William Kristol
Para los opositores a la guerra de Irak, julio empezó como un mes de
esperanza. Terminó en retirada. Comenzó con los demócratas unidos
proclamando la inevitabilidad de la derrota americana. Terminó con
respetados analistas militares - ¡demócratas nada menos! - reportando
que la situación en el terreno había mejorado y que la guerra se podía
ganar. Comenzó con una serie de votaciones en el Congreso contra la
continuación de la guerra que iban a poner a correr a nerviosos
republicanos. Terminó con la moral republicana fortalecida, con
ninguna legislación contra la guerra aprobada y con el Congreso
demócrata recesando con niveles de aprobación inferiores a los del
presidente Bush. Empezó con los candidatos demócratas compitiendo en
su retórica anti-guerra. Terminó con Barak Obama perdiendo terreno
frente a Hillary Clinton porque parecía ingenuo ante los peligros de
la realidad internacional y apresurándose a sugerir que invadiría a
Pakistán.
Julio también empezó con la prensa liberal criticando a las tropas.
Terminó con la prensa liberal en retirada. The New Republic tuvo que
reconocer que el anónimo soldado que narraba sobre un incidente que al
parecer mostraba los efectos deshumanizantes de la guerra en Irak era
mentira. El incidente sucedió en Kuwait (si ocurrió realmente) antes
de que el imaginativo soldado participara en ninguna acción de guerra.
El New York Times quedó tan asombrado a fines de julio al descubrir
que la opinión pública no se movía en contra de la guerra que mandó a
repetir la encuesta. Los resultados no cambiaron.
Este último incidente, aunque menor, es revelador. El 24 de julio, el
Times reportó que una nueva encuesta había encontrado un aumento en el
número de americanos que retrospectivamente respaldaban la liberación
de Irak:
"El apoyo americano por la inicial invasión de Irak ha aumentado
algo en lo que la Casa Blanca ha seguido pidiéndole al público que
reserve el juiio sobre la guerra hasta, por lo menos, el otoño. En la
encuesta New York Times/CBS realizada el fin de semana, 42 por ciento
de los americanos dijo que, mirando hacia atrás, tomar acción militar
contra Irak había sido lo correcto, mientras que 51 por ciento dijo
que EEUU no debió de haber entrado en Irak... El apoyo por la invasión
había estado muy bajo en mayo, cuando sólo 35 por los americanos decía
que la invasión de Irak había sido justa y 61 por ciento decía que
EEUU no debía de haber intervenido."
En opinión del Times, este resultado era "contra-intuitivo", tanto que
los editores mandaron a repetir la encuesta para ver si había habido
un error. No lo hubo.
Es extraño que el Times se sintiera tan desconcertado. En el mundo
real, las noticias de Irak han estado siendo (relativamente) buenas
desde hace un par de meses. El éxito militar del general David
Petraeus fue seguido por notables logros políticos en la provincia de
Anbar. En EEUU, el ambiente de irritación ante la inepta dirección de
la guerra empezó a ceder ante la conciencia de que nos estábamos
acercando a un momento de decisiones en Irak, y que las consecuencias
de abrazar la derrota serían muy graves. Pero ese no es el mundo en
que viven los editores del Times. En su mundo, esta es una guerra que
nunca se debió de haber librado nunca, que está irremisiblemente
perdida desde hace tiempo y que todo el mundo debería simplemente
aceptar esos hechos.
En el mundo real, el público se siente escéptico ante la posición del
gobierno en Irak, pero no de manera abrumadora ni irreversible. He
aquí lo que dice la encuesta de Rasmussen: "25 por ciento de los
electores ahora dice que el reforzamiento de las tropas está
funcionando y otros 26 por ciento dice que es demasiado temprano para
decir. Hace un mes, sólo 19 por ciento consideraba que el
reforzamiento había sido un éxito y 24 por ciento que era demasiado
temprano para saber.'' Esto significa que 51 por ciento está, al
menos, abierto a darle más tiempo a la política. Hace un mes era el 43
por ciento.
Dado los errores de la administración de Bush en los últimos cuatro
años, dados los retos que hay por delante, dados los prejuicios de la
prensa liberal en general y la falta de comprensión pública sobre lo
que ha sucedido en el terreno en los últimos tres meses,
particularmente en Irak, esas cifras no son malas. Y se están moviendo
en la dirección correcta. El público sigue siendo más razonable que
gran parte de la elite, y más abierto a los nuevos hechos.
Eso es bueno puesto que es probable que el progreso en el terreno en
Irak va a continuar. No se puede dar por descontado dada la naturaleza
de una guerra contra un enemigo implacable y flexible. Con todo, un
general británico - ningún entusiasta de la forma en que hemos llevado
la guerra - me dijo en Bagdad la semana pasada: "Esto está mejorando,
y no veo por qué no deba de seguir así."
Y, pese a la gran prensa liberal, los reportes de ese progreso deben
seguir penetrando en la conciencia del pueblo americano. "Esta guerra
está perdida" dijo el líder de la mayoría senatorial hace unos cuantos
meses, añadiendo que hacía falta "una confianza ciega, una esperanza
ciega" para creer en un progreso de cualquier tipo. Pero ahora la
posición de Harry Reid es, en realidad, una creencia ciega en la
derrota. Y tiene que negar los hechos para mantenerla. Es probable que
esta obcecación se haga cada vez más difícil. Después de todo, las
muertes civiles en Bagdad están disminuyendo y las redes, los refugios
y los jefes de Al Qaida están siendo sistemáticamente eliminados. En
Anbar y ahora en Diyala, los jeques locales están cooperando con las
tropas americanas e iraquíes y se están volviendo contra Al Qaida.
Ramada, que era una de las ciudades más peligrosas de Irak, ahora es
mucho más segura.
Como dijeran Michael E. O'Hanlon y Kenneth M. Pollack en un editorial
del New York Times del 30 de julio:
"Visto desde Irak, donde acabamos de pasar ocho días reuniéndonos con
personal militar y civil americano e iraquí, el debate político en
Washington es surrealista... Lo más importante que los americanos
tienen que comprender es que, finalmente, estamos avanzando en Irak,
por lo menos, militarmente. Como dos analistas que hemos criticado
ácidamente el pobre manejo de la guerra de Irak por parte de la
administración de Bush, nos han sorprendido las ganancias que hemos
visto y el potencial para producir no necesariamente "victoria" sino
una estabilidad sostenible con la que nosotros y los iraquíes podamos
vivir."
Lo que es mas, el debate público se va a desplazar de un referéndum
sobre la dirección de la guerra en los últimos años a una discusión
sobre las opciones que tenemos por delante, en lo que se acerca
septiembre y el testimonio del Gen. Petraeus. El público va a tener
que considerar seriamente las implicaciones de rendirnos en Irak, en
oposición a seguir apoyando una guerra que podemos ganar. Este debate
debe de hacer conscientes a los republicanos en particular que salir
corriendo de Irak es la peor opción que tienen por delante (por no
hablar de que es la más deshonrosa). Mientras tanto, los demócratas,
que han estado cediendo ante su base anti-guerra, van a comprender
cada vez más, como reconoció la semana pasada el tercer demócrata de
la Cámara James Clyburn, que tienen "un problema." Clyburn reconoció
que si Petraeus reporta progreso entonces: "Creo que habría suficiente
apoyo entre los demócratas moderados para querer mantener el curso y
si los republicanos se mantuvieran unidos, como han estado, entonces
eso sería un problema para nosotros."
Esa es la situación: en términos de los intereses nacionales - y en
términos de sus propios intereses políticos - el Partido Republicano
afronta un momento en el que, parafraseando a Winston Churchill, el
honor señala el camino del deber, y una justa evaluación de los hechos
refuerza los dictados del honor. El general Peatraeus va a mostrar los
hechos en septiembre. Si los republicanos pueden mantenerse firmes
abajo el asalto de los medios y las elites, entonces van a tener el
honor de seguir el camino tanto del honor como de la justa evaluación
de los hechos. Sospecho que todo va a salir bien. Los americanos
suelen ser impacientes y miopes. Pero cuando se les presenta una
opción clara, tienden a rechazar el camino de la derrota y el
deshonor.
Tomado de The Weekly Standard.
Traducido por AR |