Armando Valladares
Del 10 al 13 de julio se celebró en Cuba la 31a Asamblea ordinaria del
Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), con la presencia de 55
cardenales y obispos, incluyendo a representantes de 22 conferencias
episcopales latinoamericanas.
Al finalizar el encuentro del Celam, hubo una reunión de dos horas y media
entre cuatro cardenales, siete obispos y el nuncio apostólico en La
Habana, y autoridades comunistas encabezadas por la jefe del escritorio
para Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba (PCC), Caridad
Diego. "Salimos todos contentos", declaró la funcionaria comunista. Sus
palabras fueron ratificadas por los cardenales Jaime Ortega, arzobispo de
La Habana y Oscar Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa, quienes
calificaron el encuentro como "muy bueno" para ambas partes. En el mismo
sentido, el nuevo presidente del Celam, el arzobispo brasileño Raymundo
Damasceno, dijo que el régimen cubano estaba abierto a un "diálogo
cordial" con la Iglesia. Y el presidente saliente del Celam, cardenal
Francisco Javier Erráriz, arzobispo de Santiago de Chile, llegó a destacar
como un hecho positivo que las autoridades comunistas hayan concedido
"todas las facilidades para venir a La Habana", dando como ejemplo "visas
de cortesía o descuentos en las tasas de entrada" al país.
Autoridades y participantes del Celam habían recibido conmovedoras cartas,
así como pedidos de ayuda, de parte de fieles católicos y de madres y
esposas de presos políticos, sobre las generalizadas violaciones de
derechos humanos y religiosos de los habitantes de la isla-cárcel. No
obstante, monseñor Emilio Aranguren, obispo de la diócesis cubana de
Holguín, se encargó de aclarar, a la salida de la reunión con los
personeros del régimen, que "ninguno de esos temas se puso sobre la mesa",
porque habría conversado solamente "sobre los temas que eran
verdaderamente importantes para los obispos presentes".
¿En el infierno cubano, la asfixia y el exterminio del rebaño no es por
ventura un tema importante? El b uen pastor está dispuesto a dar la vida
por sus ovejas (cf. S. Juan, 10,10). ¿Qué decir de aquel que las deja a
merced del lobo?
Ese reconocimiento de la capitulación eclesiástica ante los representantes
del régimen cubano explica la alegría demostrada por la funcionaria
Caridad Diego, y su disposición a un "diálogo cordial" con interlocutores
tan benevolentes; al mismo tiempo torna inexplicables las declaraciones de
los cardenales arriba citados, de que el encuentro habría sido "muy
bueno".
Dos meses antes, el Celam había realizado en Aparecida, Brasil, la 5ta.
Conferencia General. En esa ocasión, envió a sus participantes un mensaje
que, según consta, se entregó personalmente a buena parte de los
eclesiásticos allí presentes. Un resumen del mismo fue divulgado por la
Agencia Católica de Informaciones (ACI) ("Ex-preso político pide que drama
cubano no pase desapercibido en la 5ta Conferencia", ACI, Mayo 06, 2007;
Armando Valladares, "Benedicto XVI, Celam y "favela" cubana", La Nueva
Cuba, Mayo 06, 2007). En dicho mensaje, expresaba "mi angustiada
interrogación como católico cubano y ex-preso político en las cárceles
comunistas durante 22 años, es si esta reunión del Celam abordará el drama
de los católicos cubanos o si, una vez más, optará por el silencio".
También constataba que "el sufrimiento espiritual del rebaño católico
cubano en relación con esa actitud complaciente de los pastores ante los
lobos rojos es dilacerante".. Y recordaba que durante la reunión del
Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), el entonces arzobispo de
Santiago de Cuba, monseñor Pedro Meurice, reconoció que en un comienzo los
fieles católicos cubanos "nos consideraban una Iglesia de mártires", pero
que ahora, por esa actitud colaboracionista, "algunos dicen que somos una
Iglesia de traidores".
Los participantes de la reunión del Celam en La Habana tuvieron la
oportunidad de romper con el muro de silencio, de indiferencia y de
vergüenza que asfixia a mis hermanos cubanos, que sufren en la isla-cárcel
del Caribe. Pero, por el contrario, abrieron una vez más sus brazos a los
lobos. Esto constituye una prueba espiritual sin precedentes para los
fieles católicos cubanos, que cada vez más ven en el lema de San Pablo,
"esperar contra toda esperanza" (Epístola a los Romanos IV, 18,19) , el
fundamento de su perseverancia y de su fidelidad a la Iglesia, algo que
constituye un ejemplo para el mundo entero.
Es difícil pensar que las recientes y cordiales conversaciones entre lobos
y pastores, en La Habana, se hayan realizado sin la aprobación de Roma,
toda vez que en ellas participó el propio nuncio apostólico. Lo anterior
levanta las más delicadas interrogantes sobre la marcha de la actual
diplomacia vaticana y sobre la orientación del pontificado de Benedicto
XVI, en lo que respecta a Cuba comunista.