Aníbal Romero
En Venezuela muere la libertad. Cinco factores impulsan ese proceso: la
concentración de poder económico en manos del Gobierno, el dominio de los
medios de comunicación por el Estado, la intervención foránea en nuestros
asuntos acompañada por la claudicación de las fuerzas armadas, el avance de
la pasión igualitaria del pueblo y la subordinación de la libertad como
principio de una existencia digna. Por último, la ideología de izquierda
socialista de la mayoría de los intelectuales venezolanos, que vulnera y
debilita las posibilidades de resistir las arremetidas del régimen.
La concentración de poder en manos del Gobierno tiene una traducción
política, pero sus bases son económicas. El panorama venezolano reivindica
los argumentos de grandes pensadores liberales, desde Locke hasta Mill y
Hayek: los asaltos a la propiedad privada y la colectivización de la
producción y distribución de bienes asfixian la libertad. Las
nacionalizaciones son un medio; el objetivo medular es el control del
consumo y la sumisión de todos.
El fin de Radio Caracas Televisión (RCTV) será un paso clave en el camino de
ocupar a plenitud el espacio mediático. El abuso incesante de la propaganda
oficial revela un propósito de adoctrinamiento popular, dirigido a uniformar
el pensamiento de las nuevas generaciones. A ello se suma la intervención
cubana en nuestros asuntos, la influencia decisiva del factor castrista en
la conducta del jefe del Estado, y el intento de duplicar en nuestro país la
experiencia autocrática de la isla caribeña, aunque sea por etapas y
camuflado bajo la abundancia petrolera. Las fuerzas armadas, en especial,
están siendo objeto de humillaciones de las que le costará redimirse algún
día.
Guiando este rumbo, cuyo trágico final puede vislumbrarse, se encuentra la
pasión política primordial que hoy alienta a millones de venezolanos: la
pasión igualitaria, que deja a un lado la pasión de libertad. También
durante las guerras de la independencia y federal el igualitarismo fue motor
de la lucha. Así ocurrió de nuevo bajo el llamado trienio de Acción
Democrática, y sólo el 23 de enero de 1958, con la caída de la dictadura
general Pérez Jiménez, se alza en nuestra historia una hazaña cumplida por
la pasión de libertad. Frente a este inmenso desafío, la intelectualidad
venezolana carece de adecuados instrumentos de lucha, pues casi todos son
hombres y mujeres de izquierda, que le encuentran tantas bondades al
socialismo que difícilmente pueden combatirlo, por más que le añadan el
adjetivo democrático a la variante que defienden. De ahí que el régimen
actual tenga la mesa ideológica servida.
© AIPE <http://www.aipenet.com/>
Aníbal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad Simón