La derecha boba o
por qué la izquierda manda
Alberto Mansueti (*)
Maestro bíblico
Maracaibo, Venezuela
La izquierda virulenta es el segundo más grave problema político de
Venezuela y América latina; el primero es la derecha estúpida.
Chávez se mantiene en el poder no solo ni tanto por el reparto de
dinero petrolero y el fraude electoral. Los dos factores le ayudan,
por cierto, pero hasta que termine de hacer su efecto el
adoctrinamiento masivo, ese lavado cerebral que les volverá a ambos
innecesarios, como en Cuba.
Hay otros factores de más peso, como la predominante cultura de
izquierdas. Y los partidos opositores, incapaces de enfrentar al
socialismo siendo socialistas en mayor o menor medida (¿y quién más
socialista que Chávez?) Aunque casi muertos siguen con sus viejas
mañas, entre ellas la improvisación, a la que llaman pragmatismo. Y
dejan (esta vez por completo) la acción política en manos de
periodistas y medios de comunicación, actrices y actores,
empresarios mercantilistas, agencias publicitarias y de encuestas, y
ahora unos cientos de estudiantes de sentimientos claros e ideas
confusas. Sin mensaje. Todos igualmente inexpertos e impotentes ante
las veteranas izquierdas en el poder, que saben muy bien lo que
hacen, y están dispuestas a todo.
El autor de estas líneas es miembro fundador de Rumbo Propio,
movimiento político regional del Zulia (occidente de Venezuela),
junto con Néstor Suárez, su Presidente. Ahora mientras Ud. las lee,
enfrentan un proceso judicial acusados de “separatistas”, y son
imputados por traición a la Patria, delito castigado con 25 años de
prisión. El local de RP en Maracaibo ha sido asaltado y saqueado un
par de veces, y sus directivos reciben incontables amenazas, que
proceden no solo del campo oficialista. Y sufren algo peor: la
crónica falta de recursos. Su crimen: impulsar un Estatuto de
Autonomía para el Zulia y todo otro Estado venezolano que lo decida
mediante Plebiscito, consagrando una Carta de 3 Libertades y 11
Derechos con las garantías económicas tan destacadas como las
políticas, de expresión, de culto, etc. La sola propuesta de RP es
un desafío, el único serio, para Chávez. Pero también para la
oposición actual. De concretarse la autonomía regional, una parte
del país mostraría a la otra y al mundo -una vez más- la diferencia
entre capitalismo y socialismo, en la práctica.
Desde luego los de RP no queremos separar al Zulia de Venezuela.
Nuestros reales crímenes han sido decir la verdad y nadar contra la
corriente, que en estos tiempos es lo mismo.
La derecha liberal tiene razón: lo mejor es el capitalismo abierto.
Pero nadie lo dice. Chávez dice que “ser rico es malo”, pero mire Ud.
los socialistas, casi todos ricos (comenzando por él mismo), y
tomando su riqueza de los mercados, solo que a la fuerza. No hay
comunista pobre. Ni que regale su dinero a los pobres. Pero casi
nadie lo señala. Ni hay quien entable el único debate que importa:
el ideológico y moral, ante el máximo tribunal en esta tierra hoy en
día -la opinión pública-, en defensa del único sistema que funciona:
el capitalismo.
Por eso la izquierda manda; e impone el socialismo. Nadie se asume
de derechas, como si fuese el vicio secreto inconfesable y único
pecado en esta era tan indulgente, la Era de la Indulgencia. El de
izquierda es el único relato que se oye, y por eso sus reglas se dan
por buenas aunque los desastres que ocasionan son manifiestos. Sus
principios -meros pretextos para justificar los desastres- son
falsos y tramposos, y sin embargo se toman por lógicas o evidentes
certidumbres. ¿Por qué? La primera y más simple razón es que el
vocablo “derecha” tiene una gran carga descalificadora e infamante,
hábilmente colocada por la izquierda, y como nadie lo reivindica,
entonces la palabra conserva intacto el veneno, con el cual todo
socialista hiere mortalmente y quita de en medio a quien se atreva a
defender el capitalismo; le basta con acusarle: “¡Derechista!” Y ya.
Pero hay muchas otras razones.
# Abismales asimetrías (las gotas y el océano)
Muy de vez en cuando, alguien como yo escribe un artículo como este,
o un ensayo o un libro, y no es fácil publicarlo. ¡Decenas de
libros, cientos de ensayos y miles de artículos publican y circulan
todos los días los gurúes, mandarines y plumíferos de izquierda, la
mayoría en Venezuela y en todo el mundo! El desequilibrio es
abrumador. Y más: en plan de periodistas escriben a diario las
noticias -lo que ellos dicen ser noticias- y las narran, comentan y
“analizan” a su gusto. Como legisladores, año tras año escriben
leyes, decretos y ordenanzas, a su modo; como jueces así escriben
las sentencias, y como abogados, los alegatos. Como publicitarios,
anuncios comerciales. Peor aún: escriben textos escolares y
universitarios, literatura culta y teatro, poemas, canciones
populares, guiones de películas y teleseries (tipo Sony y Warner)
para todos nosotros y nuestros hijos y hasta comiquitas,
incorporando a sus obras todos sus sesgos y prejuicios.
La gente no se da cuenta porque está acostumbrada, e impregnada con
ideas de izquierda. No las reconoce como tales, porque no puede
comparar. El Sr. Jourdain -personaje de Molière- supo que hablaba en
prosa cuando conoció el verso, así la gente sabe que su pensamiento
es socialista cuando conoce el liberal. Y eso si el producto es
genuino, porque circula un “liberalismo” (adjetivado “moderno”,
“social” o “progresista”) que es socialismo en otras palabras,
falsificación importada de Europa y EEUU. Por eso se idolatra al Che
Guevara: porque se dignifica al socialismo como “causa noble”; así
se legitima a la izquierda, demonizando a la derecha y a lo que se
le parezca. Por eso a cualquier iglesia que Ud. vaya un domingo el
clérigo será de izquierdas -revolucionario o democrático- o al menos
estatista, y por supuesto relativista. Y no importa qué partido vote
Ud. un domingo electoral, también lo serán los candidatos, y sus
propuestas.
Los personajes de izquierdas ocupan los puestos claves en la
política o giran alrededor; pero también -y más importante- en la
prensa, la docencia, las letras y las artes, las profesiones y el
clero. Su labor dice ser constructiva de un “nuevo sistema”, y es un
adoctrinamiento puramente negativo y destructivo de los conceptos,
los valores y la economía. Pero convierten a su credo a cantores y
artistas, y a muchos billonarios y a sus ejecutivos, a militares,
profesionales exitosos y “héroes” del deporte tipo Maradona. Y al
pueblo. Su tasa de reproducción es muy alta; en Venezuela se han
multiplicado por 4 o 5 en apenas 2 o 3 generaciones. Por eso aquí la
política es de izquierdas, en el oficialismo y en la oposición:
porque lo es el ambiente.
Disponen de cuantiosos recursos, de todo orden. Con la incomparable
ventaja (entre otras) de destruir a tiempo completo, viviendo casi
todos del Estado y sin desafío. Los demás en cambio vivimos de
nuestro trabajo (ellos también, viven del nuestro) y a él dedicamos
nuestros diarios afanes. Y a nuestras familias y vida privada, sin
tiempo para política, economía, filosofía o asuntos públicos, y
menos para la rehabilitación, legitimación y promoción del
capitalismo. Estamos en este drama todos quienes con el capitalismo
liberal saldríamos de la pobreza: la clase media hoy depauperada y
los millones de pobres y miserables, ambos sectores carentes de
representación eficaz, y que en su mayoría siguen a las izquierdas
por ignorancia, y porque no hay otra cosa.
# No hay derecha (y mucha falta hace)
Hace tanto de esto que ya casi no hay derecha capaz de reconocer en
concepto el capitalismo liberal, que en pocas y simples palabras es
el sistema de trabajo y ahorro (“acumulación de capital”),
inversiones y actividades privadas libres y sin privilegios legales,
para producir con eficiencia una cesta de bienes y servicios cada
vez más abundante y variada, de superior calidad y menor precio. Eso
es posible cuando el Gobierno no estorba con reglamentos y permisos,
y cumple bien sus funciones naturales -seguridad, justicia y obras
públicas- con mínimo gasto e impuestos, sin apropiarse de lo ajeno.
En resumen: Gobiernos limitados, mercados libres, y propiedad
privada; con empresas, escuelas, hospitales, iglesias, etc.,
separadas del Estado.
No obstante este sistema es presentado de manera deformada y
tendenciosa como explotador, inmoral e inhumano. Y como uno que “ya
no se practica en ningún país”; lo cual es cierto, pero -y nadie
aclara el punto- no porque “todos los extremos son malos”, sino
porque la izquierda tiene la supremacía cultural y política y lo
impide, y porque la gente desconoce sus potenciales beneficios. El
abrumador consenso intimida y disuade a cualquiera de reservas o
dudas, o al menos de expresarlas. Y si el público ya ni puede
identificar el capitalismo, menos puede juzgarle objetivamente. Ni
compararle con el socialismo, bajo el cual las actividades privadas
son acosadas y entrabadas, pero al mismo tiempo gravadas y
parcialmente confiscadas, por sus enemigos, que sin embargo viven
gracias a ellas. Ese sí es un extremo malo.
En Venezuela, la socialdemocracia y el socialcristianismo -los
partidos AD y Copei, y sus descendientes- pasan como centroderecha y
hasta derecha. Pero son corrientes de izquierda moderada, que se
dice de centro y “humanista” pero es izquierda boba, por creer en un
socialismo no tiránico. Y lo que la izquierda hace pasar por
“extrema derecha” puede ser extrema pero no es derecha, sino la
variante nazi o nacional-racista del colectivismo. El truco es para
confundir y amedrentar, asociando al capitalismo con el (nacional-)
socialismo, que aquí es una expresión minúscula, pero puede crecer
si ante el comunismo sigue ausente la derecha liberal. El resto es
izquierda neta, más “viva” que boba; comenzando por el chavismo,
ahora como PSUV (Partido Socialista Unido), formado con cuadros
salidos del Ejército, el PCV (Partido Comunista) y las iglesias
cristianas.
Y siguiendo por los ahora opositores MAS (Movimiento al Socialismo),
ID (Izquierda Democrática), Causa R (Radical), BR (Bandera Roja); y
sus herederos, camuflados con nombres más anodinos y menos
explícitos, pero idénticas propuestas y consignas. Casi todos sus
líderes, rojos de toda la vida -y algunos ya muy ancianos- fueron
chavistas hasta ayer o anteayer. No cambiaron de ideas, solo de
bando, y no por principios, sino por una cruda cuestión aritmética:
no hay suficientes puestos -y contratos y subcontratos, créditos y
becas, etc.- para todos (y sus enormes egos), sus séquitos y
parientes. Y eso que el nuestro es un país petrolero. Y su Estado es
rico y enorme, por obra de las izquierdas (política, diplomática,
académica, militar, sindical, cultural y artística, mediática,
clerical, empresaria y profesional, deportiva, etc.) que ahora no
caben en el gobierno. Ya pasó en Cuba hace muchísimos años; por eso
los dirigentes habaneros buscan siempre colocaciones en otros países
que tratan de colonizar, por todos los medios, incluyendo la
invasión militar, como a Venezuela en los’60, y después en
Centroamérica, África y Asia.
# La oposición no sirve (no da en el clavo)
Aquí la oposición “de centro” (pero, ¿puede haber centro sin
derecha?) quiere un retorno al pasado anterior a Chávez. Imposible:
Chávez manda gracias al profundo, justificado y extendido
descontento con lo que había. Y la otra oposición quiere un
socialismo sin Chávez. Imposible también: la de Chávez es con mucho
la oferta socialista más colorida y atractiva. Y mientras los
opositores sigan con ofertas tan deslucidas, seguirán como minorías
“escuálidas”, como él les llama.
La tímida oposición ni se llama a sí misma oposición sino más
modestamente “disidencia”, como en Cuba. Y como en Cuba, no tiene
mensaje, programa ni proyecto. Como el chavismo se parece al
castrismo, así se parece el antichavismo al anticastrismo: en lugar
de recoger el desafío ideológico de la izquierda y dar la respuesta,
se limita quejosa a mostrar las heridas, contusiones y ofensas, en
espera de apoyo internacional, que nunca llega porque la hegemonía
de izquierda es mundial. Y embiste contra toda ideología y toda
política, incluso las liberales, que desconoce. Pide “unidad”
opositora; pero ¿dónde están los principios, las propuestas y la
agenda? Y reclama “consenso”; pero el consenso es la enfermedad de
Venezuela: ¡consenso es lo que sobra, en contra del capitalismo
liberal y en favor de los puntos de vista “sociales” de las
izquierdas!
La “disidencia” insiste en consignas oportunistas del momento, ahora
p. ej. por el canal RCTV, cerrado por Chávez. Y en que “esto no es
revolución”, como si toda revolución fuese buena y santa. Y en que
“esto no es socialismo”. Dice que es comunismo, stalinismo,
fascismo, totalitarismo, militarismo, dictadura, autoritarismo o lo
que sea con tal de proteger y salvar al socialismo. Sin embargo,
“comunismo” es un término equivalente a socialismo, Stalin fue un
jefe supremo socialista (como Chávez), y el fascismo es un
socialismo (como el bolivariano). Y el totalitarismo militarista y
la dictadura autoritaria -de un jefe, un grupo o una categoría
social- son inseparables de todo socialismo.
# Liberalismo Clásico invisible (reducido y silenciado)
Los venezolanos ni hemos oído hablar de las soluciones capitalistas.
Por ejemplo: reducir la pobreza creando riqueza con los mercados
abiertos, sin los privilegios de las leyes especiales, que son los
verdaderos monopolios, sean grandes o pequeñas las empresas
beneficiadas. Sin impuestos excesivos que impiden ahorrar, ni deuda
pública agobiante; y con el Estado en su lugar. Con real integración
entre países, mediante intercambios sin aranceles, cuotas o trabas;
y no por convenios y entes político-burocráticos (CAN, Mercosur,
ALCA o ALBA). Sin inflación, mediante libre competencia de monedas
-nada de “curso legal”-, y con banca y bolsa compitiendo para captar
los ahorros y destinarles a las inversiones que incrementan los
empleos y la productividad del trabajo, y por ende los salarios y el
bienestar. Con buena educación, excelente atención médica y
previsión privadas para todos, y cupones estatales para los de menos
recursos. Compañías privadas en transportes y otros servicios
públicos con tarifas realistas e inversiones continuadas. Con
sensatez para las drogas; y leyes comunes, policía limpia y firme, y
una justicia accesible y expedita aunque más resarcitoria y
compensatoria que punitiva, todos remedios efectivos para la
criminalidad desbordada -hoy con formas y proporciones horrorosas-,
los tribunales inservibles, y las cárceles atestadas. El
“Estado-gendarme”. Sí; ¿y qué?
En la discusión pública faltaron los puntos de vista liberales
-siempre novedosos por desconocidos- sobre sindicatos, iglesias,
clubes y otras instituciones voluntarias y por naturaleza privadas
(partidos políticos) que como las empresas deben competir sin
prebendas, ayudas o imposiciones del Estado, y con gestión y
financiamiento por cuenta de los interesados. Ni sobre democracia
liberal, que no es ilimitada, sino con los derechos a la vida, a la
propiedad y a las libertades individuales constitucionalmente
garantidos, límites que ninguna mayoría debe desconocer; cosa muy
diferente a la demo-tiranía mayoritaria. Y mucho menos sobre cómo
remover las barreras y obstáculos para llegar a corto plazo y sin
traumas a este sistema, descalificado como “salvaje” y extremo, pero
que sería incomparablemente mejor para todos.
Muy contados portavoces del liberalismo clásico hubo aquí,
marginados de las posiciones relevantes, y hasta de las cátedras y
púlpitos, y silenciados por los medios, con pocas excepciones. Por
eso no tuvieron descendencia intelectual ni política. Y por eso hay
siempre el mismo aburrido e intrascendente “debate” personalista
entre izquierdas sobre si Fulano o Mengano representa o no “los
intereses del pueblo”, asumiendo unánimes que lo mejor para esos
intereses son los Gobiernos ilimitados, los mercados maniatados, y
las instituciones dependientes del Estado. Pues a ese extremo
llegamos, tras nuestro “camino a la servidumbre”, título del libro
de 1942 donde Friedrich Hayek describe la ruta del socialismo.
# Trágicas confusiones (aserrín no es pan rallado)
La derecha boba se apoya en la clase media, impulsada por muchos
grupos de aquello que los medios entienden por “sociedad civil”. Se
empeña en buscar como mal menor un socialismo “bueno”, tipo el
“nuevo” presidente Alan García en el Perú. Pero no hay socialismo
bueno: el Estado “de Bienestar” escandinavo ha sido quebrado varias
veces por los socialdemócratas; y cada tanto es recapitalizado con
más impuestos por los “centristas”, para volver a quebrar al poco
tiempo. Igual es en Costa Rica y Uruguay. Esta derecha también
idealiza a los socialistas supuestamente “reconvertidos”, pero para
reconvertirse hay que leer bastante a Mises, Hayek, Popper, Friedman,
Revel y otros autores, que los socialistas conocen si acaso de
nombre.
Lo que sí hay son socialistas “contenidos”, por la derecha, donde no
es boba. Son socialistas no practicantes, como en Chile: no
hostilizan ni agreden al empresario ni le dan su tiro de gracia a la
economía, como sí hizo en los ’80 el propio García, por entonces
practicante. Pero los no practicantes tampoco hacen, ni antes ni
ahora, las reformas liberales de verdad, y así -por omisión- dan
paso a los socialistas “malos” otra vez. El caso del presidente
García es análogo al de sus colegas Pérez y Caldera en Venezuela, y
a muchos otros. Disfrazado de democracia social (o socialcristiana),
el socialismo democrático es solo la antesala del otro. A cada
Kerenski le sucede su Lenin.
No todas las derechas promueven el capitalismo liberal, y menos su
cultura de democracia limitada, competencia abierta y pensamiento
racional. Los empresarios incompetentes y políticos asociados
defienden el mercantilismo, una forma de estatismo “nacionalista”,
anterior al socialismo, que en Latinoamérica se practica desde
siempre en el sector formal de la economía. Y que hacen pasar por
libre mercado, vigente en el informal, y a medias: sin Gobierno
limitado.
El mercantilismo pretexta servir al país, y sirve exclusivamente a
sus promotores: las empresas tras los selectivos favores y
“protecciones” del Estado. Esta derecha “viva” (sinvergüenza) es el
tercero de nuestros grandes males políticos, tras la derecha boba y
las izquierdas (todas). Desde los tiempos del Adam Smith -y de los
liberales activistas como Jefferson y el venezolano Roscio, Cobden y
Bright, Bastiat, etc.- el adversario histórico y principal del
liberalismo fue el mercantilismo. El socialismo fue un intruso
posterior, que tildó al libre mercado de “capitalismo” -otro término
incriminante y descalificador- y colgó el sambenito de “derecha” por
igual a mercantilistas y liberales.
Otras derechas defienden inútilmente el Neo-liberalismo de los ’90,
continuación del estatismo por otros medios (más actualizados), que
de liberal no tiene nada. Cotejada con estas derechas sostenedoras
de un status quo insostenible, la izquierda puede lucir siempre como
esperanza, y alternativa de cambio. Lo es, de un cambio para peor.
# Nunca hubo derecha liberal (evocación de oportunidades perdidas)
En 1960 las garantías económicas fueron suspendidas sin término en
Venezuela. De no haber sido así, ¿se da cuenta Ud. cómo sería hoy
nuestro país? Pero casi nadie protestó, ni después, y siguieron en
suspenso ya bajo la Constitución de 1961. Así desde esa época, y con
beneplácito y complicidad de los empresarios mercantilistas, se
dictó una legislación cada vez más dirigista y estatista, sin que
fuera posible interponer los debidos recursos constitucionales; y en
los ‘70 fueron estatizados el hierro, el petróleo y el gas. La
compañía telefónica ya era estatal desde 1953, cuando por decisión
del Presidente militar de entonces, Gral. Marcos Pérez Jiménez, pasó
a ser un monopolio del Estado; pero antes era un monopolio privado.
En los ’70 y ’80, el Estado rico promulgó leyes de “ingeniería
social” cada vez más intervencionista, y casi nadie se opuso. Y en
los últimos 25 años se dejaron pasar todas las oportunidades de
fundar un partido para contener a las izquierdas y al avance
arrollador del Estado, y al crecimiento del gasto estatal, los
impuestos, las regulaciones y la inflación.
El 18 de febrero de 1983 (Viernes negro), el presidente Luis Herrera
(Copei) ya no pudo mantener el dólar a 4.30, vigente por más de dos
décadas. Aprovechando la discusión sobre el devaluado bolívar -y el
rumbo de la democracia- pudimos los venezolanos haber creado ese
partido en defensa del interés público y la inmensa mayoría, de
signo y contenido liberal en lo económico, conservador en lo
político, y cristiano en sus principios. El tema se trató en el
Grupo Santa Lucía -una reunión de empresarios, académicos y
políticos- ante quienes podían impulsarlo. Pero solo hablaron. Y en
el quinquenio 1984-88, bajo el presidente Jaime Lusinchi (AD), la
izquierda neta dio comienzo a su orquestada y feroz campaña de
descrédito contra “la derecha”. Profesores y políticos demagogos
(casi todos), sindicalistas, artistas, comentaristas y clérigos
atacaron al pensador liberal Carlos Rangel, a los grupos económicos,
a los bancos (privados) y a los “latifundistas” (excepto al Estado).
Y en particular a los “cogollos” (cúpulas) de los partidos; aunque
no a los de la izquierda neta. Y a los altos mandos de las Fuerzas
Armadas, la Iglesia católica y el empresariado; aunque no a los de
la prensa y los medios, que se prestaron a la campaña alquilando a
cuanto marxista aceptara la paga: todos. El partido liberal debió
surgir para responder al desafío, aclarando pedagógicamente los
conceptos, las ideas y el vocabulario político. Pero pasaron esos 5
años y no surgió: los “reaccionarios” no reaccionaron.
Para las elecciones de 1988 reapareció el tema del partido nuevo en
ideas; pero los candidatos compitieron en populismo, como siempre.
No pasó nada. Y el 27 de febrero de 1989 la izquierda neta motorizó
una violenta poblada en la capital: el “caracazo”. Su objetivo fue
incapacitar al nuevo gobierno del presidente Pérez (AD), e impedir
así las reformas pendientes. Una fuerza política debió nacer
entonces, aprovechando la quiebra de la URSS, para indicar cuáles
son las reformas liberales de verdad -no las del Consenso de
Washington-, señalar el derrotero, explicarlo al pueblo, y exigir al
gobierno seguirlo con firmeza. Pero ese alumbramiento no ocurrió.
En 1992 la izquierda militar capitaneada por Hugo Chávez le dio a
Pérez dos golpes de Estado aunque frustrados en un lapso de meses
(como 40 años antes a Betancourt, en 1962: el “carupanazo” y el
“porteñazo”) ... y nada. En mayo de 1993 el presidente fue
destituido, primera vez en la historia democrática. Y la izquierda
neta fue tras el poder con la coalición “el Chiripero”, y su
candidato: el sempiterno Dr. Caldera (ex Copei). En enero de 1994, a
días de juramentado Caldera para su segundo período, estalló la peor
crisis bancaria de nuestro siglo XX, momento otra vez propicio para
un partido que dijese a la gente la verdad; no lo que quiere
escuchar sino lo que debe saber: que con moneda enferma no hay banca
sana. Nada tampoco. Y en noviembre de 1995 el bolívar fue devaluado
a 290 por dólar, y de allí siguió cuesta abajo. En 1996 Caldera
intentó corregir el rumbo con su Agenda Venezuela. Pero la derecha
liberal no estuvo. Tampoco en las dramáticas elecciones de 1998, que
ganó Chávez. O en la tumultuaria agitación que llevó a la Asamblea
Constituyente de 1999. Ni en los muchos aunque cuestionados comicios
del nuevo siglo. Por eso estamos donde estamos.
# El caso RCTV (el crimen no paga)
En mayo pasado se le negó a RCTV la renovación de su concesión
vencida, bajo leyes que consagran la teoría del espectro
radioeléctrico como un bien limitado y de dominio público, con el
Estado asignando las frecuencias y canales a los concesionarios (no
propietarios), como la mamá repartiendo la torta a los niños. El
concepto es falso porque el espacio radioeléctrico no es limitado,
¡y menos con la tecnología de hoy! Bajo un régimen liberal, a las
empresas difusoras les serían aplicables la propiedad de sus
frecuencias, y los derechos de ocupante legítimo, de primer o de
actual ocupante. La interferencia a una señal podría ser juzgada -de
presentarse- en tribunales, como intromisión a una propiedad ajena,
tal como es (o era) con la invasión a un inmueble.
Pero la teoría del espectro limitado les evitaba a las emisoras la
entrada al mercado de nuevos competidores. Les aseguraba sus nichos
monopólicos, con audiencia cautiva y abultada cobranza publicitaria.
Y les daba facilidades para avanzar su propia agenda: el hundimiento
de AD y Copei, con la ridícula pretensión de sustituirles por los
medios. Por ello esa teoría nunca se cuestionó, desde la Ley de
1940. ¡Tampoco ahora!
Con propiedad privada y libre competencia tendríamos muchas más
emisoras de radio y TV, con mayor calidad, cobertura y variedad, y
más probabilidades de imparcialidad y hasta de objetividad, que
buena falta hacen. Sin ellas tenemos “concesiones”, que un gobierno
graciosamente otorga y otro quita (o el mismo). Y ahora una ola de
medios chavistas, cambiando un parcialismo subjetivo por otro.
Incapaz de responsabilizar al estatismo y encolerizados contra todos
los partidos y la política, los opositores olvidaron que no hay
democracia sin los partidos, y son irreemplazables. Por eso pasó lo
que pasó. RCTV recibió una dosis masiva de su propia medicina. Y su
colega la TV Globovisión (cabeza del antichavismo) está amenazada.
# El socialismo que buscan no existe (y el que existe no sirve)
Las izquierdas todas calumnian al “laissez-faire” y promueven el
socialismo, una (no tan) nueva forma de estatismo que pretexta
servir a los pobres y también sirve solo a sus promotores. El
socialismo que anhelan sus creyentes no existe; y tampoco “Tercera
vía”, porque no hay segunda. En el papel el socialismo es un ataque
“teórico” insolvente al capitalismo, que entre nosotros es
mercantilista. Y en la práctica es la destrucción de toda economía
privada, y su reemplazo por entes burocráticos en directa o
indirecta dependencia del Estado, que hacen ricos a sus captores. El
socialismo no es un alto ideal romántico que nunca pudo concretarse
por azares del destino o defectos de sus jefes; es un pretexto para
robar, masivamente. Y para matar. Porque así como muchos robos
terminan en homicidios, el robo masivo que llaman socialismo (o
comunismo) suele desembocar en crueles holocaustos: feroces guerras
entre las divisiones de la izquierda, y/o guerras de exterminio
internas o internacionales contra la población entera, casos Haití,
Camboya, Etiopía, Somalia y muchos otros.
Sin embargo la derecha boba -por desgracia mucha- cae en la trampa:
toma en serio al socialismo, y lo compra por su valor facial.
Ingenuamente cree que es “otro sistema”, y su fin el bienestar
general; y que impuestos y estatizaciones -y colectivizaciones y
cooperativas forzadas- son los medios escogidos, aunque equivocados,
para lograrlo. Y como no se logra, esta derecha concluye que el
socialismo “fracasó”, y un régimen como el de Chávez debe
“implosionar” solo, y muy pronto, sin dar trabajo ni esfuerzo
mental. Así le dice Globovisión todos los días a su desprevenida
audiencia: “¡Ya está cerca el final del dictador!”… bla, bla, bla.
No es cierto; igual dijeron de Fidel en Cuba, y va para medio siglo.
Es la derecha que grita “¡Libertad!”, pero no la conoce porque la
confunde con la democracia, y por eso es incapaz de defenderla. Su
argumento es el número: “¡Somos la mayoría!”… bla, bla, bla. Tampoco
es cierto, pues los venezolanos no nos dividimos en dos mitades sino
en tres tercios (aproximadamente): el chavista; el antichavista; y
el tercero que no vota, porque no quiere ni a unos ni a otros, y
espera otra oposición, la cual ni el gobierno ni Globovisión
permiten que surja. Si no surge, los números pueden cambiar a
futuro, pero en favor de Chávez. Y sin otra oposición no habrá otro
gobierno.
La pregunta que nadie hace: ¿y si el fin del socialismo fuese el
bienestar personal y familiar de los socialistas, y el medio para
lograrlo la concentración de un inmenso poder? En tal caso el
socialismo es un rotundo éxito, y el fracaso es de la derecha,
incapaz siquiera de poner contención al peligro.
# En Venezuela no hay contención (y el dilema del parásito)
Contención pone en El Salvador el partido ARENA; y es la economía
más dinámica de Centroamérica. Contención ponen en Chile los
partidos UDI y RN, aún desde la oposición, en el Congreso, y el
diario El Mercurio, y la central empresarial SOFOFA; y es la
economía de mejor desempeño en Sudamérica. Algo menos la de Brasil,
donde ponen contención los grupos económicos. Contención es incapaz
de poner el PAN en México, y por eso la izquierda va a la
presidencia, y probablemente antes del 2012, año pautado para la
elección.
Sin contención no hay otro límite para la izquierda que su propia
astucia, factor no siempre presente. Vea Ud.: la economía privada es
vital porque crea riqueza. El socialismo en cambio la consume y
destruye, por eso es mortal: un parásito. Como el enfermo no
necesita parásito, la empresa privada no requiere socialismo, pero
el parásito sí necesita organismo vivo. (Los asaltantes de bancos
también necesitan de los bancos, no al revés.) Desde la oposición
-en el parlamento y los medios- o desde el gobierno, las izquierdas
obstaculizan los mercados, la libre competencia y las empresas. Así
les impiden funcionar a plenitud, y rendir sus frutos abundantes
para todos. Y pueden matarlos, pero no les conviene, pues viven de
las confiscaciones: impuestos y multas, estatizaciones, inflación de
papel moneda, aranceles, derechos y licencias, sobornos, etc.
Enfrentan el dilema del parásito: 1) satanizan y difaman a los
productores para deslegitimarles ante la opinión, y así quitarles
impunemente un enorme botín; 2) pero si les matan ya no hay
exacciones, y también mueren los socialistas. Por eso muchos
empresarios mercantilistas se asocian a sus secuestradores, como en
el síndrome de Estocolmo. Así es en Venezuela.
Chávez resuelve el dilema mezclando un verbo cada vez más radical,
con acciones siempre algo menos radicales. El primero enardece e
ilusiona a la base de sus fieles y le disculpa por los magros
resultados. Y la mezcla con las segundas confunde a sus despistados
enemigos, quienes le acusan de “dividir en dos” al pueblo con un
“discurso ideológico y confrontacional”, ¡que es lo que le mantiene
en pie! Le funciona porque los líderes opositores -políticos,
empresariales, mediáticos, académicos, estudiantiles y religiosos-
predican solo una hueca “reconciliación” sin contenido. Él puede
seguir así por años y años, “profundizando” la revolución, o sea:
ajustando más los torniquetes. Y como Castro en Cuba, ya viejo,
cerradas del todo las compuertas de los mercados y muerta la
economía privada, periódicamente abrirá resquicios en períodos de
“tolerancia”, a fin de tener los socialistas unos restaurantitos
abiertos. Eso sí: de 6 mesas nada más.
# Chávez no es como lo pintan sus detractores (es peor)
Le dicen ególatra patológico e ignorante, cabeza de un régimen
ineficaz y corrupto, pagador con dinero del petróleo de los aplausos
que recibe en Venezuela y el exterior, inventor de una ideología
folclórica -mezcla de elementos incoherentes-, y reincidente
violador de la Constitución de 1999 que él mismo impulsó y promulgó.
¿Es así?
Su megalomanía es notoria, sin duda, pero no es rasgo exclusivo suyo
sino consustancial a todo jefe socialista. ¿Hay alguno que no lo
tenga? La ineficiencia y la corrupción son también predecibles e
inherentes al socialismo: ¿quién ha visto socialismo eficiente o
incorrupto? Al dinero se lo quedan los intermediarios políticos. Al
pueblo (aquí y en el exterior) solo le llegan unas monedas, las
excusas, y más promesas. Pero le llega el infaltable adoctrinamiento
ideológico de los “alfabetizadores” y “médicos” cubanos -o con
probados métodos cubanos-, cuyo efecto se subestima pero es enorme
en una opinión muy preacondicionada.
¿Y la ideología? Chávez no inventó el socialismo, cuyo ingrediente
folclórico y campesino es típico desde las violentas revueltas
contra la Revolución Industrial, las máquinas, las fábricas y las
grandes ciudades modernas, hasta Mao-Tse-Tung. Antiimperialismo e
indigenismo tampoco son inventos de Chávez; en nuestra América
arraigan en la mentalidad anticapitalista del populismo rural y
urbano desde la Revolución Mexicana (1911), la Reforma Universitaria
de Córdoba (1918) y el APRA (1924), pasando por los Perones en
Argentina y Velazco Alvarado en Perú, modelos de Chávez. Y lo
“bolivariano” le sirve de taparrabo a la izquierda en Venezuela,
pero así es en todas partes el socialismo: martiano en Cuba,
sandinista en Nicaragua, cacerista en Perú y artiguista en Uruguay.
(Además es cierto que Simón Bolívar heredó ideas estatistas de su
maestro y mentor Simón Rodríguez, socialista declarado.) Ni siquiera
es novedosa la conexión con el antisionismo (antijudaísmo) árabe,
que data a lo menos de los ‘50, cuando Nasser, el partido Baath y la
fundación de la OPEP (1960). Y respecto a la multicolor combinación
de ecologismo antiglobalización, holismo panteísta, feminismo y
agenda homosexualista, logofobia (odio a la razón) y exaltación de
los sentimientos -con religión seudocristiana, islamista o
neopagana-, es hoy común a las neo-izquierdas en todo el orbe,
mezcla confusa si se quiere pero no tan incoherente si bien se mira,
de la cual Chávez no es ignorante, pero al parecer sí la
“disidencia”.
¿Y las violaciones a la Constitución? Su texto es muy ambiguo, pero
a propósito. La normativa jurídica socialista es a menudo
contradictoria (y antigramatical), para facilitar su interpretación
en un sentido u otro según el caso, lo que dificulta concluir si hay
o no violación. Así se escriben cláusulas retóricas por la propiedad
privada -y el federalismo, la libre expresión, etc.- para adormecer
a los incautos. Y a renglón seguido vienen todas las consabidas
alusiones al “bien común”, la “justicia social”, el “interés
estratégico” y otras por el estilo; y todas semánticamente
fraudulentas, porque pueden ser y de hecho son interpretadas contra
todas las anteriores, para dar más poder al Estado (central)
mediante las leyes malas: contrarias a la economía privada, a la
razón, a la justicia y a las libertades. Pero en Venezuela se vive
el mito del país rico y las leyes buenas, y se desconoce al
socialismo en carne y hueso, por eso se culpa a Chávez por las
faltas propias de la especie. De este y otros errores de juicio se
hace eco la prensa en el exterior, pronta a disculpar al socialismo
atribuyendo sus defectos a quien lo encarna.
Chávez es un comunista tan coherente como puede serlo un comunista.
Y hábil. Se hizo jefe continental de una izquierda neta que ya
existía en el continente desde el Río Grande a la Patagonia,
repotenciada tras la bancarrota del Neo-liberalismo de los ‘90.
Heredó ese cetro de Fidel por propios “méritos”, tras largos años de
conspiración incansable, unificando las facciones de la
indisciplinada izquierda venezolana, y saltando con ella al poder.
No es loco; es inteligente, astuto y enterado, y sobre todo cuenta
con una oposición que no es ninguna de las tres cosas, como lo
demostró en la increíble bufonada de abril de 2002, cuando un golpe
de Estado abortado por sus mismos conductores le quitó del poder por
36 horas.
# La izquierda ha mudado muchas de sus formas (pero no el fondo)
En esta era de víctimas y culpables -la Era del Victimismo-, la
izquierda descubre nuevos chivos expiatorios para todas las
calamidades, tanto las imaginarias o inventadas como las reales,
productos del estatismo. Entre las primeras se cuentan las
hipotéticas catástrofes ecológicas, las “voraces” multinacionales,
las tabacaleras, la globalización, la publicidad, el “consumismo”,
el individualismo, el machismo, Colón y la colonización (española),
los Testigos de Jehová o el cristianismo, la raza blanca -y su
tecnología-; y hasta el viejo Aristóteles y el “pensamiento único”
(¿cuál? ¿el socialista?) Pero también y como siempre la
“explotación”, el imperialismo (de EEUU), y los medios “alienantes”
y la educación, que supuestamente imparten valores individualistas.
En este segundo grupo hay datos de la realidad, pero solo pueden ser
aclarados desde el ángulo liberal clásico, no convencional; ¡y sus
representantes no están en la palestra! Veamos solo algunos
ejemplos.
¿Explotación? Es cierto que los salarios son muy bajos cuando hay
monopolios, pero no es producto del capitalismo sino de su ausencia.
¿Imperialismo? Es cierto que los gobiernos de EEUU se creen el
policía mundial para vigilar que el estatismo de los otros gobiernos
sea el políticamente “correcto”: drogas, medioambiente, leyes
laborales, aranceles, etc. ¡Y eso es imperialismo! Pero aunque nadie
lo recuerde, imperialismo no es el colmo del capitalismo como creía
Lenin, sino del estatismo como enseñaba Mises. Y los gobiernos de
EEUU han sido y son cada vez más estatistas, y ya van muy alejados
del modelo jeffersoniano de 1776. El instrumento principal de su
imperialismo es el dólar, hijo de su Banco Central (estatista), el
Fed. Y su imperialismo sirve al socialismo de pretexto, como a
Castro le han servido las sanciones económicas (estatistas) para
ayudarle a atornillarse en el poder; y si mañana las aplican con
Chávez, le servirán igual. ¿Los medios de comunicación? Cierto que
dicen muchas mentiras -sobre todo si gozan de monopolios- e
innumerables tonterías; pero aunque nadie lo advierta públicamente,
casi todas son a favor de la izquierda y el estatismo. E igual con
la educación controlada por el Estado, que a diario transmite los
valores equivocados: colectivistas. ¿De dónde salen tantos
comunistas? De las aulas de Liceos y Universidades, estatales y
“privadas”, pero todas regidas por el Estado en condiciones,
Programas de Estudios, textos aprobados y bibliografía oficial.
Falta la derecha liberal que desenrede la madeja, ilumine los
cambios y haga ver las distinciones que aclaren los equívocos. Y
haga ver a los muchos millones de damnificados del socialismo
conjugado con mercantilismo la causa real de sus sufrimientos, la
cual hoy no ven, aunque a gritos demandan soluciones, y para ahora.
Por su lado, los Gobiernos socialistas ya controlan y deforman
nuestra economía, y casi nuestras familias; así que ahora su
objetivo es nuestra mente. La realidad no es como ellos dicen; ni
puede ser como dicen pretender. Ahora van a “des-alienarnos”: a
controlar nuestro cerebro, y a deformarlo, para que no pensemos
conforme a la realidad sino al revés. A tal propósito ya no les
sirve Lenin sino Gramsci -políticamente más “correcto”-, como bien
lo entiende Chávez, tan subestimado por sus oponentes. Para colmo, y
como si el chavismo fuera poco, ya han surgido los grupos más
bolcheviques (Tupamaros, Carapaicas, Alexis Vive, etc.), que
aprovechan en su beneficio la creciente miseria y los visibles
atropellos, torpezas, despilfarros y malversaciones propios del
socialismo. Fuertes en barrios populares y hasta en caseríos
rurales, se preparan para actuar en su momento. Chávez ya usa las
peleas entre facciones (normales en la izquierda) para acrecentar su
poder personal mediante el arbitraje, y puede usar esta fuerza de
choque para lo que quiera. También ocurre siempre: a la izquierda de
cada socialista hay otro peor. Y a cada Lenin le sucede su Stalin.
A todo esto la derecha boba ha comprado el cuento del “fin de las
ideologías”, con logofobia y relativismo “multicultural” y
“posmoderno”, envueltos en la gaseosa verborrea de la “New Age”,
sensiblera, azucarada, empegostosa y totalitaria. Y mucho
neosocialismo: ambientalismo, feminismo, responsabilidad “social y
ética” del empresario, la versión expandida y social-estatista de
los derechos humanos, la exigencia de “iguales oportunidades” con
cuotas fijas, la manía de las leyes por toneladas; y hasta el
“socialismo de mercado”. Se cierra ella misma el camino porque se
parece demasiado a la izquierda que dice enfrentar. Socialismo no se
combate con socialismo. ¿Quién quiere copias, teniendo a mano el
original? (¡Y qué original!!)
# La gran ofensiva doctrinal (el CIM)
En 1967, Fidel y el Che crearon en La Habana la OLAS (Organización
Latinoamericana de Solidaridad), una internacional guerrillera que
en los ‘70 sembró a nuestros países de violencia en “focos”
insurreccionales rurales y urbanos, con muchos muertos, heridos y
otras pérdidas y desgracias, aunque sin el resultado esperado.
Ahora Venezuela encarga muchas compras militares; pero a la vez los
Chávez (Hugo y su hermano Adán) crearon en Caracas el Centro
Internacional Miranda (CIM), bien provista y eficaz red global de
escritores, periodistas, profesores, cineastas, juglares y otros
expertos propagandistas. Es la fuente de consignas y símbolos con
letra y música -en CDs y otros medios e instrumentos- para el
partido de Chávez, las radios, televisoras, revistas, libros,
librerías y periódicos de izquierda; y la educación, los gremios,
militares, cooperativas y Concejos Comunales, Embajadas, etc. Desde
la cumbre de la activa pirámide se procesa, afina y difunde hacia
abajo y hacia afuera el Socialismo del Siglo XXI, con contenidos
ideológicos nacionales e importados de París, Madrid y New York; y
de Teheran, Buenos Aires, México y por supuesto La Habana. Y también
Moscú, como siempre. Aunque más que defender el socialismo, el CIM
dispara sus nuevas baterías contra el capitalismo liberal, en
términos de fuerte impacto y resonancia popular.
# Los “think-tanks” liberales (deberían revisarse, ¡urgente!)
Atacar las ideas contrarias antes que argumentar por las propias es
lógico y natural en las izquierdas, ¡no en los defensores del
capitalismo! Pero es lo que hacen muchos “tanques de pensamiento”
liberales de EEUU y sus filiales locales. Su labor es
imprescindible, pero se queda demasiado corta: no se parece al CIM
en lo que debería. Poco hacen para imprimir y difundir literatura
popular de divulgación masiva, o producir audiovisuales para el
grueso de la población. O para reimprimir, reeditar, grabar o
traducir a los clásicos liberales -que hoy no se hallan en librerías
ni en bibliotecas- y distribuirlos para que lleguen a quienes les
buscan, antes que se desanimen.
Algunos confinados dentro de los estrechos límites de la ciencia
económica, y otros como si la izquierda de hoy fuera exactamente la
de hace 50 o 100 años, sus miembros no siempre abordan los tópicos
más candentes o desde los ángulos de mayor resonancia popular. A
veces se hacen eco de conceptos a la moda, de dudosa filiación y
contenido, como “gobernabilidad” (¿?). Y se expresan menos en un
lenguaje corriente para gente corriente que en los abstrusos
términos de las ciencias sociales. No es de suponer que así
pretendan hacer de cada ciudadano de a pie un perito en Economía,
Historia y Ciencias Políticas -aspiración sin sentido-; entonces
debemos asumir que se dirigen a sus colegas de la Academia oficial
(cuyo reconocimiento parecen procurar) y a los estatistas que
gobiernan. ¡Que son de izquierda, o casi todos! Por eso no leen ni
escuchan a estos liberales, que además viven encerrados en sus
ghettos académicos -salvo sus viajes de un ghetto a otro, predicando
al coro, como los esperantistas- en lugar de penetrar en la política
y los parlamentos. O al menos intentarlo.
# Un buen ejemplo: la Escuela de Manchester (que no era académica)
En 1846, los empresarios ingleses Cobden y Bright lograron la
derogación de las Leyes de Granos con el apoyo de los rudos obreros
de Manchester, a quienes hablaron en palabras sencillas. En 1848, el
economista francés Frédéric Bastiat respondió al Manifiesto
Comunista con el folleto “El Gobierno”, Manifiesto liberal en
lenguaje franco y directo; e hizo campaña para la Asamblea Nacional,
y fue electo diputado.
Los “tanques” siguen menos estos ejemplos que el consejo de Hayek,
pensador profundo, agudo y brillante, que jamás atribuyó a los
socialistas otra cosa que error intelectual, haciendo de ello punto
de honor. Por eso, y aunque sabiamente escribió que “los liberales
deben ser agitadores”, les disuadía de ingresar en la política y les
alentaba a dedicarse de lleno a los estudios, a diferencia de su
maestro Ludwig von Mises. En 1947 Hayek organizó la Sociedad Mont
Pelerin para defender el liberalismo clásico, invitando solo a un
grupo de profesores universitarios, casi todos de Economía.
A 60 años de aquella fecha, muchos “tanques” y sus generosos
financistas parecen seguir en esa misma línea, en lugar de convocar
a periodistas, publicistas, novelistas, folletistas, músicos,
cineastas, teatreros y otros profesionales, técnicos y artistas
capaces de hacer propaganda efectiva. Parecen seguir tomando en
serio al socialismo por sus declaraciones, como sistema alternativo
con entidad propia, y no un puro y nihilista “destruccionismo” como
Mises le llamó. Les explican a las izquierdas que ese sistema no
funciona, y que tiene tales y cuáles gravísimos defectos, fallas y
taras. Lo cual es cierto, evidente y hasta obvio; pero a los
izquierdistas les importa un bledo, porque viven muy bien así, y no
quieren cambiar porque a ellos sí les funciona.
Para colmo, en institutos y fundaciones los liberales clásicos
conviven con anarquistas volteados a la derecha -la última moda-
enemigos de todo Gobierno, incluso limitado. Y con liberales
“demócratas” como muchos de la IL (Internacional Liberal),
inclinados a transar con formas blandas de socialismo; y con
mercantilistas y Neo-liberales, proclives a cierta intervención
estatal, favorable a sus intereses los unos, y supuestamente
inteligente o eficaz los otros. Por eso no siempre son consistentes.
Al estilo del hegeliano Fukuyama anuncian alborozados un vuelco
global del mundo al libre mercado -y para ya mismo-, que no se ve.
En sus Índices de libertad económica aparecen como libres los EEUU y
otras naciones que ya no lo son, aunque es posible que sean menos
estatistas que otras, en comparación estadística. Y cierta
perspectiva filosófica -legado del liberalismo de la Ilustración- a
veces utilitarista, o estrechamente empiricista y conductista, no
les permite una más sólida vindicación moral del capitalismo, pese a
los esfuerzos de los muchos seguidores de Ayn Rand en sus filas (y
de los no muchos cristianos).
# El mejor ejemplo (el de 1776)
El ideario del Gobierno limitado tiene firme apoyo en la sana teoría
económica, pero no es una ciencia sino una doctrina política. ¿Por
qué entonces no explicarle a la gente sencilla de la calle y en su
lenguaje que no hay capitalismo funcionando para ellos pero sí
podríamos tenerlo y cómo? ¿Por qué no escribir panfletos populares,
y una simple lista de vetos o prohibiciones al Gobierno al modo de
la Independencia Americana de 1776, correlativos de otras tantas
libertades enunciadas como derechos constitucionales? Eso es Rumbo
Propio. Comenzamos por Estatutos autonómicos regionales, y luego una
nueva Constitución para Venezuela.
En América del Norte los principios liberales clásicos fueron
consagrados primero en constituciones y leyes fundamentales para
cada una de las colonias, anteriores a los textos de 1776. Y como
cristianos bíblicos -bautistas, presbiterianos, episcopales, etc.-
los redactores de estos documentos liminares de EEUU no compartieron
la cándida noción de una naturaleza humana toda bondad y sin pecado,
típica de la Ilustración, y no casualmente cultivada por los
despóticos monarcas europeos y sus ministros. Por eso no vieron en
el absolutismo una desviación causada por errores filosóficos,
teológicos, científicos o de pensamiento político-económico, sino un
pecado de los gobernantes, aunque de hecho hubiese muchos errores de
todo orden involucrados, como en todos los pecados, sea para
ocultarlos, disfrazarlos o excusarlos.
Lo mismo vieron un par de siglos antes los sacerdotes católicos
-dominicos primero y después jesuitas- de la Escolástica hispana,
ilustres predecesores de la Escuela austriana y anteriores a los
comerciantes calvinistas. Y lo escribieron. Pero en latín y para los
eruditos; y por eso al capitalismo lo pusieron en práctica no los
hispánicos o mediterráneos católicos sino los “herejes”
protestantes, previa traducción a un lenguaje llano como hicieron
con la Biblia, y no científico sino político: de barreras
constitucionales al absolutismo. Aunque conscientes de que la
Constitución de poco serviría sin una fuerte corriente de opinión
favorable, encarnada un partido, ambos combativos y dispuestos a
hacerla valer.
# Rehabilitar moral, política y legalmente el capitalismo (¡Esa es
la Salida!)
Los de RP describimos el capitalismo, y mostramos al público sus
ventajas -y a los creyentes, sus bases bíblicas-; y sobre todo las
vías políticas prácticas conducentes a obtenerlo felizmente sin
esperar décadas, lo que no es imposible. Atacar intelectualmente al
socialismo, mera negación del capitalismo, equivale a negar una
negación, por eso no es un razonamiento muy efectivo. A menos que se
destaque claro y de entrada que el socialismo no es tan solo una
idea equivocada sino un fraude, una estafa a gran escala,
sofisticada y peculiar: las víctimas pueden perder algo más que sus
bienes. Y que sus objetivos declarados no son los verdaderos; y sus
promotores, como los estafadores vulgares, deberían ser enjuiciados,
tal como ahora los empresarios.
Vea Ud. la legislación de hoy, fase ya muy avanzada de la
descalificación moral y consecuente desacreditación política y
proscripción legal impuesta al capitalismo, a las ganancias y a la
empresa privada. Vea todas esas leyes (especiales) de impuestos,
laborales, pro-consumidor, anti-trust, de protección del medio
ambiente, represión del “latifundio” o del contrabando, de radio y
TV, bancos, “propiedad intelectual”, control cambiario, etc. Bajo
sus inicuas normas, en Venezuela y muchos países cualquier
contribuyente, empleador, comerciante, empresario, inversionista,
agricultor, ganadero, radiodifusor, banquero, editor, importador,
exportador, etc., puede ser acusado y procesado, condenado, multado,
inhabilitado, confiscado y/o hecho preso como delincuente por alguna
“conspiración contra el pueblo”. Entonces, ¿por qué no un comunista
y por el mismo cargo, con todavía mayor razón?
No digo que los socialistas vayan todos presos, pero al menos, ¿por
qué no pensar en que devuelvan a sus propietarios los bienes
saqueados? Como Zaqueo el “publicano”, jefe de la recaudación fiscal
en Jericó, según el Evangelio de Lucas, cap. 19. Por cierto, uno de
los tantos pasajes bíblicos que la izquierda “cristiana”
malinterpreta como favorables al socialismo -“Zaqueo, el rico que
dio su dinero a los pobres”- cuando es lo contrario. Y por cierto,
los “think-tanks” podrían poner más énfasis en rectificar las
torcidas interpretaciones socialistas de los Evangelios. Es
urgentísimo desde que el colapso del Muro de Berlín y de la URSS
-mas no del socialismo comunista- arrastró en su caída al dúo Marx &
Engels, y las izquierdas han reclutado nada menos que a un Jesús
falsificado para fundar sus salvajadas. Y a un Islamismo manipulado.
A diferencia de la producción del CIM, la de los “tanques” circula
poco y su influencia es marginal: la mayor parte en lenguaje
cientificista -como un moderno latín- y sin traducciones al
vernáculo, se queda en la Internet. Sin bajar a los programas
políticos y a las Constituciones y leyes, ni a las enciclopedias y
manuales, ni a los periódicos y medios que diaria y masivamente
transmiten las noticias, películas, series, entretenimientos y
anuncios comerciales. Ni a las homilías, a las novelas, o a las
canciones. O a las comiquitas.
Conclusiones:
En Venezuela como en todo el mundo, la izquierda manda porque no hay
derecha. Y donde la hay no hace la tarea, o no la hace bien, o no la
hace completa.
Pero esto puede cambiar. Y si Ud. está de acuerdo con nosotros y
quiere que todo esto cambie, y participar en ese cambio, puede
comenzar por guardar copia de este artículo y difundirlo. Puede ser
un principio. Escríbalo: a Chávez lo sacamos nosotros -los liberales
autonomistas- o no sale. Pero necesitamos muchos apoyos, y
donaciones. Seguramente la contribución de Ud. nos ayudará a Néstor
Suárez, Hildemaro Ferrer y su tocayo Ángel Ferrer, Alexia Bracho,
Gabriel Oroño y a todos los de Rumbo Propio a mantenernos fuera de
la cárcel, y a seguir haciendo ese partido descontaminado y 100 %
libre de socialismo y estatismo: el Partido Liberal Cristiano que
tanto necesitamos en el Zulia, en Venezuela y en el mundo. Muchas
gracias y que Dios le bendiga ricamente.
Julio de 2007 |
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