LA DEMOGRAFÍA RIGE EL FUTURO
El realineamiento de Estados Unidos
MICHAEL BARONE
En 1950, cuando estaba en un kindergarten de Detroit, la ciudad tenía una
población de 1.850,000 habitantes (en números redondos). Hoy, los estimados
del último censo son de 886,000 habitantes en Detroit, menos de la mitad de
los que tenía entonces. En 1950 la población de Estados Unidos era de 150
millones. Hoy día, según el último censo, se estima en 301 millones, más del
doble de aquella. Los habitantes de Estados Unidos se mudan, pero no lo
hacen al azar.
Se ha convertido en un lugar común decir que la población ha estado
moviéndose desde el Snow Belt (los estados del norte y centro con inviernos
fríos y nieve) hacia el Sun Belt (los estados soleados del sur y el
suroeste), desde un este aquejado de problemas industriales hacia un oeste y
un sur económicamente favorables. Pero el panorama real del reciente
crecimiento, medido por el censo del 2000 y según los estimados censales
para el 2006, es más complicado. Hace poco estuve leyendo los estimados
censales para 50 zonas metropolitanas que tenían más de un millón de
habitantes en el 2006, donde vive el 54% de los estadounidenses. (Alteré un
poco las definiciones, añadiendo Dirham a Raleigh y uniendo San Francisco y
San José). Descubrí entonces que se pueden separar en cuatro categorías
diferentes, con diferentes grados y diferentes fuentes de crecimiento o
reducción de la población. Tuve algunas sorpresas interesantes.
Empecemos por las Megalópolis Costeras: New York, Los Angeles, San
Francisco, San Diego, Chicago (en la costa del lago Michigan), Miami,
Washington y Boston. Hay aquí un patrón que no se encuentra en otras
ciudades enormes: gran número de estadounidenses que salen y de inmigrantes
que entran, con un bajo crecimiento general de la población. Según el censo
del 2000, Los Angeles, que el Buró del Censo define como los condados de Los
Angeles y Orange, tuvo una salida del 6% de la población en seis años, que
se vio compensada por una entrada de inmigrantes del 6%. Los números son los
mismos en el caso de estas ocho zonas metropolitanas.
Hay algunas variaciones: New York tuvo una salida de población
norteamericana del 8% y una entradas de inmigrantes del 6%; San Francisco
tuvo una enorme salida del 10% de la población norteamericana (el reventón
de la burbuja tecnológica ocasionó daños) y una entrada de inmigrantes del
7%. En Miami y Washington, el 2% de su población americana se fue de esas
ciudades compensadas por entradas de inmigrantes del 8% y el 5%
respectivamente.
Esto es algo que pocos habrían predicho hace 20 años. Los estadounidenses
están mudándose de, y no a, las ciudades costeras de California y el sur de
la Florida. Y se van, en enormes cantidades, de nuestras mayores zonas
metropolitanas. Abandonan ciudades tradicionalmente atractivas como Boston y
San Francisco, y después de ocho décadas de estarse mudando a Washington, se
están yendo de esa ciudad. La salida de habitantes de estas zonas
metropolitanas es de 3.9 millones de personas, 650,000 cada año. Los
elevados costos de la vivienda, los altos impuestos y, en algunos casos, la
contrariedad que sienten por las crecientes poblaciones de inmigrantes son
factores que impulsan a muchos norteamericanos a mudarse a otro lugar.
Como consecuencia de todo lo anterior, estas megalópolis costeras se
convierten cada vez más en sociedades de dos niveles, con grandes
poblaciones acomodadas que contemplan felizmente (al menos hasta hace poco)
como crece con rapidez el valor de sus viviendas, y una clase trabajadora
formada en su mayor parte por inmigrantes que percibe bajos salarios y
luchan por ascender en la escala económica. Las diferencias económicas en
New York y Los Angeles comienzan a parecerse a las que existen en Ciudad de
México y Sao Paulo.
Los políticos demócratas gustan de condenar lo que describen como una brecha
económica de la nación que no cesa de ampliarse. Pero la parte de la nación
donde es más visible esa brecha es en sus propios territorios electorales,
los lugares donde obtienen las mayores ventajas (en estas zonas
metropolitanas John Kerry obtuvo el 61% de los votos) y donde obtienen la
mayor parte de las contribuciones para sus campañas electorales. Es curioso
que esto suceda en los exquisitos departamentos de Park Avenue y en las
mansiones de Beverly Hills donde los sirvientes inmigrantes distribuyen los
hors d'oeuvres,
La mala noticia para ellos es que las Megalópolis Costeras solo crecieron un
4% en el período del 2000 al 2006, mientras que el país creció un 6%. Según
los pronósticos, los estados con Megalópolis Costeras de New York, New
Jersey, Massachussets e Illinois deben perder cuatro escaños en la Cámara de
Representantes en el censo del 2010, mientras que California, que siempre ha
obtenidos nuevos escaños en cada censo desde que fue admitida en la Unión en
1850, no obtendrá ninguno.
En las 16 zonas metropolitanas que denomino Ciudades en Auge del Interior
(ninguna de ellas se encuentran en las costas del Atlántico o el Pacífico)
el panorama es completamente diferente. Su población ha crecido un 18% en
seis años. Han tenido una entrada considerable de inmigrantes -el 4%--,
pero, con las excepciones de Dallas y Houston, este ingreso de inmigrantes
fue sobrepasado por una entrada mucho mayor de naturales del país: en
términos generales, tres millones contra 1.5 millones.
En Las Vegas, la llegada de americanos ha sido enorme (19%). En el llamado
Imperio Interior. que abarca los condados Riverside y San Bernardino de
California, a donde ha ido a parar buena parte de los que se han ido de Los
Angeles ha sido de 15%; en Orlando y Charlotte, de 13%; en Phoenix, de 12%;
en Tampa, de 10% y en Jacksonville de 9%. Han llegado más de 200,000
personas al Imperio Interior: Phoenix, Atlanta, Las Vegas y Orlando. Estos
son los dínamos económicos que generan gran parte del crecimiento de Estados
Unidos. En estos lugares, la polarización económica es muy inferior a la de
las megalópolis costeras, mientras que el porcentaje de familias
tradicionales es mayor. En las Ciudades en Auge del Interior, el incremento
natural (el excedente de nacimientos en relación con los fallecimientos) es
del 6%, muy por encima del 4% en las megalópolis costeras.
El centro de gravedad del país se está desplazando. En la actualidad Dallas
es mayor que San Francisco, Houston mayor que Detroit, Atlanta mayor que
Boston y Charlotte mayor que Milwaukee.Capitales de estados que fueron
ciudades de tamaño mediano y en las que en los años cincuenta predominaban
los empleados públicos -Sacramento, Austin, Raleigh, Nashville, Richmond-son
ahora centros de alta tecnología y de otros negocios del sector privado en
auge. El número de americanos que se asientan en San Antonio es superior al
de los inmigrantes, a pesar de que la frontera se encuentra a sólo tres
horas de camino de la ciudad. Las Ciudades en Auge del Interior generaron
el 38% del crecimiento poblacional del país en el período 2000-2006.
Este es un mundo político distinto al de las Megalópolis. En las Ciudades en
Auge del Interior, George W. Bush obtuvo el 56% de los votos en el 2004. Se
pronostica que Texas, Arizona, Florida, Georgia y Nevada, estados en los que
predominan las Ciudades en Auge del Interior, obtendrán 10 escaños en la
Cámara en el censo del 2010.
¿Qué ocurre en el viejo Rust Belt (los estados de la región central y el
norte donde se han cerrado muchas fábricas) que tanto sufrió en los años
ochenta? Aquí, las seis zonas metropolitanas -Detroit, Pittsburgh, Cleveland,
Milwaukee, Buffalo y Rochester-han estado perdiendo población desde el
2000. La salida de habitantes de EE.UU. del 4% sólo ha sido compensada
parcialmente por una entrada de inmigrantes del 1%. El que las salidas
parezcan menores que en los años ochenta se debe a que muchos jóvenes ya se
habían marchado. El incremento natural es de sólo un 2%, inferior al de
Orlando o Jacksonville en Florida, estado que supuestamente tiene una
población más anciana. Sus economías tienen problemas, y en vez de un motor
son una carga para el país. No constituyen la fuente de dinamismo que
fueron hace 80 ó 100 años. Siguen votando a los demócratas, pero su 54% por
John Kerry fue muy inferior al 61% de las Megalópolis Costeras. Se
pronostica que estos estados pierdan seis escaños en la Cámara en el censo
del 2010.
La cuarta categoría es la que denomino las Ciudades Estáticas. Se trata de
18 zonas metropolitanas con una entrada de inmigrantes de entre cero y el
4%, un ingreso de población americana de hasta el 3% y una salida de esta
población no mayor del 1%. Parecen sostenerse económicamente, pero no
avanzan y algunas se encuentran en peligro de retroceder. En la lista
aparecen Philadelphia, así como Baltimore, Hartford y Providence en el este.
Sorpresivamente, algunas ciudades occidentales que gozaron de un auge en los
años noventa se encuentran también en esta categoría: Seattle (el descalabro
tecnológico, una vez más), Denver y Portland. En la zona central,
Minneapolis, St. Louis, Cincinnati, Kansas City, Columbus e Indianapolis se
encuentran mejor que sus vecinos del Rust Belt, por lo que aparecen en la
lista. En el sur, Norfolk, Memphis, Louisville, Oklahoma City y Birmingham
están muy detrás de las Ciudades en Auge del Interior para formar parte de
esa lista. En términos generales, las Ciudades Estáticas tienen una entrada
de población norteamericana de sólo 18,000 personas (.048%), mientras la de
inmigrantes asciende al 2%. Políticamente, constituyen un saco mixto, algo
más demócrata que el conjunto de la nación: 52 % por Kerry y 47% por Bush.
He dejado fuera dos zonas metropolitanas atípicas porque son únicas. Una de
ellas es New Orleans, con un flujo de salidas del 25%; antes del huracán
Katrina ya estaba perdiendo población y casi no atraía inmigrantes. La otra
es Salt Lake City, que en lo demográfico se parece mucho a los Estados
Unidos de los años cincuenta. En el período 2000-2006, su población creció
un muy aceptable 10%. Pero la salida de población norteamericana era del 4%
(¿mormones jóvenes que se marchaban a sus misiones?) equiparado por una
entrada de inmigrantes del 4%. Los niños son el motor principal del
crecimiento poblacional: el incremento natural de Salt Lake City era del 9%,
el mayor de nuestras cuatro zonas metropolitanas, muy superior al 3% de San
Francisco o al menos 1% de Pittsburg. En lo político, New Orleans se dividió
por la mitad en el 2004, con Bush al frente 50% contra 49%, mientras que
Salt Lake City, la parte menos republicana de Utah, siguió favoreciendo a
Bush con un 60%.
¿Qué ocurre en el resto del país? Se pueden encontrar zonas metropolitanas
más pequeñas que se parecen a las Megalópolis Costeras (Santa Barbara,
ciudades universitarias como Iowa City), muchas otras parecidas a las
Ciudades en Auge del Interior (Fort Myers, Tucson) y al Rust Belt (Canton,
Muncie). Uno puede encontrar condados rurales que pierden población (como
ocurre con la mayoría de los condados de North Dakota), aunque también, en
medio de ellos, ciudades que gozan de un sólido crecimiento (Fargo, Bismarck).
En términos generales, el país, más allá de estas 49 zonas metropolitanas,
se asemeja a las Ciudades Estáticas: 1% de entradas de población
norteamericana, 1% de entradas de inmigrantes y un crecimiento de la
población del 4%. Pero, en lo político, es más republicano, pues incluye
grandes franjas del sur, las grandes llanuras y las Rocosas, que según el
historial de las zonas no metropolitanas son menos demócratas que las zonas
metropolitanas: un 56% por Bush y un 42% por Kerry.
Hace veinte años, los analistas políticos percibieron las implicaciones del
vasto movimiento desde el Rust Belt al Sun Belt, que inclinó la balanza
hacia los republicanos; pero con una California muy inclinada a los
demócratas, este paradigma pareció obsoleto. Lo que es de esperar ahora es
el desplazamiento del peso político desde un pequeño Rust Belt de tendencia
demócrata y desde las Megalópolis Costeras mucho mayores, donde casi todos
votan por los demócratas, hacia las Megalópolis del Interior, donde la
mayoría de los votantes son republicanos religiosos del sector privado, pero
también donde un número importante de poblaciones inmigrantes se inclina a
los demócratas. Los escaños de la Cámara y los votos electorales se
desplazarán desde New York, New Jersey e Illinois hacia Texas, Florida,
Georgia, Arizona y Nevada; dentro de California, los escaños de la Cámara se
desplazarán desde la costa demócrata hacia el Imperio Interior republicano y
el Valle Central.
La demografía rige el futuro. Cuando estaba en kindergarten en 1950, Detroit
ocupaba el noveno lugar entre las mayores zonas metropolitanas del país, con
una población de 3,170,000 habitantes. Ahora se encuentra en el onceno lugar
y pronto será superada por Phoenix, que en 1950 tenía 331,000 habitantes.
En las elecciones de 1960, en la que los votos electorales se basaban en el
censo de 1950, Michigan dio 20 votos a John Kennedy y Arizona 4 a Nixon; New
York dio 45 votos a Kennedy y la Florida 10 a Nixon. En el 2012, Michigan
probablemente tendrá 16 votos electorales y Arizona 12; New York tendrá 29
votos, al igual que Florida. Este es el tipo de cambio político que la
demografía impone con el pasar de los años.
Michael Barone escribe para la revista U.S. News and World Report, y es el
autor del libro "Our First Revolution", de próxima publicación.
Traducción: Félix de la Uz