Ann Coulter
Con la decisiva victoria de Nicolás Sarkozy como el nuevo presidente de
Francia, los franceses han producido su primer gobernante pro-americano
desde Luís XVI.
Para celebrar el espectacular retorno de Francia a la civilización
occidental, me compré un vestido Herve Leger el lunes, y esta semana
estamos desayunando con croissants todos los días. Esta exquisitez de la
pastelería francesa, dicho sea de paso, tiene la forma de un creciente
para conmemorar la victoria de los Cruzados sobre el Islam
¿No son maravillosos los franceses?
"Sarkozy el Americano," como es conocido en Francia, calificó de
“canalla” a los jóvenes musulmanes que participaron en los motines
callejeros. Como dijera Rick en Casablanca: “Louis,
I think this is the beginning of a beautiful friendship.
Sarko explicó su posición sobre los inmigrante
musulmana diciendo: "Nadie, repito, nadie está obligado a vivir en
Francia. Pero cuando usted vive en Francia, usted tiene que respetar sus
leyes. Esto quiere decir que usted no puede ser polígamo… que usted no
puede mutilar los genitales de sus hijas, que usted no puede degollar a
una oveja, y que usted respeta las leyes de la república."
Sarko nunca se ha disculpado. Por el contrario, ha dicho: “He llamado a
algunos individuos a los que me niego a llamar “jóvenes” por el nombre que
se merecen… Nunca me ha parecido que por decir “canalla” haya sido vulgar,
hipócrita o insincero."
¿Hay algún político americano que esté dispuesto a hablar con tanta
claridad sin luego pedirle excusas a Howard Dean?
Parece que los demócratas van a tener que renunciar a su insistencia en
que Bush irrita al resto del mundo. Evidentemente no tanto como los
terroristas islámicos irritan al resto del mundo. Los políticos que odian
a los americanos están siendo barridos por sus propios electores.
En el debate presidencial demócrata de hace algunas semanas, B. Hussein
Obama insistía en que Bush había "alienado a la comunidad mundial" y se
comprometía a construir "el tipo de alianzas y de confianza alrededor del
mundo que tanto ha faltado en los últimos seis años."
Los demócratas son formidables construyendo alianzas. ¿Recuerdan como
Jimmy Carter se ganó el cariño del mundo alentando el derrocamiento de
nuestro aliado el Shah de Irán para que fuera reemplazado por unos
ayatolas muy religiosos? Desde entonces, no hemos oído hablar de esa parte
del mundo.
La mujer más inteligente del mundo ha dicho que ella “formaría alianzas en
vez de enemistades.”
Sí, fue interesante ver como su esposo fascinaba al dictador norcoreano
Kim Il Sung y a su psicótico hijo Kim Jong Il con las visitas de Jimmy
Carter y los regalos de la amorosa Madeleine Albright. Gracias a eso:
¡Corea del Norte ha dejado de ser un problema!
Según yo lo comprendo, el centro de ese mundo que odia a Estados Unidos
está en Francia. Pero ahora resulta que ni siquiera los franceses nos
odian tanto como los liberales americanos.
¡Au
contraire! Parece que nuestro presidente es el americano más popular entre
los franceses desde Jerry Lewis.
En todo el mundo, los electores están sacando del poder a los socialistas
que contemporizan con los terroristas y están votando a favor de políticos
simpatizan con Bush, el primer enemigo del fascismo islámico en el mundo.
Esos dirigentes extranjeros, tan admirados por los demócratas por odiar a
George Bush y amar a Saddam Hussein, están siendo reemplazados por
gobernantes que proclaman abiertamente su amistad con Estados Unidos.
Retrospectivamente, la respuesta de B. Hussein Obama de que nuestro aliado
más importante era "la Unión Europea" pudiera convertirse en realidad,
gracias a la incesante política de alianza de Bush.
En Alemania la pro-americana Angela Merkel aplastó al canciller anti-americano
Gerhard Schroeder en el 2005.
El año pasado, los conservadores barrieron en Canadá, convirtiendo al
líder del Partido Conservador Stephen Harper en su Primer Ministro. No he
querido tanto a los canadienses desde que los New York Rangers ganaron la
Copa Stanley.
El australiano John Howard no sólo es el Primer Ministro que más tiempo ha
estado en el poder sino, en sus propias palabras, “el más conservador.” En
el 2004, el New York Times clamaba por su derrota alegando que los
australianos estaban furiosos con él por su apoyo a la guerra en Irak,
pero ganó fácilmente un histórico tercer período.
Junto con Howard, el principal aliado de Bush en la guerra contra el
terrorismo ha sido el líder del Partido Laborista de Gran Bretaña, Tony
Blair. Está a punto de dejar el cargo pero solo para ser sustituido por
el Partido Conservador, todavía más pro-americano.
Las celebridades americanas que amenazan con irse del país en cada una de
las elecciones más bien que vivir bajo un líder conservador se están
quedando sin países a donde mudarse.
Sólo España permanece como un país de mujeres. Mientras España exista,
nunca podrá superar el bochorno de su cobarde capitulación ante los
atentados terroristas del 2004. Fue peor que la neutralidad de Suecia
cuando Hitler.
¡Pero Francia! hasta esta semana, parecía más difícil encontrar a un
partidario de Estados Unidos en Francia que en una reunión de los
demócratas. Aparentemente, ahora resulta que hasta los franceses prefieren
la Civilización Occidental a esos salvajes que incendian carros y realizan
clitorectomías.
Ahora, el Partido Demócrata queda oficialmente como la única organización
en el mundo que no toma en serio la amenaza del fascismo islámico. Entre
los demócratas y la prensa, Estados Unidos ha pasado de ser la última
esperanza del mundo a ser la última esperanza del radicalismo islámico.