En defensa del neoliberalismo

Editorial: Obama y la deuda americana 

La agudización de la crisis económica recién comenzaba cuando estaba en curso la campaña electoral para la presidencia de los Estados Unidos del período 2008-2012. Se infiere que por ser un tema de prioridad nacional, la propuesta de los candidatos tenía obligatoriamente que contemplar cómo enfrentar y solucionar las causas que originaban el problema. Y presentar estrategias posibles y creíbles.

El discurso de Obama, y tal vez lo que lo llevó a la presidencia fue su slogan de “change, change.” Algo que nunca precisó, por lo que no creó un compromiso formal con la nación, porque “cambio” significa muchas cosas, incluso cambiar para peor. Pero eso no es el verdadero asunto. Cuando John McCain lo cuestionó cómo pensaba balancear el presupuesto o al menos, reducir el déficit fiscal y si él estaba dispuesto a eliminar los “planes especiales”,  Obama afirmó que sí.

Sin embargo, todos sabíamos que eso era mentira, ya que los “planes especiales” son el bastión del partido Demócrata: pieza fundamental en los cabildeos y fuente de financiamientos de su propia campaña. No obstante, luego se asumir la presidencia no ha hecho más que culpar a la Administración anterior. Si en realidad tuvo responsabilidades, precisamente se elige un presidente con una visión distinta, conocedor de la situación real  existente y que tiene la capacidad y habilidad de enmendar los errores y sacar el país adelante. De lo contrario, para justificaciones no se le concede tan alta distinción, gobernar la nación más relevante del mundo actual.

Los supuestos especialistas, expertos en la materia y hasta los políticos hacen sus valoraciones de las implicaciones a nivel mundial y principalmente para la nación norteamericana la descalificación por caer en moratoria o no pago de la deuda. Esa es una realidad que no resiste el menor análisis, pero si es bueno indagar un poco sobre el por qué de semejante deuda.

Toda deuda se produce por una incapacidad de pago previa. Hay gastos que a pesar de ser record público como el de las guerras, debe cuestionarse si hay alguna compensación por parte de esos países por los gastos ocasionados. De no existir esa compensación, debe comenzarse a legislar leyes al respecto. Los gastos de la protección fronteriza tienen que ser compartidos, principalmente con México, no solo por su costo económico, sino por su responsabilidad política.

La población norteamericana no tiene la más mínima idea de cuántos millones de dólares de gastan en los llamados “planes especiales”, pero Obama sólo habla de las afectaciones sensibles como la reducción al Medicare y el no pago de los cheques del seguro social. Situaciones extremas y que por varias razones son las que menos están en riesgo. Ya es hora de la transparencia, sería prudente que se habilitara un sitio de Internet y relacionaran todos los “planes especiales” de este país y sus abultados presupuestos.

Hay algo que afecta grandemente la deuda de este país, aunque que parte en su mayoría del sector privado, por un rejuego económico luego se convierte en pérdida y se elimina de las contribuciones. Y es el no pago de las deudas por tarjetas de crédito. Aquí se produce un fenómeno jurídicamente interesante, en los Estos Unidos las deudas no son punibles y por tanto no tienen implicación legal. Los bienes adquiridos, en su mayoría no son re poseídos (sólo se re poseen autos y viviendas) y el individuo sólo recibe como sanción una notificación a los buros de créditos. Incluso los préstamos estudiantiles, en su mayoría no son pagados y muy pocos se realizan sus pagos muchos años después. De igual forma pasa con los servicios de salud, al menos los de emergencia, aunque se realicen en instituciones privadas, la mayoría quedan sin pagar.

La compensación por desempleo es algo que también debe analizarse, ya que un gran número de desempleados con compensación salarial, siguen trabajando por la izquierda o sea, sin reportar. Y en este mismo aspecto muchos empleadores prefieren trabajadores no registrados, porque se ahorran el pago de su parte de los impuestos como empleador. La mayoría de esos empleados informales si son ciudadanos americanos o sus hijos, reciben beneficios de alimentos y de salud gratis.

Algo que ayudaría grandemente al ahorro y austeridad sería igualar los salarios y beneficios de los empleados estatales a los del sector privado y en el caso de los servidores públicos de alto nivel, nunca sobrepasarse de una cifra lógicamente razonable. Además, eliminar la normativa “acción afirmativa” que da cuotas obligadas a minorías, aun sin reunir las condiciones mínimas necesarias para el puesto de trabajo e infla las plantillas de los centros de servicios estatales.

También deben analizarse los gastos en asistencia extranjera, la efectividad de los proyectos y la simplificación de los mismos. De igual modo y en esta misma dirección se debe revisar la cuota a la ONU y la OEA y eliminarla sustancialmente, de acuerdo a su falta de operatividad y legitimidad.

Si logramos poner en orden la casa, planificamos por ley los gastos que no pueden ser superiores a los ingresos, podremos dedicarnos entonces a buscar los mecanismos económicos que generen esos ingresos y a partir de ahí buscar la satisfacción de nuestras necesidades sociales. Sólo en el socialismo se reparte más de lo que se tiene y se termina repartiendo la miseria por igual para todos. Aquí es donde tenemos a Obama, tratando de hipotecar aún más a la nación y dejando su administración en manos de las fluctuaciones del capital extranjero. Estados Unidos sería una nación capitalista, pero sin capital. Así comenzaría la autofagia de esta gran nación.

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