En defensa del neoliberalismo
 

Una orgía de Impuestos y gastos

 

Grover G. Norquist *


Cada vez que el Congreso gasta más dinero en un programa gubernamental, está sumando a la cuenta que debe pagar el contribuyente. El contribuyente es el "hombre olvidado" que nunca se menciona cuando el Congreso se congratula por aumentar el inmenso gasto federal.
Tal es nuevamente el caso esta semana en el Capitolio. Yendo en contra de sus promesas de ser "nuevos demócratas", la mayoría congresional demócrata tratará de aumentar impuestos y gastos, a fin de hacer un pago inicial para el HillaryCare 2.0. El proyecto de medicina socializada que aprobarán esta semana aumenta el impuesto a los cigarros en $0.91 por cajetilla, a la vez que incluye en su programa "niños" de 25 años y adultos de hogares que ganan más de $82,000 anuales.  
Afortunadamente, el presidente ha dicho enfáticamente que vetará este aumento de impuesto-y-gasto.
De acuerdo con la Oficina del Presupuesto, sólo este año, cada hombre, mujer y niño en los EE.UU. deberá $8,590 en impuestos. Si se tiene en cuenta que la parte de cada uno en la economía es de sólo $45,737, estamos ante una gran mordida impositiva. En total, cerca de uno de cada cinco dólares que produce anualmente nuestra economía, es absorbido por las arcas del impuesto federal. Añádanse impuestos estatales y locales, y es un dólar de cada tres.       
De seguir así, las presiones que crearán sobre los contribuyentes la Seguridad Social, Medicare y Medicaid, indudablemente aumentarán esa cifra. Algunos estiman que la mitad del ingreso nacional irá hacia el pago de impuestos y, la mayor parte, para esos programas de asignaciones. Uno pudiera pensar que el Congreso no creará un nuevo programa de asignaciones para añadirlo a esa carga. Pero pensar así sería erróneo.  
En un momento en que la carga impositiva sobre el hombre olvidado está de nuevo acercándose a niveles sin precedentes, el Congreso está contemplando incluir adultos que ganen $82,000 anuales en listas gubernamentales de cuidado a la salud. Esto es especialmente ridículo cuando se considera el hecho de que S-CHIP**, el programa que el Congreso está tratando de ampliar, no ha cumplido aún su limitada misión original (que es la de proveer de seguros de salud a los niños de hogares con ingresos de menos del doble de la línea de pobreza).   

S-CHIP fue iniciada por el Congreso Republicano en 1997 como el precio que tenían que pagar los contribuyentes para lograr que el presidente Clinton firmará un proyecto de ley que disminuyera el impuesto sobre ganancias hasta el 20 por ciento. Si la intención original de S-CHIP (incluir niños de bajos ingresos) se hubiera mantenido, habría sido un buen negocio para los contribuyentes. Los Estados recibirían anualmente una asignación establecida, y así bastaba. Pero los estados, tras incluir en las listas a millones de niños de bajos ingresos, mataron la gallina de los huevos de oro. Trataron de inscribir niños de hogares de más y más ingresos, y después a sus padres. A nadie sorprende que a algunos de esos "generosos" estados (Es decir, "generosos" con los dólares de impuestos del hombre olvidado) se les haya agotado el dinero.          
De forma que ahora tenemos el Congreso galopando al rescate. Solamente en Washington se puede recompensar el fracaso en manejar adecuadamente un programa, con más dólares de impuestos.

El presidente Bush ha sido muy enérgico al pedir que se contenga el programa S-CHIP dentro de su limitado intento original, pero sus manos tampoco están enteramente limpias. A fin de que los estados pudieran extender sus programas S-CHIP para asegurar niños post-pubescentes (lo que llamaríamos "adultos") el gobierno federal tenía que dar su consentimiento. Y los secretarios de Salud  del presidente otorgaron una exención tras otra a los estados para que extendieran S-CHIP.  Ahora se están pagando las consecuencias.  Para ser justos, hay que añadir que Mike Leavitt, actual secretario de Salud, ha anunciado que no se otorgarán más exenciones hasta que los estados puedan demostrar que han cumplido la misión original de S-CHIP.

La presente contienda sobre S-CHIP es el primer acto de una obra de tres. En el Acto I, el Congreso infla los gastos de S-CHIP y despluma a los contribuyentes para que lo paguen. En el Acto II el presidente Bush veta el pago inicial de HillaryCare 2.0 y lo devuelve al Congreso. En el Acto III el presidente y el Congreso llegan a algún tipo de acuerdo. Eso pudiera involucrar una pequeña extensión, pero el resultado más probable es que lo dejen para el 2009 y una nueva administración. Se pudiera comparar la presente pelea pudiera ser comparada a la "guerra falsa" que precedió a la Segunda Guerra Mundial: estamos usando balas reales, pero el grueso de los ejércitos aún no está en el campo de batalla. 

De cualquier forma, la noticia es mala para los contribuyentes. El Congreso, como buen  demócrata, ha hecho un llamado para mayores impuestos y más gastos. El presidente, mientras tanto, es la única protección que tienen los contribuyentes contra las indeseadas pretensiones de los liberales del Congreso. Es esencial que los contribuyentes le exijan cuentas a sus representantes y senadores sobre esta orgía de impuestos y gastos. Sesenta y un representantes demócratas (novicios más o menos la mitad de ellos) vienen de distritos históricamente rojos -i.e. republicanos. Será necesario decapitar algunas cabezas antes de que el Congreso preste atención  al mensaje.

* Grover G. Norquist is president of Americans for Tax Reform and author of the forthcoming book, Leave Us Alone (HarperCollins).
**State Children's Health Insurance Program (SCHIP) <http://www.ncsl.org/programs/health/chiphome.htm> (Programa de Seguro de Salud para los Niños del Estado)
Fuente: National Review <http://www.nationalreview.com/>