En defensa del neoliberalismo

 

Cortes liberales y victorias pírricas

 

ADOLFO RIVERO CARO

La Corte Federal de Apelaciones del Onceno Circuito decidió hacerle un regalo de cumpleaños a Fidel Castro. Para júbilo de La Habana, anuló el juicio que había condenado a cinco espías cubanos a largas condenas de cárcel. Es la misma corte que falló a favor del gobierno cubano cuando el caso de Elián González. Esto me obliga a recordar algo. El punto de vista convencional es que la comunidad cubanoamericana nunca debió haber dado la batalla de Elián y que, debido a su ofuscación, sufrió una tremenda derrota. Nada más falso. El argumento básico de nuestra comunidad fue que la madre de Elián había dado la vida para que su hijo se criara en libertad. Fue enérgicamente apoyado por todo el movimiento conservador de Estados Unidos. Famosos comentaristas que casi nunca se habían referido a Cuba --Charles Krauthammer, George Will, Thomas Sowell, Rush Limbaugh, entre muchos otros-- intervinieron apasionadamente a favor nuestro. Los liberales americanos, los que defendían el argumento de la paternidad, lo hacían ignorando, deliberada y conscientemente, que para una dictadura totalitaria lo único importante es la política. Para Castro y sus simpatizantes, la importancia de vivir en libertad era un argumento accesorio y secundario. Y, para combatirlo, utilizaron la supuesta ''primacía'' de los derechos paternos. Pero, por favor, ¿primacía de derechos paternos? ¿En Cuba? Es ridículo. La revolución cubana se ha cansado de ignorar y atropellar esos derechos. Y lo sigue haciendo. Aunque no haya peor ciego que el que no quiere ver.
Cuando la comunidad cubanoamericana decía que el único interés de Castro era político, no decía más que la verdad. Los hechos lo han demostrado. Ahí tenemos a Elián haciendo (supuestos) discursos en defensa de la revolución y de Castro, ese gran hombre al que quiere más que a su propio padre. Pobre niño. Lo vendieron como trofeo. Muchos cubanos confundieron la actitud hostil de los medios de comunicación liberales: CNN, The New York Times, The Washington Post, la revista Time, etc., con la actitud del pueblo americano. Error. Nosotros no perdimos ninguna batalla ante el pueblo americano. La mayoría simpatizaba con nosotros y lo demostró eligiendo y reeligiendo a Bush. Fue amargo que la mayor parte de los medios de comunicación estuviera en contra nuestra, pero nos ayudó a comprender que la sociedad americana estaba radicalmente dividida entre demócratas ''liberales'' y republicanos conservadores, y que los liberales estaban en contra nuestra.
La enorme popularidad del Canal Fox de noticias y el catastrófico retroceso de las otras cadenas ''liberales'' --CNN, ABC, CBS, NBC-- ha demostrado que el pueblo americano está harto del sesgo izquierdista de sus medios de comunicación. Fox es el único canal de noticias que no es abiertamente ''progresista''. La gran prensa liberal americana crea la ilusión de que los cubanoamericanos estamos solos. No es cierto. Puede ser la impresión de los que vean CNN y lean la revista Time, pero no de los que vean Fox, oigan a Rush Limbaugh o lean National Review.
Hoy, los medios de comunicación liberales lloran amargamente el derrocamiento de Saddam Hussein , coincidiendo, una vez más, con Fidel Castro. No es casualidad. Estamos en bandos opuestos. Pero cuidado. En el caso de Elián González el ''triunfo'' de Castro les costó a los liberales americanos ocho años de gobierno Bush. Ahora, un tribunal federal controlado por jueces liberales ha liberado a cinco espías cubanos dedicados a sabotear el gobierno de Estados Unidos. Es lamentable, pero ayuda a que nuestra comunidad comprenda la importancia de la lucha por las cortes federales y, sobre todo, de la batalla por el Tribunal Supremo.
Los liberales americanos saben que el matrimonio homosexual, la prohibición de las armas de fuego, la hostilidad al cristianismo y el desprecio por las tradiciones nacionales son profundamente antipopulares. Saben que nunca conseguirán elegir gobiernos dispuestos a imponer estas ideas y cambiar esta nación. Coquetear con ellas los ha llevado a la derrota electoral una y otra vez. Sólo pueden imponerlas a través de los jueces. Ahí tenemos la Corte de Apelaciones del Onceno Circuito. A los jueces de Atlanta les molestó que un jurado condenara a los espías de Castro. Su fallo, anulando el juicio contra los cinco espías cubanos, es una demostración de lo que pueden hacer los activistas liberales cuando controlan tribunales federales. Saben que el espionaje comunista es lesivo a los intereses de la nación, pero no les importa. Si el fallo de Atlanta sirve para hacerle comprender esto a nuestra comunidad, su regalo a Castro sólo habrá sido una victoria pírrica.
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