En defensa del neoliberalismo

Los secuestros en México, una agenda pendiente

"Si el remedio en su preparación ha de tomar más tiempo del que la enfermedad necesita para la muerte, ¿a qué el remedio?" (José Martí)

La propuesta y puesta en ejecución de una nueva “Estrategia Nacional Antisecuestro”, como definición es tal vez correcta. Pero la prioridad en estos momentos debe ser los secuestrados, aunque la prevención también es importante. Se deduce, que esta iniciativa contemple, tanto los secuestrados como la prevención del secuestro, porque el asunto de los secuestros en México es una agenda pendiente.

Hay que tener en cuentas, que durante el primer año de gobierno de Peña Nieto -según cifras oficiales, el número de secuestros pasó de mil 407, en el 2012, a mil 695 en 2013-. Y el secuestro es la situación más tortuosa de la violencia, por lo que demanda una atención especial.

El hecho de que se contemple en la iniciativa, “el uso de la inteligencia por encima de la fuerza” es algo digno de destacar.  Sin embargo, esta normativa no debe ser solamente para el delito de secuestro. Todas las manifestaciones delictivas en México deben estar bajo esa prerrogativa. Realmente, la falta de un buen sistema de inteligencia es lo que ha primado en México, y es la causa principal de la impunidad. Por consiguiente, la impunidad es la principal  motivación al delito en México.

La principal tarea de las instituciones mexicanas es revertir esa situación, para ello tienen que demostrar a los delincuentes que el Estado está por encima de sus capacidades. Sólo con resultados concretos se recuperará la confianza en las instituciones, que es lo que la población necesita para formar parte de la lucha contra la delincuencia organizada.

En este empeño no se pueden escatimar recursos. Las autoridades deben apoyarse en la adquisición de todos los equipos tecnológicos y de inteligencia necesarios para las Unidades Antisecuestro. Por tanto, deben disponerse fondos para  financiar una red de informantes en todo el territorio nacional, incluyendo las zonas de silencio, donde hay poca presencia policial, y que son territorios prácticamente controlados por los narcos.

No se puede hablar de efectividad de estrategia alguna, si no existe la voluntad y el valor político para aplicarla. Pero además, hay que incentivar a los participantes. Los botines de guerra existieron de tiempos inmemoriales, por tanto,  luego de una exhaustiva tramitación, debe otorgarse a las personas e instituciones involucradas en la solución de algún caso, parte de los recursos confiscados a los autores materiales o intelectuales de secuestros.

La estrategia propuesta, contempla una gran estructura, por lo que preocupa que todo degenere en una gran burocracia inoperante. Tiene que haber cierta discreción para tomar decisiones y ejecutar acciones independientes, con intereses y motivaciones individuales. Eso se logra con la participación e interacción con los familiares de los desaparecidos, quienes son los que pueden tener una percepción clara de las gestiones y resultados que se van obteniendo. Por algo, el informe de Amnistía Internacional sobre México hizo tal recomendación, llamando a la participación activa de los familiares.

Una una base nacional de datos criminales, en materia de secuestro,  en un Sistema Único de Análisis de Información sería muy beneficiosa, pero la recolección de datos debe ser una prioridad y tomar en cuenta toda información útil y en ocasiones con reacción rápida ante ciertas informaciones, por lo que el sistema debe contar con un mecanismo operativo de reacción, en contacto y línea directa con los familiares, como víctimas. Además, deben despejarse todas las dudas posibles, para ello es preciso identificar todas las personas que se encuentran fallecidas en las morgues del país.

Los medios pueden jugar un papel muy importante, pero tiene que haber una transparencia tal del Estado, que se divulgue todo lo relacionado con el tema del secuestro, desde las margues donde existen personas sin identificar hasta los casos que se van resolviendo. Tiene que hacerse una campaña mediática, sin temor al costo político y económico, como hasta ahora se ha venido haciendo, donde ya casi es nula la participación de la prensa en la documentación de la violencia en México. Y que los medios les den voz y rostro a las víctimas, a partir de su eslabón primario, la familia. 

El manejo de los delincuentes en centros penitenciarios en México necesita una revisión total, que ya se ha abordado en trabajos anteriores, pero como aparece dentro de la estrategia en cuestión, debe señalarse que es preciso cambiar la mentalidad sobre el tratamiento al recluso, en este caso, los relacionados con secuestros. De tal forma, que no se conviertan los nuevos “módulos especiales” en laboratorios y centros de operaciones del crimen organizado en la modalidad de secuestro.

La atención a las víctimas es algo muy importante, pero debe tomarse en serio, pues a casi un año de promulgada de la Ley de Víctimas, se ha hecho muy poco a casi nada. Y considerar víctimas de la violencia, a todas aquellas personas afectadas, sin importar a que bando pertenecía su familiar. Y la ayuda a las víctimas tiene que ser de forma integral, para motivar y estimular la participación y la denuncia. La atención a las víctimas y la solución de casos son elementos vitales en la recuperación de confianza de la población.

Según el ensayo del Lic. Leopoldo Escobar, ¿Cómo vencer la violencia en México? de  marzo del 2011: “La violencia es resultado de una acentuada debilidad del Estado mexicano y de su incapacidad para garantizar el orden y la seguridad pública. Esta crisis, que no es transitoria ni localizada, presenta el riesgo de que conduzca al país a una situación caótica, a una condición de ‘Estado fallido’ como dice José Antonio Ortega (‘México, ¿rumbo al Estado fallido?’, Planeta, 2010”).

Aunque puede destinarse una fuerza especializada el secuestro, la violencia debe enfrentarse de forma integral, ya que el secuestro es solo una modalidad del crimen organizado.  Un análisis de algunos hechos concretos y lugares específicos demuestran que las autoridades mexicanas deben reconsiderar, además de la estrategia, sus teatros de operaciones.

Un reportaje de la cadena Univisión. en su programa “Aquí y Ahora”, del pasado domingo 26 de enero, se pone de manifiesto lo que realmente sucede en el Municipio de Altar, en el Estado de Sonora. En el reportaje se evidencia que la alcaldesa Martha Elsa Elio tiene pleno conocimiento de lo que allí sucede, donde los narcotraficantes controlan un extenso territorio y determinan quien entre y sale por un cruce, que permite la entrada en los Estados Unidos, donde prácticamente  no existe cerco alguno.

Por aquí solo pueden pasar quienes paguen entre 7 mil y 13 mil dólares o estén dispuestos a llevar drogas, por lo que ofrecen para ello, hasta 1800 dólares y el permiso para cruzar. Así lo aseguraron testigos en el lugar.

Ese cruce se estableció luego de un enfrentamiento hace dos años entre bandas criminales, que luego de un sangriento enfrentamiento llegaron a un acuerdo no escrito, pero que las autoridades, el gobierno, ni la comunidad pueden revelar y mucho menos violar. El caso es tan extremo, que hasta el propio sacerdote Prisciliano tiene sus reservas y dice: “el pez muere por su boca”.

En el reportaje de la periodista Carmen Escobosa se puede ver evidencias del cruce por el lugar, como zapatos con suelas de alfombra y testimonios como el de Martín A. Sánchez, quien dice que aquí ya no hay como burlar a los narcos, desde que llegan los migrantes en el autobús, los abordan y se lo llevan a punta de pistola, para que lleven unos 20 kilos de drogas, para poder seguir hacia Estados Unidos.

En el reportaje se ve claramente como grandes grupos de migrantes llegan y salen del lugar. Mientras esto suceda, no hay nueva estrategia que dé resultados. Quien sabe cuántos secuestrados están operando en estos lugares donde la ley no existe, y si existe es la de los narcotraficantes. Si la incapacidad de México es tal, que no puede localizar los secuestrados, debe autorizarse la interacción con agentes y agencias norteamericanas,  al menos para la búsqueda en territorio mexicano, de los norteamericanos desaparecidos en México, que son cientos.

En conclusión, la estrategia propuesta parece estar llena de buenas intenciones, pero en poco tiempo se podrá medir su verdadero alcance. Sólo, si se ven resultados tangibles, de lo contrario las víctimas, seguirán siendo eso, víctimas.

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