En defensa del neoliberalismo

Editorial: Un “ajusticiamiento” político más en Cuba

“A esta altura no quedan muchas ganas de escribir sobre la muerte de otra persona inocente en Cuba…”. Así comienza el artículo de Gabriel C. Salvia y no es para menos. Después de 53 años de un sistema dictatorial, con todos los atributos de una sangrienta dictadura, tener que soportar que los asesinatos, cuando son regímenes de izquierda, sean simples ajusticiamientos es inconcebible.

En este caso, la muerte de Wilman Villar Mendoza se incorpora a la larga lista de ajusticiados por el Gobierno de los Castro, que dicen que es políticamente incorrecto llamar, la tiranía de los Castro. No sé, o mejor dicho si sabe, que la tiranía castrista es mucha más larga y sangrienta, que todas las dictaduras latinoamericanas, incluyendo las más vilipendiadas, como la de Augusto Pinochet, de Chile.

Y decimos esto, porque el caso de Chile tiene alguna similitud con el caso cubano. Como Salvador Allende era un gobierno de izquierda, lo derrocó un supuesto golpe militar. Los muertos producto de acciones de la izquierda son ajusticiamientos, mientras los contrarios, son asesinatos. Así pasó con el derrocamiento del Gobierno de Fulgencio Batista. Se considera justificado porque era una dictadura de derecha. Los Castro con más de 50 años de férreo poder militar, nunca se han considerado por los organismos internacionales como tal - una dictadura militar - y gozan de pleno reconocimiento.

Los llamados voceros del mundo no hablan de las torturas en Cuba y el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura no puede visitar los centros de detenciones, que tienen los instrumentos especializados para torturar, como las llamadas gavetas y sillas verticales, entre otras. Pero sin hablar de las máquinas de torturas, que si las hay, el hecho de someter una persona a  las condiciones de las celdas de castigo, ya es una tortura. Wilman Villar Mendoza tuvo 18 días en una celda sin ropa, sin colchón y sin cobijas, expuesto a las bajas temperaturas y una cama de cemento.  Eso es tortura en cualquier parte del mundo. Sin embargo, los “los justicieros”, los campiones de los derechos humanos y sus principales líderes mundiales callan ante este horrible acto de crueldad.

El régimen castrista dice que Wilman Villar Mendoza no era un preso político, ni que estaba en huelga de hambre. Pero aunque no lo fuera, nada justifica ese trato cruel y degradante a que fue sometido, a tal punto que le produjo la muerte.

Qué hipocresía, manifestarse en contra de la prisión de connotados terroristas en Guantánamo, Cuba y se ignora la muerte y padecimientos de inocentes luchadores pacíficos en esa misma Cuba, pero bajo las botas no del Imperio norteamericano, sino del 'esbirrismo' castrista.

Y lo más triste y lamentable es que hasta nuestro propio pueblo se ha acostumbrado a verlo con tal naturalidad, que parece que fuera parte de nuestra propia vida. Pero además, como los humanos del mundo libre asimilan tal situación, que nos hace dudar hasta de nuestra propia naturaleza. Hace poco se produjo un movimiento mundial de protesta por la matanza de perros callejeros en Chile. Un clamor muy superior al clamor generado por la muerte de disidentes en Cuba. ¿Qué ironía verdad?

La bandera de la justicia social solo es válida si es izada por la izquierda. La miseria que crea su propio sistema social es invisible, y quienes la reclaman no tienes principios ni ideología. Simplemente son mercenarios. No se dan cuenta o no quieran darse cuenta los “progres” que las tiranías son una sola, aunque intenten camuflarse con algunas obras o gestos. Y que no hay dictadores buenos. Todos son eso, dictadores.

El panorama cubano, víctima del antiamericanismo mundial, le es muy difícil encontrar solidaridad internacional, pues hasta los gobiernos en países democráticos se aprovechan de ese sentimiento inducido en los pueblos, para captar votos. ¡Que calamidad!

Ante excesos como la muerte de Orlando Zapata Tamayo, Laura Pollán García y ahora Wilman Villar Mendoza algunos presidentes levantan la voz, pero hace falta algo más que eso. Estos no son los únicos casos, son cientos los muertos y muchos en iguales condiciones que los anteriormente mencionados. Ante semejantes crímenes no basta con una simple declaración de condena. Se necesita valor político y tomar medidas drásticas con esa tiranía, pero aquí es donde salta la liebre, ¿quién toma el toro por los cuernos y emplaza a la Tiranía cubana? Nadie se atreve a pagar ese costo, algunos dicen que tiene las manos largas. Los políticos, principalmente en América Latina, temen a la izquierda intencional como a la muerte, saben que está en todas partes y les pasará la cuenta.

Y si así se comportan los líderes con peso y responsabilidad política, cuando menos regional, que podemos esperar de las instituciones de la Sociedad Civil de los diferentes países, incluido Estados Unidos, donde la mayoría de las ONG´s están controladas por la izquierda. Y de Naciones Unidas y la OEA ni hablar, son un insulto a la condición humana.

Que podemos esperar de un mundo, prácticamente incivilizado, donde la cultura de muerte sobrepasa el respeto por la vida ajena. Y en su retórica, todos estos gobernantes se arrogan el derecho a decidir la vida de los demás y se autoproclaman los representantes y defensores del bienestar ciudadano. Mientras esto suceda, los seres humanos estarán por debajo de la capacidad sentimental de los animales, llamados “irracionales”.

Enero, 22 del 2012

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