Obama: El presidente por Acción Afirmativa
Matt Patterson, columnista del
Washington Post
Traducido por Kiko Arocha
Dentro de unos años, los historiadores podrían considerar las elecciones presidenciales del 2008, en las que resultó electo Barack Obama, como un fenómeno inescrutable e inquietante, un fenómeno desconcertante de histeria de masas semejante tal vez a las cacerías de brujas de la Edad Media. ¿Cómo es –se preguntarán– que un hombre tan desprovisto de logros profesionales, fascinó a tantos que llegaron a pensar que podría manejar la economía mayor del mundo, dirigir el poderío militar más poderoso del mundo y ejecutar el trabajo más importante del mundo?
Imaginemos a un futuro historiador que examine la vida de Obama antes de llegar a la presidencia: presentado e introducido en la Ivy League* a pesar de sus calificaciones y resultados anodinos; un cómodo "empleo" como "organizador comunitario"; una breve carrera como legislador estatal carente de resultados legislativos (y de hecho casi desprovisto de atención); y finalmente, un único término sin concluir en el Senado de los Estados Unidos, durante la totalidad del cual se dedicó a sus ambiciones presidenciales. Tampoco dejó legado alguno en el ámbito académico, ni fue autor de legislación alguna como senador.
Y luego está el asunto de sus asociaciones preocupantes: el odio al blanco y a Estados Unidos del predicador que durante décadas sirvió como "mentor espiritual" de Obama; y un terrorista real que fue su compañero y padrino político. Es fácil imaginar a ese futuro historiador preguntándose: ¿cómo rayos un hombre así fue elegido presidente?
Sin esperar por la historia, el incomparable Norman Podhoretz abordó la cuestión recientemente en el Wall Street Journal:
"Sin duda, ningún candidato blanco que hubiera tenido una relación estrecha con un enemigo declarado de Estados Unidos como Jeremiah Wright y un terrorista no arrepentido como Bill Ayers, habría durado un solo día. Pero debido a que Obama era negro, a los ojos de los liberales todo le era permitido por haber compartido con manifestantes contra algunas injusticias en este país, aún si hubieran sido un poco extremistas. Así que se le dejó pasar. Pensémoslo bien: A causa del color de su piel, a Obama se le bajó la barra para que pudiera saltarla".
Podhoretz continúa:
"Y en cualquier caso, ¿qué importa esa historia cuando era tan elocuente y elegante, y (como él mismo había dicho) "no amenazante"? Así que se le dio la oportunidad de luchar para convertirse en el primer presidente negro para así terminar con la maldición del racismo".
Podhoretz señala que la explicación del "fenómeno Obama" fue la acción afirmativa. No en el sentido jurídico, por supuesto. Pero, ciertamente, en el sentimiento motivador de todas las leyes y reglamentos de acción afirmativa, diseñados principalmente para hacer a los blancos, especialmente a los liberales blancos, sentirse bien consigo mismos.
Lamentablemente, a menudo las minorías sufren por las mismas acciones que los blancos se dan palmaditas en la espalda. Los liberales admiten habitualmente en las escuelas a personas no calificadas solo por pertenecer a minorías, sin hacerse responsables por los inevitables malos resultados y altas tasas de deserción que esto implica. A los liberales no les importa si estos estudiantes de grupos minoritarios fracasan, ellos no están presentes a la hora de presenciar la devastación emocional y la mengua de la autoestima, como resultado de esa política racista que es la acción afirmativa. Sí, racista.
Calificar por normas según el color de la piel –que es en pocas palabras la acción afirmativa–, si no es racismo no es nada. Y es lo que Estados Unidos hizo a Obama.
Cierto que el propio Obama no estaba preocupado por su falta de logros, pero ¿por qué? Como muchos han señalado, a Obama se le dijo que era lo suficientemente bueno para la Universidad de Columbia a pesar de sus calificaciones mediocres en la Occidental; se le dijo que era suficientemente bueno para el Senado de los EE.UU. a pesar de su historial mediocre en Illinois; se le dijo que era lo suficientemente bueno para ser presidente a pesar de su record nulo en el Senado. Durante toda su vida, en cada paso del camino, se le dijo a Obama que era lo suficientemente bueno para el próximo, a pesar de una amplia evidencia en contra. ¿Qué podía producir esto si no la suerte de narcisismo vacío que muestra Obama cada vez que habla?
En 2008, muchos de los que concedieron que carecía de calificaciones ejecutivas, quedaron entusiasmados con sus habilidades oratorias, el intelecto y el carácter frío de Obama. Esas personas –que incluye a conservadores– ahora deberían estar profundamente avergonzadas. El hombre piensa y habla en clichés obsoletos, y eso cuando tiene el teleprompter delante, porque cuando el apuntador está ausente, apenas puede pensar o hablar. Ni una sola una idea original ha salido de su boca, todo es marxismo recalentado, de la clase que ha fracasado una y otra vez durante 100 años.
¿Y qué acerca de su carácter? Obama culpa constantemente a cualquier cosa de sus problemas. Bush lo hizo: tuve mala suerte, yo heredé este lío. Es vergonzoso ver a un presidente tan dispuesto a anunciar su propia impotencia, tan a gusto con su propia incompetencia. Pero realmente, ¿qué íbamos a esperar? El hombre nunca ha sido responsable de nada, así que ¿cómo podemos esperar que actúe de manera responsable?
En pocas palabras: nuestro presidente es un hombre pequeño y mediocre, sin el temperamento ni el intelecto para manejar su trabajo.
Cuando usted entienda eso, y sólo cuando lo entienda, comprenderá que tiene sentido la actual erosión de la libertad y la prosperidad. No podría haber ido de otra manera con tal hombre en la Oficina Oval.
* Nota del traductor: aquí se usa el término Ivy League* en su connotación de excelencia académica, selectividad en la admisión y elitismo social. La Ivy League (Liga Ivy o Liga de la Hiedra) es una conferencia deportiva de la NCAA en la que toman parte ocho de las universidades privadas más prestigiosas del noreste de los Estados Unidos: Brown University, Columbia University, Cornell University, Dartmouth College, Harvard University, Princeton University, the University of Pennsylvania, and Yale University.
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