En defensa del neoliberalismo

 

La prisión informativa

 

El pasado lunes 3 de octubre fue nada menos que el 40 aniversario de la fundación del Partido Comunista de Cuba (fidelista) y del diario Granma. ¿Quién les iba a decir a Julio Antonio Mella, Fabio Grobart y demás fundadores del primer Partido Comunista de Cuba que, 40 años después, en Cuba habría un PCC en el poder? ¿Y que no era el de ellos? ¿Y que, con el tiempo, los mejores aliados de ese PC cubano iban a ser una teocracia islámica en Irán, una dictadura hereditaria en Corea del Norte y un gobierno militar/populista en Venezuela? Y, como si fuera poco, ¡que la Rusia comunista habría desaparecido y que Moscú sería una pujante capital capitalista! Sí, queridos lectores, lo único absolutamente cierto sobre el futuro es que es absolutamente impredecible.

Nos podemos burlar, muy justificadamente, de las pretensiones revolucionarias (hacer un mundo justo) cuando las comparamos con sus resultados prácticos (un mundo del que todos quieren escapar). De lo que no podemos ni debemos burlarnos es de la enorme influencia que tiene el marxismo en la cultura contemporánea desde hace un siglo. Ahora mismo, el marxismo es la religión de masas más importante del mundo. Es una religión porque se apoya básicamente en la fe, y los hechos no pueden contra ella. Uno de sus dogmas centrales es la fe en que se puede eliminar la pobreza y que no se ha conseguido únicamente por falta de voluntad para hacerlo. ¿Cuál ha sido el obstáculo principal? Por supuesto que la oposición de los poseedores, de los ricos, de los ''privilegiados''. Justamente, ése es el objetivo fundamental de la revolución: barrer con la oposición de los poseedores, de los ricos y de los privilegiados para hacer una sociedad ''justa''. Cómo conseguirlo ha sido una discusión de siglos que, en gran medida, tuvo su culminación en la fundación del moderno Partido Comunista. El Partido Comunista es uno de los inventos políticos más importantes del siglo XX.

Sus inicios están en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso de 1903. En la discusión de los estatutos del partido hubo un inesperado choque de fracciones. Una, encabezada por Martov, Axelrod y Plejánov, quería crear un partido obrero de masas y, a los efectos, pensaban que para ser miembro del partido bastaba con estar de acuerdo con su programa y pagar una cuota. Era lo que se había planteado siempre en todas partes. Sin embargo, una fracción, encabezada por Vladimir Ulianov (Lenin), planteó con extraordinaria energía que, además de eso, los miembros del partido tenían que militar en un comité de base. ¿Por qué? Porque los miembros del partido no podían actuar como les pareciera. En esas reuniones periódicas del partido se iban a discutir todos los temas de relevancia política. Temas que, buscando la unidad ideológica, habían sido abordados anteriormente por el periódico del partido. Cuando Lenin salió para el exilio consideraba que la primera tarea de los revolucionarios rusos era crear un periódico (Iskra, La Chispa). Ese periódico debía, por supuesto, orientar a los miembros y simpatizantes del partido. Pero no sólo eso. La misma tarea de distribuir clandestinamente el periódico en toda Rusia obligaba a crear una organización para su distribución. A eso era a lo que se refería Lenin con su famosa frase de que el periódico era ''un organizador colectivo''. La existencia de una dictadura en Cuba nos ha hecho comprender a los cubanos la importancia de la prensa. El 99.9 por ciento de la población saca sus opiniones políticas de la prensa. La misma presentación de las noticias ya nos está sugiriendo qué es importante y qué no lo es. Las noticias nos dan la información. Los editorialistas y analistas la interpretan. El individuo que está dedicado a su trabajo tiene en la prensa una especie de secretariado que le informa de los problemas sociales existentes y de las distintas soluciones que se proponen para su solución.

El papel político fundamental de la prensa, en efecto, es homogeneizar y uniformar opiniones. Un mundo sin prensa sería un mundo culturalmente atomizado.

Cuando el PC consigue establecer su dictadura, el partido único tiene su correspondencia en el periódico único. En la lucha por ofrecer información y opiniones alternativas, la prensa independiente de Cuba ha jugado un papel extraordinario aunque todavía no haya sido lo suficientemente aprovechado. Radio Martí, por su parte, sigue siendo imprescindible dado su carácter nacional y popular. Y no tenemos que menospreciar el papel que juega la pequeña pero sorprendentemente efectiva distribución de El Nuevo Herald desde la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana. Todos son arietes de la libertad tratando de echar abajo los muros de la prisión informativa.
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