En defensa del neoliberalismo
 


Gran Bretaña después Blair


 

 

 

¿Quién es Gordon Brown?

Tony Blair anunciará su renuncia como Primer Ministro el 1 de Julio. Tras más de 10 años en 10 Downing Street, dejará una Gran Bretaña que ha fortalecido su situación en Europa, que ha solidificado su papel como uno de los más estrechos aliados de Estados Unidos y que ha confirmado a Londres como un centro financiero mundial. Su sucesor laborista va a verse en dificultades para emularlo.

  

La tendencia de los gobiernos británicos de la posguerra ha sido renegar de las políticas de sus predecesores. Tony Blair rompió con esta tradición. Respaldó la mayoría de las reformas económicas que los conservadores hicieron entre 1979 y 1997, llegando a proclamarse como un heredero del legado de la Thatcher. Es una medida del éxito de  Blair que el actual líder Tory, David Cameron, se siente presionado a distanciarse de Lady Thatcher para poder diferenciarse de los Nuevos Laboristas.

 

Nunca antes los laboristas habían ganado tres elecciones nacionales seguidas y, sin embargo, dentro de la izquierda británica hay muchos que nunca se han sentido cómodos con el realineación de Blair. Para algunos, su desplazamiento hacia el centro ha sido una traición a los principios. Sus opositores dentro del partido y la prensa británica  han tratado de reasegurarse atribuyendo las últimas derrotas electorales a la impopular guerra de Irak. Eso pudiera tranquilizar sus conciencias. Pero la reciente pobre demostración en las elecciones locales—cuatro años después de la invasión de Irak y con una sucesión laborista a la vista – pudiera leerse más como un cuestionamiento del futuro del partido que como una crítica de su pasado.

 

En todo caso, nosotros creemos que la historia juzgará favorablemente la política de Blair, incluyendo a Irak. Churchill también fue víctima de la ingratitud popular por sus difíciles decisiones. Pocos parecen recordar el crucial papel de Blair en detener la masacre de Slobodan Milosevic en los Balcanes, cuando el resto de Europa no sabía que hacer y Estados Unidos estaba renuente a intervenir. Pero sus mejores momentos se produjeron después del 11 de septiembre. El Primer Ministro ha sido un elocuente defensor de la necesidad de resistir el radicalismo islámico, aun cuando gran parte del Mundo Libre prefiera ignorar la amenaza. Actualmente, es el último  de los políticos con convicciones que quedan en Europa.

 

Ahora va a ser reemplazado por un hombre cuyas convicciones son un misterio.  Tras una década en el Tesoro, Gordon Brown va a tomar posesión entre elecciones generales y, probablemente, sin enfrentar a ningún rival por el liderazgo del Partido Laborista. Sin embargo, con un pie en la puerta de 10 Downing durante meses, no ha logrado explicar cómo afrontaría la política exterior y graves problemas internos como el auge de la delincuencia y el extremismo islámico, la inmigración, la atención a la salud y otros desfallecientes servicios públicos.  Con todo, ha habido filtraciones a la prensa. The Independent reportó el pasado martes que Mr. Brown piensa distinguirse de Blair "tratando" con Irán. Pero acaso no es eso lo que Gran Bretaña, como parte de la hasta ahora impotente Unión Eu ropea 3, ha estado tratando de hacer? Consideren ustedes lo poco que sabemos las posiciones no económicas de Brown en comparación con las Nicolás Sarkozy, que ha tenido que defender sus ideas ante un fascinado público para ganar la presidencia francesa.  

 

En la economía, al menos, el Canciller Brown tiene un expediente claro, y en gran parte bueno. Su temprana medida de hacer independiente al Banco de Inglaterra y concentrarse en la inflación ha sido un triunfo del Nuevo Laborismo. En Europa, el continuo crecimiento de la economía británica ha sido estelar. Sin embargo, el rápido aumento de los gastos públicos, estimulado por aumentos en casi todos los impuestos con excepción de la tasa de los mayores ingresos, significa que el estado está consumiendo cada vez más recursos privados. A fines de marzo, el Tesoro hizo públicos documentos que mostraban que Brown había subido los impuestos en los planes de pensiones en 1997 pese a las numerosas advertencias de que dejaría un enorme hueco de financiamiento. Este "asalto a las pensiones" ha dejado un déficit de 32,000 millones de libras en los planes privados de retiro, perj udicando la imagen de Brown como administrador económico.

 

Una Gran Bretaña fuerte es vital tanto para Europa como para Estados Unidos. Aunque a los europeos del continente no les guste, la economía británica es un modelo para la Unión Europea. La apertura de la Gran Bretaña la ha hecho una ganadora en la globalización pero, junto con eso, viene la responsabilidad de mantener ese liderazgo.  

 

El papel de Gran Bretaña es importante ya sea defendiendo la causa del libre comercio o manteniendo a los eurócratas concentrados en las necesarias reformas económicas y no en proyectos políticos como la fallida constitución europea.  

 

Londres va a seguir siendo el más confiable de los interlocutores de Washington con el Viejo Mundo. Pese a todo el antiamericanismo de la prensa británica, Gran Bretaña sigue estando espiritualmente más cerca de Estados Unidos que la Alemania de Angela Merkel o la Francia de Nicolás Sarkozy. Ambos partidos valoran la relación especial con Washington.  

 

Gracias a la reticencia de Gordon Brown, nadie sabe como va a confrontar el desafío del liderazgo. Ha tenido un excelente instructor en los últimos 10 años, suponiendo que haya estado prestando atención.   

 

 


Editorial del Wall Street Journal

Mayo 10 2007.

Traducido por AR