anfitrión o de un grupo de ayuda
internacional. A los doctores cubanos tan sólo se les paga una parte
de lo que gana el gobierno cubano.
Julie Feinsilver, experta en diplomacia médica cubana del centro de
estudios Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA por sus siglas en
inglés) en Washington, caracteriza estos acuerdos de beneficiosos
para el gobierno cubano y para los países anfitriones. "¿Cree que es
posible contratar doctores por menos de US$1.000 al mes? El gobierno
cubano gana dinero, si bien bastante menos de lo que otros ganarían
por similares servicios".
Meses después, Ramírez y otros cinco cubanos que desertaron con él
de Gambia se encontraban en Miami. Cuatro de ellos trabajan como
instructores en el Dade Medical Collegue.
Ramírez es ayudante de cirujano en el hospital Baptist Health South
Florida en Homestead, Florida.
Los padres y esposa de Ramírez —y un hijo nacido poco después de
salir de África y a quien no ha visto nunca— permanecen en Cuba, en
Camagüey. Todos ellos tienen derecho a recibir visados de entrada a
EE.UU. bajo el CMPP, pero no existe prácticamente ninguna
posibilidad de que salgan pronto de la isla. Ramírez dice que su
esposa perdió el trabajo en un hospital debido a su deserción.
"Están en la lista negra durante cinco años, como mínimo", afirma
Ramírez.
"Ahora soy un traidor a la patria".
Tomado del Opinion Journal, WSJ.