En defensa del neoliberalismo

 

El fraude más antiguo

 

Thomas Sowell

Los fraudes electorales no son nada nuevos como tampoco lo son los fraudes políticos en general. Ahora bien, no hay fraude más antiguo que la creencia de que la izquierda política es el partido de los pobres y oprimidos.

Los resultados de las elecciones en California son sólo la última evidencia que desmiente esa creencia. Mientras el estado completo votó por Kerry, 55% vs. 44% por Bush, los varios condados varían desde 71% por Bush a 83% para Kerry. Los condados más ricos fueron los que más apoyaron a Kerry.

En el condado de Marin, donde el precio promedio de una vivienda es de $750,000, 73% de los votos fueron para Kerry. En el condado de Alameda, donde está ubicada la Universidad de Berkeley, fue 74% para Kerry. San Francisco, con los alquileres más altos de cualquier gran ciudad en el país, otorgó 83% de sus votos a favor de Kerry.

Afuera, donde vive la gente común, la historia fue muy diferente. Treinta y seis condados votaron a favor de Bush versus 22 condados por Kerry. Y usualmente con votaciones más balanceadas aunque Bush obtuvo más de 70% en lugares poco conocidos como el Condado de Lassen y el de Modoc. Si usted nunca ha oído de esos lugares, hay una razón para eso: No son condados donde vivan los ricos y famosos. 

Fue casi la misma historia en los votos para la Proposición 66, quehabría limitado la ley de “tres strikes” que condena a cadena perpetua a los delincuentes que hayan sido condenados por delitos serios en tres ocasiones. Los votantes ricos, que viven vidas aisladas, con guardias de seguridad propios y en lugares bien lejos de los vecindarios con alto índice de criminalidad, se dan el lujo de preocuparse sobre si estamos tratando bien a matones, criminales y terroristas.

A ellos no les gusta la ley de “tres strikes” y quieren debilitarla. Mientras la mayoría de los votantes en California se opone a cualquier debilitamiento de la msma, una mayoría de los votantes en los mencionados condados ricos y fuertemente pro-Kerry quiere que no seamos “duros” con los criminales.

Este patrón no está confinado a California, y no es nada nuevo. Ya existían liberales de limosina antes de que existieran las limosinas. El mismo patrón aplica cuando se va más hacia la izquierda en el espectro político hacia los socialistas y comunistas.

El líder del Partido Laborista británico, en el apogeo de su fanatismo socialista, era Clement Attlee, quién nació y se crió en una enorme mansión con muchos sirvientes, y esa no era la única mansión que tenía su familia. Mientras tanto, la familia de Margaret Thatcher tenía una tienda de comestibles y vivía en el piso de arriba.

El Partido Laborista británico estaba íntimamente asociado a los sindicatos pero eran los ricos y los intelectuales del partido los que defendían las ideologías más izquierdistas y las políticas más irreales. En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, mientras Hitler estaba armando a Alemania hasta los dientes, el Partido Laborista luchaba apasionadamente por el desarme. Eventualmente, fueron los sindicatos los que insistieron en una cierta cordura y permitieron que Gran Bretaña pudiera empezar a prepararse militarmente. Por poco se les hace demasiado tarde.

Cuando Karl Marx y Friedrich Engels escribieron el Manifiesto Comunista, eran un par de muchachos malcriados provenientes de familias ricas. Su discurso sobre la clase obrera era pura charlatanería  pero llamó la atención a otros muchachos como ellos, amantes de ese tipo de charla embriagadora.

Como lo dijera el mismo Engels, cuando el grupo de comunistas para los que se escribió el Manifiesto estaban escogiendo delegados, “se propuso a un trabajador para cubrir las apariencias, pero los que lo propusieron terminaron votando por mí”. Esta pudo haber sido la primera elección fraudulenta del movimiento comunista pero ciertamente no fue la última.

Todas las clases de movimientos extremistas modernos, tales como los Weatherman de Estados Unidos o la fracción Bader-Meinhof de Alemania, han atraído un número desproporcionado de ricos en general y de intelectuales en particular.

Esas personas pueden hablar a nombre de los oprimidos pero con demasiada frecuencia ellos mismos son personas que han tenido tiempo libre de sobra  para cultivar sus ideas favoritas, generalmente sobre su papel como líderes de los pobres, salvadores del medio ambiente o cualquiera otra cosa que esté de moda.

Osama bin Laden no estaba oprimido por la pobreza. Era hijo de una familia multimillonaria había tenido tiempo para cultivar sus resentimientos contra Occidente y dinero para organizar terroristas.

La creencia de que los movimientos radicales, socialistas o de izquierda (“liberales” en EEUU) están a favor de los pobres puede no ser el mayor de los fraudes, pero ciertamente es unos de los más antiguos.

Traducción Alfonso Colombano