La biotecnología y su insólito aliadoThe
Wall Steet Journal Bill Gates y
su fundación quiere intensificar la guerra contra la malaria, ese
eterno azote de las naciones menos desarrolladas. Es una iniciativa
digna de aplauso. La
enfermedad, transmitida por el mosquito, cuesta un millón de vidas
todos los años, en su mayoría niños y mujeres embarazadas. Esperamos
que la Fundación Gates muestre tanto coraje como lo demostró esta
semana Naciones Unidas al denunciar la tecnofobia que está impidiendo
que los frutos del Primer Mundo lleguen a las naciones en vías de
desarrollo. Nada menos
que la ONU ha levantado su voz para protestar contra la histeria de
los ecologistas radicales. Ha dicho que el mundo en desarrollo no
puede permitirse el lujo de seguirle la corriente a los estúpidos
temores sobre los alimentos genéticamente modificados. Esta semana
acaba de aparecer un informe de Naciones Unidas titulado “Haciendo Trabajar las Nuevas Tecnologías para el Desarrollo Humano,”
en el que se plantea que los grupos ecologistas occidentales están
obstaculizando los esfuerzos para afrontar el problema del hambre en el
Tercer Mundo al bloquear la producción de alimentos genéticamente
modificados. “El mundo
en desarrollo necesita estas tecnologías tan pronto como sea posible, y
los países europeos y los activistas verdes están demorándolo
todo,” le dijo a los periodistas Sakiko Fukuda-Parr, el principal
autor del informe. Fakuda-Parr retó a los opositores de la biotecnología
a que produzcan pruebas de que los alimentos genéticamente modificados
amenazan el medio ambiente o la salud pública. “Lo primero que hay
que recordar”, dice, “es que las pruebas científicas de que se
produzca algún año a la salud o al medio ambiente son sumamente
limitadas y sumamente débiles.” Mark Malloch
Brown del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, que produjo la
encuentas, insiste en la necesidad de sembrar cosechas claves genéticamente
modificadas – arroz, millo, yuca - en todo el mundo subdesarrollado
para evitar la malnutrición de más de 800 millones de personas.
“Estas variedades tiene 50% mayor rendimiento, maduran con entre 30 y
50 días días más temprano, son substancialmente más ricas en proteínas,
son mucho más resistentes a las enfermedades y la sequía, son
resistentes a las plagas e, inclusive, pueden competir exitosamente con
las malas hierbas,” dice Malloch Brown. “Esta iniciativa muestra el
enorme potencial de la biotecnología para mejorar la seguridad
alimentaria de Africa, Asia y América Latina.” Y en un insólito
despliegue de incorrección política, el informe de Naciones Unidas
inclusive se burla de la sacrosanta prohibición del DDT. Bill Gates
debería de leer este informe. Irónicamente,
fue hace 60 años que otra famosa fortuna, la Fundación Rockefeller,
volvió su atención hacia la erradicación de la malaria, usando el
pesticida sintético más poderoso quese hubiera inventado nunca: el
DDT. Los resultados fueron prodigiosos como explica el periodista
Malcolm Gladwell en el número del 2 de julio de The
New Yorker. Aunque en la
actualidad sólo las naciones tropicales pobres luchan contra la
malaria, la malaria azotaba duramente América del Sur, Europa y Asia en
los años 30. Para 1965, la malaria había sido erradicada del mundo
desarrollado, de Taiwán, de la mayor parte del Caribe, de los Balcanes,
partes de Africa del norte y el norte de Australia así como de gran
parte del Pacífico del sur. Entonces
apareció la naturalista americana Rachel Carson y su influyente libro
“La Primavera silenciosa.” Los apocalípticos pronósticos de
Carson sobre los daños ecológicos al planeta resultaron totalmente
infundados, por supuesto, pero eso no ha impedido que los occidentales
que comparten su sensibilidad hayan
restringido y prácticamente hecho desaparecer el uso del DDT. Hoy, sólo
dos países, China y la India, fabrican la substancia, y las
aproximadamente 30 naciones que todavía la usan están siendo
presionados para que renucien al mismo. Mientras
tanto, la malaria está en ascenso. El año pasado afligió más de 300
millones de personas. Otros pesticidas pueden ser efectivos, dice Roger
Bate, de Africa Lucha Contra la Malaria, en National Review, “pero son, por lo menos, el doble y, a veces,
hasta veinte veces más caros, y
ninguno es tan efectivo como repelente.”
La ONU le echa la culpa del resurgimiento de la enfermedad a los
esfuerzos encabezados por países occidentales. De la misma forma,
observa “el actual debate sobre las cosechas genéticamente
modificadas en Europa y Estados Unidos ignora las preocupaciones y
necesidades del Tercer Mundo.” Substituya en
el párrafo anterior “cosechas genéticamente modificadas” por
“calentamiento global” y habrá sintetizado toda una agenda para el
mundo en desarrollo. Traducido por AR
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